Debemos creer y decir que somos lo que Dios dice que somos.
Debemos creer y decir que podemos hacer lo que Dios dice que podemos hacer.
Debemos creer y decir que Dios es quien Él dice que es.
Debemos creer y decir que Dios hará lo que Él dice que hará.
Aquí hay algunas declaraciones de la Escritura que todos lo creyentes deben expresar. No todas son necesariamente realidades “en Cristo”, pero todas son verdad de acuerdo con la Escritura.
Yo soy redimido, santificado, y justificado en Cristo (ver 1 Corintios 1:30).
He sido transferido del reino de las tinieblas al reino del Hijo de Dios, el reino de la luz (ver Colosenses 1:13).
Todos mis pecados han sido perdonados en Cristo (ver Efesios 1:7).
Yo soy nueva creación en Cristo, mi vieja vida se ha ido (ver 2 Corintios 5:17).
Dios ha preparado buenas obras para que yo camine en ellas (ver Efesios 2:10).
Yo soy la justicia de Dios en Cristo (ver 2 Corintios 5:21).
Yo soy más que vencedor en todas las cosas por Cristo que me amó (ver Romanos 8:37).
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (ver Filipenses 4:13).
Dios suplirá todas mis necesidades de acuerdo a sus riquezas en gloria en Cristo (ver Filipenses 4:19).
Yo soy llamado a ser santo (ver 1 Corintios 1:2).
Yo soy un hijo de Dios (ver Juan 1:12; 1 Juan 3:1-2).
Mi cuerpo es templo del Espíritu Santo (ver 1 Corintios 6:19).
Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (ver Gálatas 2:20).
Yo soy libre del dominio de Satanás (ver Hechos 26:18).
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (ver Romanos 5:5).
Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo (Satanás) (ver 1 Juan 4:4).
Yo soy bendecido con cada bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (ver Efesios 1:3).
Yo estoy sentado con Cristo en lugares celestiales, por encima de las fuerzas espirituales de Satanás (ver Efesios 2:4-6).
Debido a que amo a Dios y soy llamado conforme a su propósito, Él hace que todas las cosas sean para bien (ver Romanos 8:28).
Si Dios está conmigo, ¿quién contra mí? (ver Romanos 8:31).
Nada me puede separar del amor de Cristo (ver Romanos 8:35-39).
Todas las cosas son posibles porque soy un creyente (ver Marcos 9:23).
Yo soy un sacerdote de Dios (ver Apocalipsis 1:6).
Debido a que yo soy su hijo, Dios me dirige con su Santo Espíritu (ver Romanos 8:14).
Mientras camino en el Señor, mi camino se hace más claro (ver Proverbios 4:18).
Dios me ha dado dones especiales para su servicio (ver 1 Pedro 4:10-11).
Yo puedo echar fuera demonios y poner manos sobre los enfermos para que se sanen (ver Marcos 16:17-18).
Dios siempre me lleva en triunfo en Cristo (Ver 2 Corintios 2:14).
Yo soy un embajador de Cristo (ver 2 Corintios 5:20).
Yo tengo vida eterna (ver Juan 3:16).
Todo lo que yo pido en oración creyendo lo recibiré (ver Mateo 21:22).
Por las heridas de Cristo soy sano (ver 1 Pedro 2:24).
Yo soy la luz del mundo y la sal de la Tierra (ver Mateo 5:13-14).
Yo soy un heredero de Dios y coheredero con Cristo Jesús (ver Romanos 8:17).
Yo soy parte de una raza escogida, una nación Santa, real sacerdocio y posesión de Dios (ver 1 Pedro 2:9).
Yo soy miembro del cuerpo de Cristo (ver 1 Corintios 12:27).
El Señor es mi Pastor nada de faltará (ver Salmos 23:1).
El Señor defiende mi vida, ¿A quién temeré? (ver Salmos 27:1).
Dios me dará una larga vida (ver Salmos 91:16).
Dios se llevó mis enfermedades y cargó mis dolores (ver Isaías 53:4-5).
El Señor es mi ayudador, entonces no temeré (ver Hebreos 13: 6).
Yo pongo todas mis cargas sobre el Señor porque el cuida de mí (ver 1 Pedro 5:7).
Yo resisto al diablo y él huye de mí (ver Santiago 4:7).
Yo encuentro mi vida al perderla por causa de Jesús (ver Mateo 16:25).
Yo soy esclavo del Señor (ver 1 Corintios 7:22).
Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia (ver Filipenses 1:21).
Mi ciudadanía está en el cielo (ver Filipenses 3:20)
Dios completará la obra que empezó en mí (ver Filipenses 1: 6).
Porque Dios produce en mí el querer como el hacer, por su buena voluntad (ver Filipenses 2:13).
Yo soy redimido de la maldición de la ley (ver Gálatas 3:13).
Estos son sólo algunos ejemplos de declaraciones positivas que podemos hacer basados en la Palabra de Dios. Sería una buena idea el hacer un hábito de estas declaraciones hasta que la verdad que ellas afirman se arraigue en nuestros corazones. Y deberíamos observar cada palabra que sale de nuestras bocas para asegurarnos que no estamos hablando en contra de lo que Dios ha dicho.