El evangelio de Juan nos da varias promesas de Cristo concernientes al papel del Espíritu Santo en la vida de los creyentes. Leamos algunas pocas:
“Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque vive con vosotros y estará con vosotros” (Juan 14:16-17).
“Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré….Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber” (Juan 16:7, 12-15).
Cristo les promete a sus discípulos que el Espíritu Santo estará en medio de ellos. El Espíritu Santo también les ayudará, instruirá, guiará y les mostrará las cosas que vienen. Como discípulos de Cristo hoy, no tenemos ninguna razón para pensar que el Espíritu Santo no hace lo mismo por nosotros en nuestro tiempo.
Es asombroso que Cristo les dijera a sus discípulos que lo mejor para ellos era que él se fuera, así el Espíritu vendría. Eso les indicaba que su comunión con el Espíritu podía ser de igual forma y con la misma intimidad como si Cristo estuviera físicamente presente con ellos todo el tiempo. De otra forma, no hubiera sido ventajoso el tener al Espíritu Santo con ellos en vez de a Cristo. Por medio del Espíritu Santo, Cristo siempre es con nosotros y en nosotros.
¿En qué forma debemos esperar la guía del Espíritu?
Su nombre, Espíritu Santo, indica que su rol principal a la hora de dirigirnos es el llevarnos a la santidad y obediencia a Dios. Por esto, todo lo que tenga que ver con la santidad y con alcanzar la voluntad de Dios sobre la Tierra se encuentra en el ámbito de la dirección del Espíritu Santo. Nos llevará a obedecer los mandamientos generales de Cristo como también los mandamientos específicos de Cristo que pertenecen al ministerio al que Dios nos ha llamado. Por esto, si quieres ser dirigido por el Espíritu en cuanto a tu ministerio específico, también debes ser dirigido por el Espíritu en tu senda de santidad. No se puede tener lo uno sin lo otro. Muchos ministros quieren que el Espíritu les guíe en grandes ministerios y muchos milagros, pero no quieren que se les moleste con los aspectos “menores” de su santidad. Esto es un gran error. ¿Cómo guió Cristo a sus discípulos? Principalmente dándoles instrucciones generales acerca de la santidad. Su guía específica acerca de sus responsabilidades ministeriales era poca. De igual manera actúa el Espíritu Santo que habita en nosotros. Por eso, si quieres ser guiado por el Espíritu, primero que todo debes acatar su consejo en cuanto a la santidad.
El apóstol Pablo escribe, “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios” (Romanos 8:14). Lo que nos marca como hijos de Dios es la guía del Espíritu Santo en nuestras vidas. Por esto, todos los hijos de Dios son guiados por el Espíritu. Por supuesto que depende de nosotros como agentes de libre moral, el obedecer la guía del Espíritu.
Todo esto es para decir que a ningún cristiano se le tiene que instruir acerca de como ser dirigido por el Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo ya se encuentra guiando a cada cristiano. Por otro lado, el diablo trata de desviar a los hijos de Dios, y nosotros aún tenemos la vieja naturaleza de la carne dentro de nosotros que intenta que hagamos lo que es contrario a la voluntad de Dios. Por esto, los cristianos necesitan aprender a discernir la guía del Espíritu y diferenciarla de otras voces. Este es un proceso en nuestro camino a la madurez. Pero el hecho fundamental es este: El Espíritu siempre nos guía en línea con lo que se encuentra en la Palabra de Dios, y siempre nos dirige a hacer lo correcto, lo que complace a Dios, y lo que le da gloria (ver Juan 16:14).