Ahora, estudiemos más cercanamente lo que la Escritura enseña acerca de los siete años de tribulación. ¿Cómo aprendimos sobre el número siete como el periodo de los años de tribulación? Debemos estudiar el libro de Daniel, que junto con el libro de Apocalipsis, es probablemente el libro con más revelación acerca de los tiempos finales.
En el capítulo nueve de este libro, vemos que Daniel está cautivo en Babilonia con sus amigos judíos. Mientras estudiaba el libro de Jeremías, Daniel descubrió que los judíos iban a estar cautivos en Babilonia por setenta años (ver Daniel 9:2; Jeremías 25:11-12). Dándose cuenta que este periodo de setenta años estaba casi completo, Daniel empezó a orar, confesando los pecados de su pueblo y pidiendo misericordia. En respuesta a su oración, el ángel Gabriel se le apareció y le reveló el futuro de Israel a través del tiempo de tribulación y del regreso de Cristo. La profecía contenida en Daniel 9:24-27 es una de las escrituras más sorprendentes de la Biblia. Leámosla para comentarla detenidamente:
“Setenta semanas [estas setenta semanas son obviamente semanas de años, como lo veremos adelante, o un total de 490 años] están determinadas sobre tu pueblo [Israel] y sobre tu santa ciudad [Jerusalén], para terminar la prevaricación [posiblemente la culminación de los pecados de Israel, la crucifixión del Mesías], poner fin al pecado [probablemente se refiere al trabajo redentor de Cristo en la cruz] y expiar la iniquidad [sin duda se refiere al trabajo redentor de Jesús en la cruz], para traer la justicia perdurable [el comienzo del reinado de Jesús y su reino], sellar la visión y la profecía [tal vez hace referencia a la finalización de la Escritura o al cumplimento de todas las Profecías antes del milenio] y ungir al Santo de los santos [posiblemente se refiere al establecimiento del templo en el milenio]. Sabe, pues, y entiende que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén [Esto se decretó por un rey 445 años antes de Cristo] hasta el Mesías Príncipe [El Señor Jesucristo], habrá siete semanas y sesenta y dos semanas [un total de 69 semanas, o 483 años]; se volverán a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos [que es la reconstrucción de Jerusalén, previamente destruida por los babilonios]. Después de las sesenta y dos semanas [que son 483 años después del decreto dado 445 años antes de Cristo] se quitará la vida al Mesías, y nada ya le quedará [Jesús sería crucificado 32 años después del decreto, si lo calculamos con el calendario judío que son 360 días por año]. El pueblo [los romanos] de un príncipe [el anticristo] que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario [una referencia a la destrucción de Jerusalén por Tito y las legiones romanas], su final llegará como una inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Por otra semana más [o siete años, el periodo de tribulación], [el anticristo] confirmará el pacto con muchos [Israel]; a la mitad de la semana [a los tres años y medio] hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después, con la muchedumbre de las abominaciones, [cuando el anticristo se establezca en el templo en Jerusalén y se declare Dios, ver 2 Tesalonicenses 2:1-4], vendrá el desolador, hasta que venga la consumación[el regreso de Jesús], y lo que está determinado se derrame sobre el desolador [la derrota del anticristo por Jesús]” (Daniel 9:24-27, énfasis agregado).