El Milenio

(The Millennium)

El Milenio es un término que se refiere al tiempo cuando Jesús reinará personalmente sobre toda la tierra por un periodo de mil años (ver Apocalipsis 20:3, 5, 7), lo cual ocurrirá después de los siete años de tribulación. Isaías anticipó el Reino de Cristo sobre la tierra hace casi tres mil años:

“porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro. Se llamará su nombre Admirable consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrá límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y justicia desde ahora y para siempre” (Isaías 9:6-7, énfasis agregado).

Igualmente, el ángel Gabriel le dijo a María que su Hijo reinaría para siempre:

“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su Padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin” (Lucas 1:30-33, énfasis agregado).[1]

Durante el milenio, Jesús personalmente reinará desde el monte de Sión en Jerusalén, el cual aumentará en altura. Su reinado se caracterizará por una perfecta justicia para todas las naciones, y habrá paz sobre toda la tierra:

“Acontecerá que al final de los tiempos será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes; será exaltado sobre los collados y correrán a Él todas las naciones. Vendrán muchos pueblos y dirán: Venid, subamos al monte de Jehová a la casa del Dios de Jacob. Él nos enseñará sus caminos y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén la palabra de Jehová. Él juzgará entre las naciones y reprenderá a muchos pueblos. Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:2-4).

Zacarías predijo lo mismo:

“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: celé a Sión con gran celo y con gran ira la celé. Así dice Jehová: yo he restaurado a Sión y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén se llamará ciudad de la Verdad y el monte de Jehová de los ejércitos, monte de Santidad… Así ha dicho Jehová de los ejércitos: aun vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades. Vendrán los habitantes de una ciudad a otra y dirán: “vamos a implorar el favor de Jehová y a buscar a Jehová de los ejércitos”. Yo también iré. Y vendrán muchos pueblos y naciones poderosas a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén y a implorar el favor de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: en aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, y le dirán: “iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (Zacarías 8:2-3, 20-23).

La Biblia nos enseña que los creyentes realmente reinarán y gobernarán con Cristo durante esos mil años. Su nivel de responsabilidad en Su Reino dependerá de la fidelidad de los creyentes ahora (ver Daniel 7:27; Lucas 19:12-27; 1 Corintios 6:1-3; Apocalipsis 2:26-27; 5:9-10; y 22:3-5).

Seremos revestidos de nuestros cuerpos resucitados, pero aparentemente habrá gente natural viviendo en cuerpos mortales que habitarán la tierra en ese tiempo. Es más, pareciera que la longevidad de los patriarcas será restaurada, y que los animales salvajes serán mansos:

“Yo me alegré con Jerusalén y me gozaré con mi pueblo, y nunca más se oirán en ella voz de lloro ni voz de clamor. No habrá más allí niño que muera de pocos días ni viejo que sus días no cumpla, sino que el niño morirá de cien años y el pecador de cien años será maldito…. El lobo y el cordero serán apacentados juntos; el león comerá paja como el buey y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán ni harán mal en todo mi santo monte. Jehová lo ha dicho” (Isaías 65:19-20, 25; ver también Isaías 11:6-9).

Hay muchas referencias del futuro Milenio en la Biblia, especialmente en el Antiguo testamento. Para un estudio más minucioso ver Isaías 11:6-16; 25:1-12; 35:1-10; Jeremías 23:1-5; Joel 2:30-3:21; Amós 9:11-15; Miqueas 4:1-7; Sofonías 3:14-20; Zacarías 14:9-21; y Apocalipsis 20:1-6.

Muchos de los salmos también hablan proféticamente del milenio. Por ejemplo, lea este pasaje del Salmo 48:

“Grande es Jehová y digno de ser en gran manera alabado en la ciudad de nuestro Dios en su monte santo. ¡Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra es el monte Sión, a los lados del norte! ¡La ciudad del gran Rey! En sus palacios Dios es conocido por refugio. Ciertamente los reyes de la tierra se reunieron; pasaron todos. Y viéndola ellos así se maravillaron, se turbaron, se apresuraron a huir. Les tomó allí temblor; dolor como de mujer que da a luz” (Salmos 48:1-6, énfasis agregado).

Cuando Jesús establezca su administración en Jerusalén al principio del milenio, aparentemente muchos de los líderes del mundo que sobrevivan a la tribulación oirán el reporte del reinado de Jesús y viajarán para verlo por sí mismos. Ellos serán impactados por lo que verán.[2]

Para ver otros salmos que se refieran al Reino milenial de Cristo, ver Salmos 2:1-12; 24:1-10; 47:1-9; 66:1-7; 68:15-17; 99:1-9; y 100:1-5.


[1] Esta escritura ilustra lo fácil que puede ser el malinterpretar el tiempo de los eventos proféticos al no entender lo que la Escritura realmente dice. María pudo asumir fácil y lógicamente que su futuro hijo reinaría en el trono de David en las décadas siguientes. Gabriel le dijo que ella daría a luz a un hijo que reinaría sobre la casa de Jacob, haciéndolo parecer como si el nacimiento y reinado de Jesús serían dos eventos seguidos. María nunca pudo imaginar que habría por lo menos dos mil años entre estos dos eventos. También debemos ser precavidos al hacer suposiciones similares cuando tratamos de interpretar una escritura profética.

[2] Al ver otras escrituras, parece que el Milenio comenzará, no sólo con los creyentes llenando la tierra, sino con incrédulos también (ver Isaías 2:1-5; 60:1-5; Daniel 7:13-14).