Justo antes del Estado Eterno, un juicio final tomará lugar. Todos los injustos de todas las edades resucitarán para estar frente al trono de Dios y serán juzgados de acuerdo a sus hechos (ver Apocalipsis 20:5, 11-15). Todos los que están en el Hades serán traídos a este juicio, el cual se conoce como “el Juicio del trono blanco”, y después serán arrojados al lago de fuego. Esto se conoce como la “segunda muerte” (ver Apocalipsis 20:14).
El Estado Eterno comienza con el final de la tierra y los cielos, cumpliéndose la promesa que Jesús hizo hace dos mil años: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35).
Entonces Dios creará cielos nuevos y tierra nueva como Pedro lo dijo en su segunda epístola:
“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Entonces los cielos pasarán con gran estruendo, los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser desechas, ¡Cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos, para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose serán desechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por eso, amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por Él sin mancha e irreprochables, en paz” (2 Pedro 3:10-14, ver también Isaías 65:17-18).
Finalmente, la Nueva Jerusalén bajará del cielo a la tierra (ver Apocalipsis 21:1-2). Nuestras mentes pueden tan sólo entender un poco las glorias de esta ciudad que cubre un área aproximadamente del tamaño de la mitad de los Estados Unidos de América (ver Apocalipsis 21:16), o las maravillas de una edad sin fin. Viviremos en una sociedad perfecta por siempre, ¡bajo el liderazgo de Dios y para la gloria de Jesucristo!