SALMO
El Señor castiga la injusticia 
Al director. Al compás de «No destruyas». Poema de David. 
1 Ustedes los poderosos* poderosos o dioses. no son justos en sus decisiones. 
No están gobernando a la gente como debe ser, 
2 sino que tienen la mente llena de maldad. 
Dan rienda suelta a la violencia en el país. 
3 Los perversos se corrompen desde que nacen; 
los mentirosos se descarrían desde el vientre materno. 
4 Su veneno es como el de las serpientes, 
como el de una cobra sorda que cierra su oído, 
5 para no oír la música de los encantadores, 
ni siquiera del encantador más hábil. 
6 Rómpeles los dientes, Dios mío, 
arráncales a esos leones sus colmillos, SEÑOR. 
7 Que su fuerza desaparezca como el agua entre los dedos; 
que sean aplastados como hierba que se pisa. 
8 Que desaparezcan como la babosa que se deshace; 
que sean como un bebé que nace muerto y nunca ve la luz del sol. 
9 Que antes de darse cuenta, 
ardan como espinos que se queman para calendar la olla. 
Que sean arrancados con enojo, 
como hierba mala entre la hierba buena. 
10 Y se alegre el justo al verse vengado, 
como el soldado que pisa la sangre del enemigo. 
11 La gente dirá: «De veras los justos son recompensados; 
es verdad que hay un Dios que gobierna el mundo». 
