Ocurrió en diciembre de 2001, y poco después ya leí un informe por e-mail acerca de la resurrección del pastor nigeriano Daniel Ekechukwu. Me escribía mi amigo el pastor David K. Aboderin, de Lagos, Nigeria. También oí acerca de este milagro por medio de mi amigo Brent Regis, yerno de Reinhard Bonnke. Bonnke había estado predicando en la iglesia donde Ekechukwu resucitó justo antes de que ocurriese. Brent me contó en aquel entonces algunos de los detalles de la experiencia en el infierno del pastor Ekechukwu. Algunos meses después, vi también un video documental de ese milagro producido por Christ for all Nations [Cristo para todas las naciones], que se centraba principalmente en el milagro de la resurrección. Quería saber más acerca del acontecimiento. Puesto que tenía en la agenda estar las dos primeras semanas de septiembre de 2002 enseñando en tres conferencias de pastores en Nigeria, le dije a David Aboderin que si fuese posible, me gustaría encontrara al pastor Ekechukwu, y oré para que el Señor lo hiciese posible.
Descubrí que el pastor Ekechukwu era de una aldea llamada Amaimo, en el Estado de Imo, y que pastoreaba una iglesia en la ciudad de Onitsha, en el Estado de Anambra, llamada Power Chapel Evangelical Church [Iglesia evangélica Capilla de Poder]. Onitsha estaba a alrededor de tres horas de coche de donde tendríamos nuestra última conferencia, en la ciudad de Umahia, al este de Nigeria. Pregunté a los pastores de la conferencia si alguno sabía cómo podía encontrar al pastor Ekechukwu. Un hombre joven levantó su mano y me dijo que tenía un amigo que a su vez tenía un amigo que conocía personalmente al pastor Ekechukwu. Sin embargo, aprendimos que al pastor Ekechukwu era muy difícil encontrarle ya que está muy solicitado. Para acortar la historia diré que finalmente descubrimos que el pastor Ekechukwu estaba temporalmente en un hotel tan sólo a cinco minutos de la casa de David Aboderin en Lagos, donde yo me hospedaría durante mis últimos tres días en Nigeria, y además se nos dio la oportunidad de encontrarnos con él. Así que en un país de 130 millones de personas, y en una ciudad de 12 millones, ¡el hombre que quería encontrar estaba hospedándose a cinco minutos de mí! O era una enorme coincidencia o una maravillosa providencia. Se me concedió el favor de encontrarme personalmente con Daniel Ekechukwu dos veces durante esos tres días y también de hablar con varios colaboradores de su ministerio, que estaban muy familiarizados con la historia.
El siguiente informe es una compilación a partir de varias fuentes: (1) del pastor Daniel Ekechukwu mismo a través de los diálogos que mantuve personalmente con él el 12 a 14 de septiembre de 2002, mientras estaba en Lagos, Nigeria, (2) de su testimonio personal escrito, contenido en un folleto publicado por él mismo y que me ofreció, titulado Miracle of the 21st Century [Milagro del siglo XXI], (3) escuchando su testimonio público el 13 de septiembre en The Chapel of Glory [La Capilla de Gloria], en Lagos, Nigeria, (4) del vídeo documental producido y vendido por el ministerio de Christ for all Nations [Cristo para todas las naciones], que incluye los testimonios del pastor Daniel, del médico que decretó su muerte, de la esposa de Daniel, del padre de Daniel, del hombre de la funeraria que embalsamó a Daniel, y de varios pastores que estaban presentes en el momento de su resurrección, y (5) de un diálogo personal con Ede Samuel, un viejo amigo y ayudante personal del pastor Daniel, que también fue testigo ocular de muchos de los hechos que rodearon la muerte y resurrección de Daniel. Los acontecimientos descritos en el siguiente informe son objetivos de acuerdo con toda mi capacidad y mi memoria. Envié este informe a un hombre nigeriano llamado Uche Chikezie, que era el responsable de relaciones públicas de Daniel Ekechukwu, y él afirmó que todo de lo que yo informo es verdadero. Estoy convencido de que debido a las complicaciones tras un accidente de automóvil, el pastor nigeriano Daniel Ekechukwu murió físicamente en la tarde-noche del viernes 30 de noviembre de 2001, de que estuvo muerto durante al menos 42 horas, de que visitó el cielo y el infierno durante el tiempo de su muerte física, y de que fue resucitado de los muertos entre las 3:50 y las 5:15 de la tarde del domingo 2 de diciembre de 2001 en el sótano de la Grace of God Mission [Misión Gracia de Dios], localizada en Onitsha, Nigeria. La resurrección del pastor Ekechukwu es el mayor milagro moderno del que yo he oído.
Aunque algunas de las cosas que le ocurrieron al pastor Ekechukwu son extra-bíblicas, ninguna de ellas va contra la Escritura. De hecho, ni la historia de la resurrección de Daniel Ekechukwu ni la historia de tu salvación se encuentran en la biblia, convirtiéndolas a las dos en extra-bíblicas, pero ninguna debería ser desestimada sobre esa base.
El relato
El jueves 29 de noviembre de 2001, el pastor Daniel Ekechukwu y su esposa, Nneka, tuvieron un malentendido que degeneró en una discusión que terminó en que ella le abofeteó. Él estaba muy ofendido por este incidente, al punto de no reconocer incluso el intento de reconciliación de ella a la mañana siguiente. El pastor Daniel admitió que a lo largo de todo el día del 30 de noviembre estuvo airado pensando en la forma como él volvería a poner a su mujer en su sitio cuando regresase a casa. Sin embargo, él nunca regresaría a casa ese viernes.
Mientras conducía a casa esa tarde, los frenos de su viejo Mercedes 230E de 20 años fallaron mientras bajaba una colina con mucha pendiente, y su coche chocó contra unos pilares de cemento levantados para evitar que los coches se precipitasen a una honda presa de agua. No llevaba el cinturón de seguridad (pocos nigerianos lo hacían en el 2001, pero eso cambió en el 2003, cuando comenzó a ser obligatorio por ley en el país), y su pecho chocó muy fuertemente contra el volante y su saliente central, dañando claramente sus órganos internos, puesto que él estaba enseguida vomitando sangre y teniendo dificultad para respirar (sin mencionar que pronto perdió todas las constantes vitales). Daniel no era capaz de salir por sí mismo del coche, pero unos testigos frenéticos le sacaron. Una de estos testigos disponibilizó su coche mientras otro se ofreció a conducir el coche hasta el hospital San Carlos Borromeo, no muy lejos de allí, en los arrabales de Onitsha.
Minutos después de llegar al hospital, un médico empezó a practicar un tratamiento de emergencia, pero Daniel sabía que su cuerpo no estaba respondiendo. Comenzó a orar la oración de un hombre que sabe que va a morir, pidiendo a Dios que le perdonase todos sus pecados para que estuviese preparado para estar delante del Señor. También mandó llamar a su esposa, Nneka, con quien había rechazado hablar cuando salió de casa ese día. Ella se desmayó cuando escuchó las noticias del accidente de su marido y de su estado, pero cuando se recuperó fue llevada por un vecino cristiano al hospital. Este amigo de Daniel, Ede Samuel (a quien entrevisté en profundidad) permaneció con ella y presenció prácticamente todo lo que sucedió en los tres días siguientes.
Cuando vio a Daniel en situación crítica, al llegar al hospital de San Carlos Borromeo, su mujer rompió a llorar, pidiendo a su marido que no muriese y que no la dejase. El medico admitió que no había nada que pudiese hacer para salvar la vida de Daniel (recuerda que esto era un hospital del tercer mundo), y Daniel pidió ser transladado en ambulancia al hospital Umezuruike en Owerri, donde trabajaba su médico. El hospital Umezuruike estaba a 80 km. La mujer de Daniel buscó una ambulancia en contra del consejo de los médicos del hospital San Carlos. De camino al hospital Umezuruike fue cuando Daniel murió.
Daniel yacía en la parte de atrás de la ambulancia mientras su esposa iba en el asiento del pasajero de adelante. Él comenzó a sentir que no iba a sobrevivir, y llamó por su esposa, para que fuese junto a él. Comenzó a decir adiós, a darle instrucciones a su mujer sobre ciertos documentos de la iglesia y personales, y la exhortó a cuidar a sus hijos y la iglesia. Ella comenzó a sollozar en gran manera y entre sus lágrimas le reprendió fuertemente por frases tan negativas. Él era un hombre de Dios y debería tener fe, ¡y no estar hablando de morirse!
Mientras su esposa hablaba, Daniel vio a dos grandes ángeles (eran tan grandes que más tarde se maravilló de cómo podía caber dentro de la ambulancia -sólo uno era tan grande como la ambulancia-) que eran completamente blancos (incluso las pupilas de sus ojos). Daniel intentó hablar a los ángeles, pero uno se llevó el dedo a los labios, pidiéndole silencio. Los ángeles le levantaron de cada lado, y Daniel se dio cuenta de que había ahora dos de él mismo. Los ángeles estaban sosteniéndole bajo cada brazo en su hombre espiritual (que estaba completamente ileso), mientras su cuerpo destrozado yacía abajo. A partir de cuando dejaron la ambulancia, Daniel comenzó a olvidarse del mundo natural.
Cuando la ambulancia llegó al hospital Umezuruike con el cuerpo de Daniel, era ya de noche (viernes 30 de noviembre), y el médico de Daniel no estaba allí. Un miembro del personal sanitario, sin embargo, examinó su cuerpo y tristemente le dijo a Nneka que su marido estaba muerto y que ya no se podía hacer nada. Nneka no quiso creer lo que le decía el médico.
Así que se fueron al Centro Médico Federal en Owerri, pero no encontraron a ningún médico allí tampoco. Finalmente fueron a la Clínica Eunice, y allí el doctor Jossy Anuebunwa confirmó que Daniel estaba muerto. No había respiración, ni el corazón latía ni había pulso, y las pupilas de Daniel estaban dilatadas y fijas. El médico dijo que no había nada que pudiese hacer. El 30 de noviembre de 2001 a las 11:30 de la noche fue expedido un certificado de defunción.
Entonces llevaron el cadáver de Daniel a la casa de su padre en una aldea cercana, y naturalmente el padre de Daniel y otros miembros de la familia fueron traspasados de dolor a la vista del cuerpo sin vida de Daniel, llorando profusamente. El padre de Daniel les dijo que llevasen su cuerpo al mortuorio del Hospital General Ikeduru (ahora conocido como Hospital Comunitario Inyishi), no muy lejos. Llegaron allí alrededor de la 1:00 de la madrugada del viernes al sábado. El funcionario de guardia del servicio funerario, el señor Darlington Manu, recibió el cadáver y los miembros de la familia se fueron.
El primitivo mortuorio nigeriano adonde llevaron el cuerpo de Daniel no tenía cámaras frigoríficas, y por eso el funcionario inyectó productos químicos embalsamantes en los dedos y en los pies de Daniel. Entonces se preparó para embalsamar completamente el cuerpo de Daniel cortando el interior del muslo de Daniel para insertarle un tubo a través del cual podría inyectar más fluído embalsamante. Cuando hizo esto, experimentó una sacudida que le empujó alejándole del cadáver. Esto no le sorprendió, puesto que había experimentado fuerzas similares con anterioridad atribuyéndolas a poderes ocultos. (Estas cosas son practicadas ampliamente en África y muy respetadas por todos los pastores africanos que conozco. Los africanos nunca entienden el escepticismo de los norteamericanos con respecto a la realidad de los poderes ocultos). Tras un segundo intento y un segundo shock que paralizó un poco su brazo derecho, concluyó que Daniel debió haber sido miembro de una poderosa sociedad secreta. Asumió, sin embargo, que tras algunos sacrificios ocultos y encantamientos los poderes en el cadáver cederían, y que entonces podría completar su trabajo. (Este hombre, por supuesto, no era cristiano, pero se convirtió después de la resurrección de Daniel). Así que dio órdenes a un ayudante para depositar el cadáver de Daniel en la parte trasera del mortuorio donde ya habían sido colocados muchos otros cadáveres. (De forma incidental, Daniel dijo que la gente podía oler los productos químicos embalsamantes de su cuerpo hasta dos semanas después de su resurrección. Solían taparse la nariz cuando le abrazaban).
Alrededor de las 2:00 de la madrugada del viernes al sábado, el funcionario, que vivía muy cerca del mortuorio, escuchó canciones de adoración que le turbaron que provenían de dentro del mortuorio, y que pararon tan pronto como se acercó a la puerta del mortuorio. Esto ocurrió dos veces. Buscando el origen de la música dentro de su mortuorio, se apercibió de que una especie de luz emanaba del rostro del cadáver de Daniel. Esto le puso de los nervios.
El amortajador estaba tan perturbado por lo que estaba ocurriendo que localizó al padre de Daniel en la mañana del domingo para informarle de lo que había estado sucediendo y para pedirle que se llevase el cadáver de Daniel de su mortuorio. Más tarde, el domingo por la noche, mientras dormía, la mujer de Daniel experimentó un sueño en el que vio el rostro de su marido, y él le preguntaba a ella porqué le habían dejado en el mortuorio. Él afirmaba que no estaba muerto y que ella le debería llevar a Onitsha donde el evangelista alemán Reinhard Bonnke estaba predicando. Ella se propuso hacer esto, aunque su familia pensase que ella había perdido el juicio. Daniel había estado muerto durante más de 28 horas. La familia finalmente cedió, pero compró un ataúd y trajo ropas funerarias para que el amortajador vistiese a Daniel. A estas alturas el rigor mortis era completamente claro. Alquilaron una ambulancia el domingo 2 de diciembre por la mañana y llevaron el ataúd con el cuerpo de Daniel a la Grace of God Mission [Misión Gracia de Dios] (una iglesia grande) en Onitsha, a alrededor de una hora y media de allí, donde el evangelista Reinhard Bonnke estaba predicando en un servicio de dedicación de la iglesia por la tarde. Ellos llegaron a la iglesia a alrededor de la 1:00 de la tarde.
Los solares de la iglesia estaban protegidos por una multitud de guardias de seguridad federales, estatales y locales, por Reinhard Bonnke, que había recibido muchas amenazas de muerte, y que es odiado por los musulmanes por toda África. (Sin mencionar el hecho de que el World Trade Center de Nueva York había sido destruido por piratas aéreos musulmanes tan solo unas semanas antes). Por este motivo, los guardias de seguridad no permitirían que el ataúd fuese llevado dentro de los terrenos de la iglesia, pensando que realmente podía contener explosivos. La esposa de Daniel se defendió alborotadamente ante ellos, y abrió el ataúd para mostrarles a su marido muerto, lo que provocó que se mofasen e incluso la vapuleasen debido a su persistencia por conseguir entrar. Pero ella incomodó tanto que informaron al pastor decano, y su hijo ordenó que se le permitiese a la esposa de Daniel llevar el cuerpo a la iglesia sin el ataúd, y que fuese colocado en el sótano. Depositaron el cuerpo de Daniel allí sobre dos mesas que juntaron en una sala de la escuela dominical.
Algunos creyentes se reunieron alrededor del cuerpo de Daniel y comenzaron a orar mientras Reinhard Bonnke, que no sabía nada del difunto en el sótano, predicaba y oraba. Finalmente, se dieron cuenta de que el cuerpo de Daniel comenzó a sufrir unas sacudidas, y luego comenzó una respiración irregular. (En este momento, Reinhard Bonnke ya había abandonado los locales de la iglesia). Los creyentes presentes comenzaron a orar fervientemente, y como su cuerpo estaba rígido y frío, comenzaron a darle masajes en su nuca, brazos y piernas. Cuando a los que estaban en el santuario les llegaron noticias de que un hombre muerto estaba regresando a la vida abajo, los sótanos pronto se llenaron de gente. De repente Daniel estornudó y se levantó de un salto. Era entre las 3:50 y las 5:15 de la tarde del domingo. Daniel había muerto en la noche del viernes alrededor de las 10:00. Poco a poco, en pocas horas, estaba plenamente consciente.
¿Dudas este relato? Un informe en la página web de Christ for all Nations [Cristo para todas las naciones] dice:
Aquí hay algunos hechos que no se pueden obviar. Durante dos días Daniel no respiró, y su corazón había parado de latir. Se trataba de un clima caliente, y no de una muerte aparente en una cámara frigorífica. Se le había inyectado un producto químico dañino para preservar de la descomposición. Como un cadáver, fue llevado de acá para allá durante horas, arrastrado, y depositado en un estrecho ataúd sin aire durante horas. Debería haber sufrido un grave daño cerebral, pero él está vivo ahora sin ningún efecto dañino.
Esto no es una reivindicación sin apoyos de que alguien haya vuelto a la vida de forma privada, como en una casa. Aquí se dio un acontecimiento público, una manifestación patente de resucitar desde la muerte. Si alguien tiene que ser nombrado, ésa es Nneka. Solo su fe inquebrantable evitó el entierro de Daniel sencillamente para traerle donde adonde ella estaba convencida que Dios podría devolverle a la vida. Ella miró a Reinhard Bonnke como hombre de Dios y vio que en la atmósfera de fe en la que él ministraba este milagro era posible. La fe de Nneka dictó todo el acontecimiento y su fe fue honrada. ¿Por quién? ¿Quién honró su fe? Si no fue Dios, ¿quién más?
Yo añadiría a esta defensa que si el incidente fue un engaño, dudo que el pastor Ekechukwu hubiese inventado la historia de lo que le ocurrió cuando fue acompañado al infierno, lo que relataré a continuación. El mensaje del pastor Daniel ahora es un mensaje de arrepentimiento para la iglesia, para preparar a la iglesia para estar delante de Jesús, y muchos de hecho se han arrepentido tras escuchar su testimonio. Si esta historia es todo un engaño, el resultado de este engaño es santidad real. Finalmente, el ministerio de Reinhard Bonnke ciertamente no necesita engaño promocional, puesto que a sus cruzadas en Nigeria ya asisten millones de personas. Él de hecho declara que no tuvo nada que ver con el milagro, y que no sabía nada del cuerpo muerto en el sótano de la iglesia donde estaba predicando.
Si la historia de su muerte y su resurrección es impresionante, lo que Daniel experimentó tras su muerte es incluso más impresionante. Para él, lo que experimentó entre su muerte y su resurrección podría haber llevado sólo quince minutos, aunque él estuvo físicamente muerto durante casi dos días. Tras ser levantado de su cuerpo por los dos ángeles en la ambulancia, enseguida se encontró momentáneamente solo, pero pronto se le unió otro ángel. Daniel afirma que si estaba confuso por algo que vio o experimentó, o si tenía una pregunta en su mente, este ángel inmediatamente le dio la respuesta. Este ángel primero le dijo que iban a ir al Paraíso. No se gastó tiempo en llegar a ningún lugar adonde el ángel le llevó. Tan pronto como el ángel dijo que iban a ir al Paraíso, estaban allí.
Daniel permaneció con el ángel y vio una multitud de gente adorando; llevaban vestiduras blancas resplandecientes. Inmediatamente pensó que eran ángeles, pero el ángel que le acompañaba le dijo que eran seres humanos que, “mientras vivían en la tierra, sirvieron a Dios y tenían su fe centrada en Jesucristo y vivieron de forma justa”. Esta gente eran todos sin edad y sin raza. Esto es, ninguno parecía ser joven o de mediana edad o anciano, y ninguno tenía ningún distintivo racial en su aspecto. Todos estaban centrados en una luz muy brillante sobre ellos, y todos adoraban en perfecta unidad. Levantaban sus manos a la vez y se arrodillaban a la vez “como si una especie de aparato electrónico les activase”.
Daniel se apercibió de un hombre que parecía anciano entre la multitud, y se le ocurrió pensar que ese hombre quizá era Dios, pero el ángel que le acompañaba inmediatamente le corrigió. El hombre era padre Abrahán. (Lea Lucas 16,19-31 donde aparece una historia que Jesús contó que habla de Abrahán en la otra vida). Daniel deseaba unirse a los adoradores, pero el ángel le dijo que había otras cosas que Daniel necesitaba ver. Le dijo a Daniel que a continuación irían a ver la promesa de Jesus a sus seguidores, la mansión que él había preparado para aquellos que “él encontrase justos en el último día”. Inmediatamente estaban allí. Daniel que no hay modo terrenal de describir lo que vio. La mansión no tenía fin aparente en su altura o anchura. Se movía continuamente, y cada habitación también giraba de algún modo. Estaba hecha de algo que era transparente como el cristal, y los suelos parecían estar hechos de luz. Daniel no vio a nadie en la gran mansión, pero escuchó cantos hermosos. Preguntándose de dónde vendría la música, el ángel inmediatamente le señaló hacia las muchas flores que había alrededor de la mansión. Cuando Daniel las miró más de cerca, ¡se estaban moviendo e inclinando y cantando alabanzas a Dios!
El ángel le dijo a Daniel: “La mansión está preparada, pero los santos de Dios no. Jesús se retrasa porque los cristianos en la iglesia todavía no están preparados” (Esto está completamente de acuerdo a la Escritura; ver 2 P 3,12).
a seguir, el ángel llevó a Daniel al infierno, y se detuvieron a la puerta. Cuando el ángel levantó su mano y la dejó caer de nuevo, la puerta se abrió, y Daniel pudo inmediatamente escuchar los horribles sonidos de gente chillando y llorando, pero todo en el infierno estaba en total oscuridad. Entonces una luz brillante salió del ángel, y Daniel pudo ver muchos grupos de personas en angustia. Me habló de varios grupos específicos que pasaban por ciclos sin fin de tormentos, cautivos por los mismos pecados que practicaron en la tierra. Un grupo consistía en gente que comía su propia carne y luego la vomitaba al suelo, momento en que el vómito volaba de vuelta a sus cuerpos y se tornaba carne de nuevo que ellos volvían a comer. El ángel le dijo a Daniel que estas personas eran aquellos que habían comido carne humana como práctica ocultista. (Tales cosas ocurren en África todo el tiempo). Otro grupo, que había robado terrenos a otros cuando vivían en la tierra, cavaba sin fin un terreno de dura roca con sus manos desnudas.
Mientras escuchaba a Daniel relatar esta escena, no pude evitar pensar en cuántas veces la Escritura declara que Dios pagará a cada persona de acuerdo con sus actos, y también promete que cada uno cosechará precisamente aquello que ha sembrado. Recordé la historia que Jesús contó de Lázaro y el hombre rico. En la otra vida, sus papeles exactamente se habían dado la vuelta. El hombre rico suspiraba por una gota de agua de Lázaro así como Lázaro había suspirado previamente por unas migajas de la mesa del hombre rico.
El pastor Daniel también vio al antiguo dictador militar de Nigeria. Vio a un cristiano que se había metido en prácticas ocultistas y se había separado del Señor, y a un pastor que había desfalcado dinero de su propia iglesia y además había mentido sobre ello. El antiguo pastor rogaba que devolvería el dinero si Daniel le podía ayudar a escapar del infierno. Aunque había diferentes tipos de torturas, todas las personas en el infierno se retorcían en agonía bajo una fuerza invisible que les agarraba y retorcía repetidamente. Todos estaban gritando, llorando y rechinando sus dientes. El pastor Daniel me dijo que si cada cristiano pudiese ver lo que él vio, no habría necesidad de predicar el evangelio, puesto que cada cristiano viviría el evangelio.
Lo más sorprendente es lo que ocurrió a continuación. El ángel que le escoltaba le dijo al pastor Daniel: “Si se va a apelar a tu historia aquí, sin duda serás arrojado al infierno”. El pastor Daniel inmediatamente se defendió diciendo: “¡Yo soy un hombre de Dios! ¡Yo le sirvo con todo mi corazón!”. Pero una biblia apareció en la mano del ángel, y fue abierta por Mateo 5 donde Jesús avisó que si uno llama a su hermano tonto es suficientemente culpable para ir al infierno de fuego (ver Mt 5,21-22). El pastor Daniel supo que era culpable por las palabras airadas que había dirigido a su mujer. El ángel también le recordó que Jesús prometió que Dios no perdonará nuestros pecados si nosotros no perdonamos a los demás (ver Mt 6,14-15), porque recogeremos lo que hemos sembrado. Sólo aquellos que son misericordiosos obtendrán misericordia (Mt 5,7). El ángel le dijo a Daniel que las oraciones que hizo cuando estaba muriendo en el hospital no tenían ningún efecto, porque rechazó perdonar a su esposa incluso cuando ella intentó reconciliarse en la mañana de su fatal accidente.
el pastor Daniel lloró ante esta revelación, pero el ángel le dijo que no llorase, porque Dios le iba a enviar de vuelta a la tierra para conceder la petición del hombre rico (ver Lc 16,27-30). Un hombre volvería de entre los muertos y advertiría a la gente acerca del infierno. El ángel dijo que la resurrección de Daniel serviría como un signo y que sería el último aviso para esta generación.
Finalmente, el pastor Daniel fue conducido a lo alto de una montaña, donde había un gran agujero lleno de oscuridad. Allí el ángel que le acompañaba condujo a Daniel hasta un hombre que había allí a quien no reconoció en un principio, pero pronto se dio cuenta de que era el evangelista alemán Reinhard Bonnke. El ángel le dijo a Daniel que ese hombre le ayudaría a difundir el evangelio de la salvación.
Tanto Daniel como el reverendo Bonnke cayeron dentro del hoyo, y entonces fue cuando el pastor Daniel saltó del a mesa donde yacía en la misión “Gracia de Dios”. Estaba de nuevo en su cuerpo tras haber estado muerto durante al menos 42 horas, casi dos días completos.
Como puedes imaginar, el pastor Daniel enfatiza enormemente en su predicación la necesidad de perdonar a aquellos que nos han hecho mal, para que nadie sufra el destino que él casi sufrió. Cuán importante es que obedezcamos los mandamientos de Jesús con respecto al perdón y a caminar en el amor los unos para con los otros, así como todo el resto de sus mandatos. Realmente es hora de que la iglesia se arrepienta y procure “la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hb 12,14). No es cuches a falsos maestros que enseñan que en último término la santidad no es esencial para ganar la vida eterna. Jesús avisó que solo aquellos que hagan la voluntad de su Padre entrarán en el reino de los cielos (ver Mt 7,21). No escuches a maestros que dicen que si tú en una ocasión eres salvo ya se te garantiza que serás siempre salvo. Jesús avisó a sus discípulos más cercanos (ver Mt 24,1-3) de la posibilidad de no estar preparados cuando él regresase y de ser lanzados al infierno (ver Mt 24,42-25,46).
Si esperamos que Dios nos perdone, debemos perdonar a los demás. Esto es lo que Jesús prometió solemnemente. ¿Estás preparado para estar delante de Jesús, sincero y sin culpa?