Sabemos que la Biblia nos enseña que nuestros cuerpos físicos están decayendo (Ver 2 Corintios 4:16). No hay nada que podamos hacer para detener las canas y el envejecimiento. Eventualmente, nuestra vista y nuestro oído no son tan buenos como cuando éramos jóvenes. No podemos correr tan rápido como antes. Nuestros corazones ya no son tan fuertes. Nos estamos desgastando poco a poco.
Pero esto no quiere decir que tenemos que morir de alguna enfermedad. Nuestros cuerpos simplemente pueden sólo dejar de funcionar completamente, y cuando esto suceda, nuestros espíritus dejarán los cuerpos cuando Dios nos llame a su casa en el cielo. Muchos creyentes han muerto así. ¿Porqué tú no?