Cuando los evangelistas modernos y pastores invitan a la persona no convertida a “aceptar a Jesús como salvador”, (una frase y concepto nunca encontrado en la escritura), usualmente esto revela un error fundamental en el entendimiento del evangelio. Cuando el carcelero de Filipos, por ejemplo, le preguntó a Pablo, qué debería hacer para ser salvo, Pablo no le respondió, “acepta a Jesús como tu salvador”, más bien le dijo “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:31 énfasis agregado). La gente es salva cuando ellos creen en el Señor Jesucristo. Vaya usted a saber, ellos no son salvos sólo porque creen en una doctrina acerca de la salvación o de Jesús sino cuando creen en una persona, El Señor Jesucristo. Eso es la fe salvadora. Muchas personas debido a que creen que la muerte de Jesús fue suficiente sacrificio por sus pecados, o que la salvación es por fe, o cientos de otras cosas acerca de Jesús y la salvación, piensan que tienen fe salvadora. Pero no la tienen. El Diablo también creé todas estas cosas acerca de Jesús y la salvación. La fe salvadora consiste en tener fe en Jesús. Y, ¿quién es Él? Él es el Señor.
Obviamente, si yo creo que Jesús es Señor, tengo que actuar como si Él fuera mi Señor, sometiéndome a Él desde mi corazón. Si no me someto a Él, no creo en Él. Si alguien dice, “creo que hay una serpiente con veneno mortal en mis botas” y después calmadamente se pone sus botas, realmente no creé en lo que dice que él creé. La gente que dice que creé en Jesús, pero no se han arrepentido de sus pecados ni se han sometido a Jesús desde sus corazones, no han creído en Jesús realmente. Pueden creer en un Jesús imaginario, pero no en el Señor Jesús, aquel que tiene toda la autoridad en el cielo y en la tierra.
Todo esto es para decir que cuando el conocimiento de un ministro acerca del mensaje más fundamental de la cristiandad está errado, él va a tener problemas desde el comienzo. No hay ninguna forma en que pueda ser exitoso ante Dios si está presentando equivocadamente el mensaje más fundamental que Dios quiere que el mundo escuche. Pueda que él sea un pastor de una iglesia en crecimiento, pero está fallando miserablemente en el cumplimiento de la visión general de Dios para su ministerio.