Jesús, ese mismo día, dio a las multitudes un requisito más de lo que es ser un discípulo:
Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo (Lucas 14: 33).
De nuevo, sería lógico concluir que Jesús estaba usando una hipérbole. No necesitamos renunciar a todas nuestras posesiones en el sentido de que tenemos que dejar nuestro refugio, abrigo, y comida. Sin embargo, ciertamente tenemos que renunciar a nuestras posesiones en el sentido de dar la mayordomía de nuestras posesiones a Dios, y saber que ya no somos servidores del espíritu de codicia, pues servimos a Dios con nuestras posesiones. Ciertamente el resultado podría ser, renunciar a muchas de nuestras posesiones innecesarias y vivir una vida simple con una mayordomía generosa y compartir, como lo hicieron los primeros cristianos como leímos en el libro de los Hechos. Ser un discípulo de Cristo significa obedecer sus mandamientos y Él ordenó a sus seguidores el no hacerse tesoros en la tierra, si no, en el cielo.
En resumen, de acuerdo con lo que Jesús dijo, si yo soy su discípulo, tengo que llevar fruto. Tengo que amarlo grandemente, mucho más que a los miembros de mi propia familia. Tengo que estar dispuesto a enfrentar el inevitable y difícil trabajo que se levantará como resultado de mi decisión de seguirle. Y tengo que hacer, lo que Él me diga con mis posesiones y mis ingresos. (Y muchos de sus mandamientos tienen algo que decir en cuanto a esto así que no tengo que engañarme a mí mismo como muchos lo hacen diciendo, “si el Señor me dice que tengo que hacer algo con mis posesiones, haré cualquier cosa que Él me pida”).
¡Y esta es la clase de cristianos comprometidos y seguidores de Cristo que nosotros como ministros se supone que debemos producir! ¡Esta es la meta ordenada por Dios! Nosotros somos llamados a ser ¡Ministros formadores de discípulos!
Muchos ministros alrededor del mundo no parecen notar la falta de esta verdad fundamental. Si evalúan sus ministerios, como yo lo hice, llegarían a la conclusión como yo lo hice, de que están lejos del deseo y la expectación de Dios. Cuando consideré el nivel de compromiso con Cristo que demostraba la gente de mi congregación, tuve poca duda de que había muchos que no calificaban como verdaderos discípulos.
Pastores, echen un vistazo a su congregación. ¿A cuántos considera Jesús como sus discípulos de acuerdo a lo que Él dijo en Lucas 14:26-33? Evangelistas, ¿está el mensaje que ustedes predican produciendo gente que se compromete a obedecer todos los mandamientos de Cristo?
Ahora es el tiempo de evaluar nuestros ministerios, antes de que estemos en la evaluación final frente a Jesús. Si yo estuviera lejos de su meta, mejor la descubriría ahora que después. ¿No haría usted lo mismo?