Jesús continuó hablando a las multitudes que iban con Él y les dijo,
“El que no lleva su propia cruz y viene en pos de Mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14: 27).
Este es el segundo requisito que Jesús pide para ser su discípulo. ¿Qué fue lo que Él quiso decir? ¿Es necesario que los discípulos carguen largas vigas de madera?, No, Jesús estaba usando de nuevo una hipérbole.
La mayoría de personas, si no todas las personas judías que estaban escuchando a Jesús, habían presenciado a criminales condenados a morir crucificados. Los romanos crucificaban a los criminales a lo largo de la vía pública afuera de las puertas de la ciudad para así maximizar el efecto de la crucifixión para disuadirles del crimen. Por esta razón, yo sospecho que la frase “lleva tu cruz”, era una expresión muy común en los días de Jesús. Cada persona que era crucificada había escuchado a un soldado romano decir “toma tú cruz y sígueme”. Estas eran palabras que el condenado temía, pues él sabía que esta frase marcaba el comienzo de horas de gran agonía. Así que esta frase pudo volverse una expresión común que significaba, “Acepta el inevitable duro trabajo que viene para ti”.
Yo me imagino a padres diciéndole a sus hijos, “hijo, yo sé que tú odias limpiar la letrina. Huele muy mal y es un trabajo muy sucio. Pero esta es tu responsabilidad una vez al mes, así que toma tu cruz y ve a limpiar la letrina”. Me imagino a esposas diciéndole a sus maridos, “querido, yo sé que tu odias pagarle los impuestos a los romanos, pero hoy es día de pagar impuestos, y el recolector de impuestos viene por la calle en este momento, así que toma tu cruz, y ve a pagarle”.
Tomar la cruz, es sinónimo de negarse a uno mismo y Jesús la uso con este sentido en Mateo 16:24: “Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame “. Esto puede ser parafraseado, “si alguien desea venir en pos de Mí, deje a un lado su agenda, prepárese para el difícil trabajo que viene como consecuencia de su decisión, y sígame”.
Así que, los verdaderos discípulos están dispuestos a sufrir por el hecho de seguir a Jesús. Ellos ya han considerado el costo que tendrá antes de comenzar, conocer el inevitable y difícil trabajo, y se lanzan con determinación a finalizar la carrera. Esta interpretación está respaldada por lo que Jesús dijo acerca de considerar el costo de seguirle. Con dos ilustraciones Jesús explicó esto:
¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que, después que haya puesto el cimiento no pueda acabarla y todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: “Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar”. ¿O, qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos le envía una embajada y le pide condiciones de paz. (Lucas 14: 28-32).
Jesús no pudo ser más claro: “Si tú quieres ser mi discípulo, considera el costo por anticipado, a no ser que renuncies tan pronto se te ponga difícil. Los verdaderos discípulos aceptan el difícil trabajo que vendrá como resultado de seguir a Jesús”.