Comenzando Correctamente

(Beginning Rightly)

Bíblicamente hablando, un discípulo es un sincero creyente del Señor Jesucristo, es alguien que permanece en su palabra y consecuentemente es libre del pecado. Un discípulo es aquel que está aprendiendo a obedecer todos los mandamientos de Cristo, y es alguien que ama a Jesús más que a su propia familia, sus propias comodidades, y sus posesiones y manifiesta este amor por su estilo de vida. Los verdaderos discípulos de Jesús se aman los unos a los otros y demuestran este amor en formas muy prácticas. Ellos llevan fruto.[1] Esta es la clase de gente que Jesús quiere.

Obviamente aquellos que no son sus discípulos, no pueden hacer discípulos para Él. Por eso, primeramente nosotros mismos tenemos que estar seguros de que somos sus discípulos antes de pensar en formar discípulos para Él. Muchos ministros, cuando exponen un criterio que va en contra de la definición bíblica de lo que es un discípulo, están lejos del sentir de Cristo. No hay esperanza de que tales ministros puedan hacer discípulos, y de hecho, no lo intentarán. No están suficientemente comprometidos con Jesucristo para sobrellevar las dificultades que vienen al hacer discípulos.

A partir de este punto, voy a asumir que los ministros que continuarán leyendo son discípulos del Señor Jesús, comprometidos completamente a obedecer sus mandamientos. Si tú no lo eres, no tiene caso que sigas leyendo hasta que hagas el compromiso necesario de ser un verdadero discípulo. ¡No esperes más, póstrate sobre tus rodillas y arrepiéntete! Por su maravillosa gracia, Dios te perdonará y te hará una nueva creación en Cristo.


[1] Esta definición es derivada de lo que ya hemos leído en Mateo 28:18-20, Juan 8:31-32; 13:25, 15:8 y Lucas 14: 25-33.