El pastor asume incorrectamente si piensa que la responsabilidad de su enseñanza es fundamentalmente el dar conferencias públicas semanales. El ministerio de la enseñanza de Jesús consistía no sólo en sus sermones públicos (que en su mayoría parece que eran muy cortos), sino también en sus conversaciones privadas que eran iniciadas por las indagaciones de sus discípulos. Además, estas conversaciones no eran limitadas a una media hora de un día a la semana en una iglesia, sino que ocurrieron a lo largo de playas, en casas, y caminando por calles de tierra, ya que Jesús vivió su vida en función de sus discípulos. El mismo modelo de enseñanza fue seguido por los apóstoles. Después de Pentecostés, los doce enseñaron “en el templo y de casa en casa” (Hechos 5:42, énfasis agregado). Ellos tenían diaria interacción con la comunidad de los creyentes. Pablo también enseño “públicamente y por las casas” (Hechos 20:20, énfasis agregado).
En este momento, si tú eres pastor, puedes estar comparando tu ministerio de enseñanza con el de Jesús y los primeros apóstoles. Tal vez ya te estás preguntando si lo que estás haciendo, es lo que Dios quiere que hagas, o si sólo estás haciendo lo que aprendiste por cientos de años de tradiciones en las iglesias. Si te estás preguntando esto, es algo bueno. Este es el primer paso en la dirección correcta.
Tal vez has ido más lejos. Quizás te has dicho a ti mismo, “¿cuándo encontraré el tiempo necesario requerido por este ministerio, enseñando a la gente casa por casa o involucrándoles en mi vida diaria para influenciarles fundamentalmente con mi ejemplo?” Ahora esta es una pregunta maravillosa, porque te llevará a preguntarte si hay algo aún más errado con el concepto moderno del rol de pastor.
Tal vez tú has pensado de ti mismo, “No estoy seguro de que quiera vivir todo el tiempo tan cerca de las personas de la iglesia. A mi me enseñaron en la escuela dominical que el pastor no debe de acercarse mucho a su congregación. Él debe de guardar cierta distancia para mantener su respeto profesional. Él no puede ser un amigo cercano de ellos”.
Tales pensamientos revelan que algo está verdaderamente mal con la forma en que las cosas se hacen en la iglesia moderna. Jesús era tan cercano a sus discípulos, que hasta uno de ellos recostó su cabeza en el pecho de Jesús en la última cena (ver Juan 13:23-25).
Literalmente vivieron juntos por varios años. ¡Suficiente con eso de mantener una distancia profesional con nuestros discípulos para ministrarlos exitosamente!