Cuando la gente escucha por primera vez acerca de la iglesia en casas, frecuentemente comete el error de imaginar que la única diferencia entre la iglesia en la casa y la iglesia en un edificio institucional es su tamaño y sus habilidades y alternativas para proveer “un ministerio”. La gente muchas veces concluye que la iglesia en la casa no puede ofrecer la calidad de ministerio que provee una iglesia en un edificio. Pero si alguno define la palabra “ministerio” como algo que debe contribuir a hacer discípulos, ayudándolos a ser como Cristo y equipándolos para su servicio, entonces sabremos que las iglesias institucionales no tienen ninguna ventaja y, como lo dije en el primer capítulo, pueden tener desventajas. Ciertamente la iglesia en las casas no puede proveer la cantidad de actividades multifacéticas que ofrece una iglesia con un edificio institucional, pero pueden sobresalir al proveer el ministerio verdadero.
Alguna gente rechaza las iglesias en las casas diciendo que no son iglesias verdaderas, simplemente porque carecen de un edificio. Si esas personas hubieran vivido durante los primeros trescientos años de la iglesia, tendrían que haber rechazado todas las iglesias que existieron en el mundo y decir que no eran iglesias verdaderas. El hecho es que Jesús declaró, “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). Jesús no dijo nada respecto a dónde los creyentes deberían reunirse y de hecho, si tan sólo hay dos creyentes que se reúnen en su nombre, Él promete estar en medio de ellos. Lo que los discípulos de Cristo hacen frecuentemente en restaurantes, compartiendo su comida, intercambiando verdades, enseñándose y amonestándose unos a otros es más parecido a las reuniones de la iglesia neotestamentaria, que lo que ocurre hoy en día en muchos de los edificios llamados iglesias cada domingo en la mañana.
En el capítulo anterior, enumeré algunas ventajas que las iglesias en casas tienen sobre las iglesias institucionales. Me gustaría comenzar este capítulo enumerando unas cuantas razones más del por qué el modelo de la iglesia en la casa es una alternativa bíblica muy válida que puede ser muy efectiva en el propósito de hacer discípulos. Sin embargo, primero, déjeme aclarar que mi objetivo no es atacar las iglesias institucionales o sus pastores. Hay multitudes de pastores de corazón sincero con iglesias en edificios institucionales que hacen todo lo que pueden para complacer a Dios. Yo enseño a miles de pastores de este tipo de iglesias cada año y los amo y aprecio mucho. Ellos están entre la gente más amable de este mundo. Y porque yo sé lo increíblemente difícil que es su trabajo, quiero presentarles una alternativa que les ayudará a tener menos dificultades y al mismo tiempo a ser más efectivos y felices en lo que hacen. El modelo de la iglesia en la casa es bíblico y potencialmente se dirige a una efectiva meta de hacer discípulos y de expandir el reino de Dios. Tengo muy poca duda sobre el hecho de que la mayoría de pastores que trabajan en instituciones serían más felices, más efectivos y más exitosos si ellos fueran ministros en una iglesia que se encontrara en una casa.
Yo fui pastor en una institución por más de veinte años; traté de dar lo mejor de mí con todo lo que sabía. Pero fue hasta después de visitar muchas iglesias el domingo en la mañana por varios meses que me di cuenta de lo que es asistir a la iglesia como un “laico”. Mis ojos fueron abiertos y empecé a entender por qué tanta gente no siente entusiasmo por ir a la iglesia. Como casi toda persona, excepto el pastor, yo llegaba únicamente a sentarme a la banca prácticamente a esperar que el culto terminara. Cuando al fin terminaba, podía interactuar con otros como un participante más y no sólo como un espectador aburrido. Esta experiencia fue uno de los muchos catalizadores que me hicieron pensar sobre una mejor alternativa y empecé a estudiar acerca de la iglesia en la casa. Me sorprendí al darme cuenta que existen millones de iglesias en las casas alrededor del mundo y llegué a la conclusión de que las iglesias en las casas tienen algunas ventajas definitivas sobre las iglesias institucionales.
Muchos pastores que leen este libro no dirigen iglesias en las casas sino iglesias institucionales. Sé que mucho de lo que he escrito inicialmente puede ser difícil de aceptar para ellos pues se puede ver muy radical al principio. Pero les pido que tomen un tiempo para contemplar lo que tengo que decir y no espero que estén de acuerdo con todo lo que digo de un día para otro. Pero lo que he escrito ha sido para pastores, y lo hago motivado por mi amor por ellos y sus iglesias.