El Ministerio de la Enseñanza

(The Ministry of Teaching)

En este capítulo consideraremos varios aspectos acerca del ministerio de la enseñanza. La enseñanza es la responsabilidad de los apóstoles, profetas, evangelistas,[1] pastores-ancianos-superintendentes, maestros (por supuesto) y en cierto grado, todos los seguidores de Cristo, pues se supone que todos debemos de hacer discípulos y obedecer todos los mandamientos de Cristo.[2]

Como lo enfaticé previamente, el ministro o el pastor formador de discípulos, enseña primeramente con su ejemplo y segundo, verbalmente. ÉL predica lo que practica. El apóstol Pablo, un formador de discípulos muy exitoso, escribió:

“Sed imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo.”

Esta debe de ser la meta del ministro, el ser honestamente capaz de decir a los que él lidera, “actúen como yo. Si desean saber cómo vive su vida un seguidor de Cristo, solamente obsérvenme”.

En contraste, puedo recordar la oportunidad en que dije a una congregación de la que yo fui pastor, “No me sigan a mí, sigan a Cristo”. Aunque no se me ocurrió en el momento, estaba admitiendo que no era un buen ejemplo a seguir. De hecho, estaba admitiendo que no era un genuino seguidor de Cristo, y les decía a todos los demás que hicieran lo que yo no hacía ¡Qué diferente es esto de lo que Pablo dijo! En verdad, si no podemos decirle a la gente que nos imite porque nosotros imitamos a Jesús, no deberíamos estar en el ministerio, porque la gente toma a los ministros como su modelo a seguir. La iglesia es un reflejo de sus líderes.


[1] La predicación del evangelio por parte de los evangelistas se puede considerar una forma de enseñar y los evangelistas ciertamente necesitan proclamar un evangelio preciso y bíblico.

[2] A todos los creyentes no se les ha dado la responsabilidad de enseñar públicamente a grupos de gente, pero todos tienen la responsabilidad de enseñar individualmente para hacer discípulos (ver Mateo 5:19; 28:19-20: Colosenses 3:16; Hebreos 5:12).