Todo esto es para decir que Dios no ama a sus hijos obedientes en la misma forma en que ama a los pecadores. Él ama a los pecadores solamente con un amor misericordioso, y este amor es temporal, durando hasta que ellos mueran. Al mismo tiempo que los ama con un amor misericordioso, los aborrece y son abominables para Él, pues los desaprueba por su forma de ser. Esto es lo que la Escritura enseña.
Por otro lado, Dios ama a sus hijos mucho más que a los que no han nacido de nuevo. Él los ama primeramente con un amor con aprobación de parte de Él, porque se han arrepentido y han decidido seguirle y obedecer sus mandamientos. Así que, como crecen en santidad, Él tendrá menos y menos razones para amarlos con un amor misericordioso, y más y más razones para amarlos con un amor de aprobación, que es exactamente nuestro deseo.
También se debe decir que la descripción del amor de Dios por parte de varios predicadores y maestros modernos es inapropiada y no está bien enfocada. A la luz de lo que la Escritura dice, toma un momento para evaluar las siguientes frases conocidas acerca del amor de Dios:
1. No hay nada que puedas hacer para que Dios te ame más o menos de lo que te ama ahora.
2. No hay nada que puedas hacer para detener el amor de Dios.
3. El amor de Dios es incondicional.
4. Dios ama a todos por igual.
5. Dios ama al pecador pero odia al pecado.
6. No hay nada que puedas hacer para ganar o merecer el amor de Dios.
7. El amor de Dios por nosotros no está basado en nuestras acciones.
Todas las declaraciones que acabo de citar anteriormente son erróneas y falsas, pues la mayoría niega el amor con aprobación de Dios y habla incorrectamente de su amor misericordioso.
En relación a (1), sí hay algo que los creyentes pueden hacer para que el amor con aprobación de Dios crezca para ellos: ellos pueden ser más obedientes. Y ellos también pueden hacer algo para que el amor con aprobación de Dios disminuya: desobedecer. Para los pecadores hay algo que ellos pueden hacer para que Dios los ame mucho más: el arrepentimiento. Y así ellos ganarán el amor con aprobación de Dios. Y también los pecadores pueden hacer algo para que Dios los ame menos: morir. Pues así ellos perderían el único amor que Dios tenía por ellos, el amor misericordioso.
En relación a (2), los cristianos pueden perder el amor con aprobación de Dios si regresan a la práctica del pecado, llegando a una posición donde sólo tendrán el amor misericordioso de Dios. Y otra vez los no creyentes podrían morir y eso detendría el amor misericordioso de Dios, el único amor que Dios tuvo por ellos.
En relación a (3), el amor con la aprobación de Dios es ciertamente condicional. Y aún su amor misericordioso es condicional mientras que la persona esté físicamente viva. Después de la muerte, el amor misericordioso de Dios termina, por esto es condicional porque sólo es temporal.
En relación a (4), sería más apropiado decir que Dios no ama a todos de la misma forma, porque todos, pecadores y santos no se parecen, y Él aprueba y desaprueba en varios grados. Ciertamente es verdad que el amor de Dios no es el mismo para los santos y para los pecadores.
En relación a (5), Dios aborrece a los pecadores y a los pecados. Suena mejor decir que Dios ama al pecador con un amor misericordioso y odia sus pecados. Desde el punto de vista de su amor con aprobación, Él los aborrece.
En relación a (6), cualquiera puede y todos deberían tratar de ganar el amor con aprobación de Dios, por supuesto que nadie puede ganar su amor misericordioso, porque es incondicional.
Finalmente, en relación a (7), el amor misericordioso de Dios no se basa en nuestras acciones, pero el amor con aprobación de Dios sí.
Todo esto es para decir que el ministro que hace discípulos debe presentar el amor de Dios apropiadamente, como la Biblia lo describe, porque Dios no quiere que nadie sea engañado. Sólo las personas que tienen el amor con aprobación de Dios entrarán al cielo y Dios solamente da este amor a aquellos que han nacido de nuevo y que obedecen a Jesús. El ministro que hace discípulos nunca enseñará aquello que pueda apartar a su gente de la santidad. Su meta es la misma meta de Dios, el hacer discípulos que obedezcan todos los mandamientos de Cristo.