“Viendo la multitud, subió al monte y se sentó. Se le acercaron sus discípulos, y Él, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:” (Mateo 5:1-2).
Parece que Jesús a propósito redujo el número de su audiencia al alejarse de la “multitud” y subir al monte. Se nos dice que “se le acercaron sus discípulos”, indicando que sólo aquellos que estaban deseosos de escucharle estaban dispuestos a subir y escalar el monte hasta llegar donde Él estaba. Aparentemente fueron muchos; se les llama “las multitudes” en el capítulo 7:28.
Entonces Jesús comenzó su sermón, hablando a sus discípulos, y desde el inicio podemos ver el tema que este sermón va a tener. Él les dice que ellos serán bienaventurados si poseen ciertas características, porque estas características pertenecen solamente a los herederos del cielo. Éste será su tema principal para este sermón, sólo los santos heredarán el Reino de Dios. Las bienaventuranzas, como se les llama, se encuentran en el 5:3-12, y hablan acerca de este tema.
Jesús enumeró varias características diferentes que distinguían a la gente bienaventurada, y Él promete un número de bendiciones específicas para ellos. Los lectores casuales pueden asumir frecuentemente que cada cristiano debe encontrarse a sí mismo en una y sólo en una bienaventuranza. Sin embargo los lectores cuidadosos se dan cuenta que Jesús no estaba hablando de diferentes clases de creyentes que recibirían variedad de bendiciones, sino acerca de todos los verdaderos creyentes que recibirían todas estas futuras bendiciones y heredarían el Reino de los Cielos. No hay otra manera inteligente de interpretar sus palabras:
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tiene hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros” (Mateo 5:3-12).