El siguiente tema en la lista de agravios que expuso Jesús era la distorsión farisaica de un verso muy conocido del Antiguo Testamento. Ya hemos considerado este pasaje en el capítulo acerca de la interpretación bíblica.
“Oísteis que te fue dicho: “ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues” (Mateo 5: 38-42).
La ley de Moisés declaraba que cuando una persona era encontrada culpable en la corte por agraviar a otra persona, su castigo sería equivalente al daño que había causado. Si él le rompía un diente a alguien, aplicando la justicia, su diente sería roto. Este mandamiento fue dado para asegurar que la justicia se cumpliría en los casos de la corte para ofensas mayores. Dios instituyó un sistema de cortes y juicios bajo la ley para desalentar el crimen, asegurar la justicia y refrenar la venganza. Y Dios mandó a los jueces a ser imparciales y justos en sus juicios. Debían administrar el concepto de “ojo por ojo y diente por diente”. Sin embargo, esta frase y mandamiento abundan en pasajes relacionados a la justicia en las cortes.
No obstante, una vez más, los escribas y fariseos habían alterado el mandamiento, con el objetivo de hacer un mandamiento en el que fuera posible la venganza personal como una obligación santa.
Aparentemente, ellos habían adoptado la política de “cero tolerancia”, buscando la venganza, inclusive por ofensas pequeñas y menores.
Sin embargo, Dios siempre ha esperado más de su pueblo. La venganza es algo que Él expresamente prohíbe (ver Deuteronomio 32:35). El Antiguo Testamento enseña que el pueblo de Dios debe mostrar amabilidad con sus enemigos (ver Éxodo 23:4-5; Proverbios 25:21-22). Jesús apoyó esta verdad cuando dijo a sus discípulos que voltearan la otra mejilla y que fueran una milla extra cuando se relacionaban con la gente malvada. Cuando se nos abusa de cierta forma, Dios quiere que seamos misericordiosos, devolviendo bien por mal.
Pero, ¿espera Jesús que le permitamos a la gente tomar ventaja sobre nosotros de una manera grosera, permitiendo que ellos arruinen nuestras vidas si lo desean? No. Jesús no estaba hablando de obtener la debida justicia por las ofensas mayores en la corte, sino acerca de tomar venganza personal por infracciones pequeñas. Note que Jesús no dijo que nosotros deberíamos ofrecer nuestro cuello para que nos estrangulara a alguien que nos acaba de apuñalear por la espalda. Él no dijo que deberíamos darle a alguien nuestra casa, si antes ha demandado nuestro carro. Jesús simplemente nos dice que mostremos tolerancia y misericordia en alto grado, al encontrarnos diariamente con ofensas menores y pequeñas y con los obstáculos normales que presenta la gente egoísta. Él quiere que seamos más amables de lo que la gente egoísta espera. Los escribas y los fariseos nunca llegaron a ese nivel.
¿Por qué muchos que se dicen ser cristianos se ofenden con tanta facilidad? ¿Por qué se enojan tan rápidamente por ofensas que son diez veces más pequeñas que una bofetada en la mejilla? ¿Son ellos salvos? El ministro que hace discípulos da el ejemplo de poner la otra mejilla, y les enseña a sus discípulos a hacer lo mismo.