Tomemos un momento para mencionar algo acerca de nuestros cuerpos. Aunque estos morirán en algún momento, nuestra muerte física no será permanente. Vendrá el día cuando Dios mismo resucitará a todo cuerpo humano que haya muerto. Jesús dijo,
“No os asombréis de esto, porque llegará la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5: 28-29).
El apóstol Juan escribió en el libro de Apocalipsis que la resurrección de los cuerpos de los inicuos ocurriría por lo menos mil años después de la resurrección de los cuerpos de los justos:
“Y vivieron (los santos que fueron decapitados en la gran tribulación) y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.[1] Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección…. Serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:4b-6).
La Biblia también nos informa que cuando Jesús vuelva para llevarse a su iglesia, todos los cuerpos muertos de los justos serán resucitados y se juntarán con sus espíritus cuando vuelvan del cielo con Jesús a la atmósfera de la Tierra:
“Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron con él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. El Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:14-17).
Dios formó al primer hombre del polvo de la tierra, y no debe ser ningún problema para Él tomar los elementos del cuerpo de cada persona y volver a dar forma a sus cuerpos individuales con los mismos materiales.
Concerniente a la resurrección de nuestros cuerpos, Pablo escribió:
“Así también sucede con la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual….Pero esto os digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. Os digo un misterio: No todos moriremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados, pues es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción y que esto mortal se vista de inmortalidad” (1 Corintios 15:42-44a, 50-53).
Nótese que las características de nuestros cuerpos nuevos es que estos serán inmortales e incorruptibles. ¡Estos nunca envejecerán, o se enfermarán, o morirán! Nuestros cuerpos nuevos serán igual al cuerpo nuevo que recibió Jesús luego de su resurrección:
“Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo mortal en un cuerpo glorioso semejante al suyo, por el poder por el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:20-21, énfasis agregado).
El apóstol Juan también afirmó esta maravillosa verdad:
“Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal como Él es” (1 Juan 3:2, énfasis agregado).
Aunque es imposible para nuestras mentes comprender de lleno esta verdad, ¡podemos creer y regocijarnos por lo que nos espera![2]
[1] Ya que Juan dijo que ésta era la “primera resurrección”, esto nos lleva a creer que no hubo otra resurrección masiva antes. Debido a que ésta toma lugar al final de la gran tribulación del mundo, cuando Jesús vuelva, esto contradice la idea de un rapto anterior a esta tribulación. Como sabemos, habrá una resurrección masiva cuando Jesús venga para el rapto de la iglesia de acuerdo con 1 Tesalonicenses 4:13-17. Estudiaremos más de esto en otro capítulo titulado Los Tiempos Finales.
[2] Para un estudio posterior acerca del tema de la resurrección, vea Danie112:1-2; Juan 11:23-26; Hechos 24:14-15; 1 Corintios 15:1-57.