Una vez, Jesús habló con un líder judío llamado Nicodemo acerca de la necesidad del espíritu humano de nacer de nuevo por la acción del Espíritu Santo:
“le respondió Jesús (a Nicodemo): De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el Reino de Dios. Nicodemo le preguntó: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: “os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:3-7).
Al principio, Nicodemo pensó que Jesús estaba hablando acerca de un renacimiento físico, cuando Él dijo que una persona debe nacer de nuevo para entrar al Reino de Dios. Sin embargo, Jesús dejó claro que Él estaba hablando acerca de un renacimiento espiritual. Esto quiere decir que el espíritu de la persona debe nacer de nuevo.
La razón por la cual necesitamos nacer de nuevo en el espíritu es porque nuestros espíritus han sido infectados con maldad y una naturaleza pecadora. Esta naturaleza pecadora se describe con frecuencia en la Biblia como muerte. Para un mejor entendimiento, nos referiremos a esta naturaleza maligna como muerte espiritual y así podremos diferenciar entre ésta y la muerte física (que es cuando los cuerpos físicos dejan de funcionar).