Hay una palabra que describe a la perfección la naturaleza de nuestros espíritus que han nacido de nuevo, y esta palabra es Cristo. A través del Espíritu Santo, cuya naturaleza es idéntica a la de Jesús, nosotros también tenemos la naturaleza de Jesús viviendo en nosotros. Pablo escribió, “ya no vivo yo, más vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20).
Debido a que tenemos Su habilidad y naturaleza en nosotros, tenemos un potencial maravilloso para vivir como Cristo. Realmente no necesitamos más amor, paciencia o dominio propio, ¡porque tenemos a la persona más amorosa, paciente y con mayor dominio propio viviendo en nosotros! Lo único que debemos hacer es permitirle que viva a través de nosotros.
Sin embargo, todos tenemos un gran adversario que trata de impedir que la naturaleza de Jesús se manifieste en nosotros; y este adversario es la carne. Con razón Pablo nos dijo que debemos crucificar nuestra carne. Es nuestra responsabilidad el hacer algo con nuestra carne, y es una pérdida de tiempo el pedirle a Dios que haga algo al respecto. Pablo también tuvo problemas con su naturaleza carnal, pero él se responsabilizó y la superó:
“sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:27).
Tú también tendrás que esclavizar tu cuerpo a tu espíritu, si quieres caminar en santidad ante el Señor. ¡Tú lo puedes hacer!