Desde El Inicio

(From the Beginning)

Para comenzar, vamos a considerar las escrituras desde sus primeras páginas que hablan acerca de las mujeres. Las mujeres, al igual que los hombres, son creadas a la imagen de Dios:

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).

Por supuesto que sabemos que Dios creó a Adán antes que a Eva, y esto es, de acuerdo con Pablo, un hecho verdaderamente significativo (ver Timoteo 2:3). Consideraremos después el significado de este orden de la creación que Pablo explica; sin embargo, esto no prueba que los hombres son superiores a las mujeres. Sabemos que Dios creó a los animales antes que a los seres humanos (ver Génesis 1:24-28) y nadie diría que los animales son superiores a la gente.[1]

La mujer fue creada para ser la ayuda de su esposo (ver Génesis 2:18). De nuevo, esto no prueba su inferioridad, sino que sólo revela su rol en el matrimonio. El Espíritu Santo se nos ha dado como ayuda, pero Él no es inferior a nosotros. Al contrario, ¡Él es superior a nosotros! Y bien se puede decir que la creación de la mujer por parte de Dios, como ayuda del esposo, ¡prueba que los hombres necesitaban ayuda! Fue Dios el que dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo (ver Génesis 2:18). Esta verdad se ha comprobado en incontables oportunidades a lo largo de la historia al ver el fracaso de los hombres cuando carecen de la ayuda de sus esposas.

Finalmente, podemos notar desde las páginas iniciales de Génesis, que la primera mujer fue formada de la carne del primer hombre. Ella fue tomada de él, señalando el hecho de que a él le falta algo sin ella y que originalmente los dos eran uno. Más aún, lo que Dios separó llegaría a ser uno de nuevo por medio de la unión sexual, un medio que no sólo serviría para el propósito de la procreación, sino también para la expresión del amor y el disfrute del placer mutuo, razón por la cual los dos dependen uno del otro.

Todas las cosas acerca de estas lecciones de la creación, están en contra de la idea de que un sexo sea superior al otro, o de que uno tenga más dominio sobre otro.

Y sólo porque Dios ha diseñado diferentes roles para la mujer en el matrimonio o en el ministerio, esto no tiene nada que ver con su grado de igualdad con los hombres en Cristo, en quien “no hay hombre ni mujer” (Gálatas 3:28).


[1] También debemos notar que todo hombre desde Adán ha sido creado por Dios después de que Él ha creado la mujer que le da el ser. Después de Adán, todo hombre ha nacido de mujer, como Pablo nos lo recuerda en 1 Corintios 11:11-12. Con seguridad nadie discutiría que este orden divino prueba que los hombres son inferiores a sus madres.