Finalmente llegamos al segundo “pasaje Problemático”, que se encuentra en la primera carta de Pablo a Timoteo:
“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. No permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Pues Adán fue formado primero, después Eva, y Adán no fue engañado, sino que la mujer siendo engañada, incurrió en trasgresión” (1 Timoteo 2:11-14).
Con seguridad Pablo, sabía que María, Débora, Hulda y Ana, cuatro profetisas que hablaron por medio de Dios a los hombres y a las mujeres, enseñaron efectivamente la voluntad de Dios. Con seguridad él sabía que Débora, una juez de Israel, ejercía cierto grado de autoridad sobre los hombres y las mujeres. Con seguridad él sabía que Dios había dado de su Espíritu en el día del Pentecostés, cumpliendo parcialmente la profecía de Joel de que en los últimos días Dios iba a poner de su Espíritu sobre toda carne y así los hijos e hijas profetizarían la palabra de Dios. Con seguridad él sabía que Jesús le había ordenado a varias mujeres a llevar su mensaje a Sus discípulos. Con seguridad él sabía, debido a sus propias palabras de aprobación, escritas a la iglesia de los corintios, que las mujeres podían orar y profetizar durante las reuniones de la iglesia. Con seguridad él recordaba que él le había dicho a los corintios que cualquiera de ellos podía recibir una enseñanza del Espíritu Santo para compartir con el resto del cuerpo (ver 1 Corintios 14:26). Así que, ¿qué intentó decir él cuando escribió esas palabras a Timoteo?
Note que Pablo habla de dos hechos relacionados con Génesis como base para su instrucción: (1) Adán fue creado antes que Eva y (2) Eva y no Adán fue engañada y cayó en trasgresión. El primer hecho establece la relación apropiada entre el esposo y la esposa. Como se había enseñado por el orden de la creación, el esposo es la cabeza, algo que Pablo enseña en otra parte (ver 1 Corintios 11:3; Efesios 5:23-24).
El segundo hecho que Pablo menciona no quiere decir que la mujer es engañada más fácilmente que el hombre, porque no lo es. De hecho, debido a que hay más mujeres que hombres en el cuerpo de Cristo, se podría decir que los hombres son más propensos a ser engañados que las mujeres. Más bien, el segundo hecho muestra que cuando el orden que Dios ha creado para la familia se ve afectado, Satanás puede entrar en ésta. Todo el problema de la humanidad comenzó en el jardín cuando la relación entre el hombre y la mujer perdió su orden y la esposa de Adán no se sometió a él. Adán debió haberle comunicado a su esposa la instrucción acerca del fruto prohibido (ver Génesis 2:16-17; 3:2-3). Sin embargo, ella no obedeció la instrucción. En cierto sentido ella ejerció autoridad sobre él cuando le dio el fruto prohibido para comer (ver Génesis 3:6). En este caso no se trataba de Adán liderando a Eva; era Eva liderando a Adán. El resultado fue un desastre.