El orden de Dios para la familia ciertamente debería ser demostrado por la iglesia. Como lo dije antes, es importante tener en mente que por los primeros trescientos años de la historia de la iglesia, las congregaciones eran pequeñas. Se reunían en casas. El pastor-anciano-superintendente era como el padre de familia. Esta estructura de la iglesia que Dios ordenó se parece mucho a la familia, y de hecho era una familia espiritual, en donde si una mujer lideraba, podía quizá enviar un mensaje erróneo a las familias dentro y fuera de la iglesia. Imagine a una mujer pastora-anciana-superintendente que enseñara regularmente en una iglesia casera, y su esposo se sentara obediente, escuchando su enseñanza y se sometiera a la autoridad de ella. Esto iría en contra del orden de la familia que Dios creó, y se daría un mal ejemplo.
Esto es lo que las palabras de Pablo querían decir. Note que estas palabras se encuentran muy cerca del contexto de los requisitos para ancianos (ver 1 Timoteo 3:1-7), uno de los cuales era que la persona fuera un hombre. También se debe notar que los ancianos deben enseñar con regularidad en la iglesia (ver 1 Timoteo 5:17). Las palabras de Pablo en cuanto a que las mujeres callaran al recibir la enseñanza sin ser ellas las que enseñaran o ejercieran autoridad sobre los hombres, están obviamente relacionadas con el orden apropiado de la iglesia. Lo que él describe como algo inapropiado para las mujeres, en parte o como un todo, es tener el cargo de pastor-anciano-superintendente.
Esto no quiere decir que una mujer/ esposa no puede, bajo la sumisión de su esposo, orar, profetizar, recibir una breve enseñanza para compartir con el resto del cuerpo, o hablar en general durante las reuniones de la iglesia. Todo esto ella lo puede hacer sin tener que violar el orden divino de Dios, como también ella puede hacer todas estas cosas en la casa sin violar el orden de Dios. Lo que a ella se le prohibía en la iglesia era nada más y nada menos que lo que a ella se le prohibía hacer en la casa—ejercer autoridad sobre su esposo.
También notamos en los versículos siguientes que las mujeres podían servir en el oficio de diaconisas como también los hombres servían de diáconos (ver 1 Timoteo 3:12). Servir en la iglesia como un diácono, o como una sierva, pues es lo que esta palabra quiere decir, no implica ninguna violación del orden de Dios entre los maridos y sus esposas.
Esta es la única forma en que puedo ver armonía en las palabras de Pablo en 1 Timoteo 2:11-14 con lo que el resto de la escritura enseña. En todos los pasajes de la Escritura que hemos visto acerca de cómo Dios usa a las mujeres, ninguno sirve como modelo de la familia como sí lo hace la iglesia, y por esto ninguno violó el orden de Dios. En ninguna parte encontramos un modelo inapropiado de esposas imponiendo autoridad sobre sus esposos en el escenario de familia. De nuevo, imagine una pequeña reunión de varias familias en una casa y la esposa a cargo de esta reunión, enseñando y supervisando todo mientras su esposo tranquilamente se sienta y se somete al liderazgo de ella. Esto no es lo que Dios desea, pues va en contra del orden que Dios creó para la familia.
Aunque Débora era juez de Israel, Ana le habló a los hombres acerca de Cristo, y María y sus amigas le dijeron a los discípulos acerca de la resurrección de Jesús, ninguna de ellas dio un mensaje erróneo o en una forma inapropiada que fuera en contra del modelo de la unidad familiar. Las reuniones regulares de la iglesia pueden ser un escenario único en donde existe un gran peligro para enviar un mensaje erróneo si las mujeres/ esposas ejercen autoridad y enseñan con regularidad a los hombres/ esposos.