Me gustaría también sugerir que aun aquellos que nunca han leído el segundo capítulo de Génesis, por instinto ya saben que el divorcio es erróneo, debido a que el pacto del matrimonio de por vida es practicado en muchas culturas paganas donde la gente no tiene ningún conocimiento bíblico. Como Pablo escribió en su carta a los romanos:
“Cuando los gentiles que no tienen la ley hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan la ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos” (Romanos 2:14-15).
El código de ética divino está escrito en cada corazón humano. De hecho, este código de ética que habla a través de la conciencia es toda la ley que Dios nos ha dado, exceptuando a los israelitas, desde Adán hasta el tiempo de Jesús. Cualquiera que contemple la posibilidad de un divorcio, se encontrará lidiando con su conciencia y la única forma en que pueda superar su conciencia es encontrando una buena justificación para su divorcio. Si procede al divorcio sin una buena justificación, su conciencia lo condenará, aunque trate de suprimirlo.
Hasta donde sabemos, por veintisiete generaciones desde Adán hasta que se dio la ley de Moisés a Israel alrededor de 1440 años antes de Cristo, la ley de la conciencia fue la única revelación que Dios había dado, incluyendo a los israelitas, en materia de divorcio y segundo matrimonio. Dios consideró que eso era suficiente. (Recuerde que Moisés no escribió Génesis 2 hasta el tiempo del Éxodo). Ciertamente parece razonable pensar que durante estas veintisiete generaciones antes de la ley mosaica, que incluía los tiempos del diluvio de Noé, algunos millones de matrimonios durante esos cientos de años terminaron en divorcio. También parece razonable el concluir que Dios, que nunca cambia, estaba dispuesto a perdonar a aquellos que se habían divorciado si confesaban y se arrepentían de su pecado. Podemos tener la seguridad de que la gente podía ser salva, y justificada por Dios, antes de que se diera la ley de Moisés, como lo fue Abraham, a través de su fe (ver Romanos 4:1-12). Si la gente pudo ser declarada justa, a través de la fe desde Adán hasta Moisés, esto quería decir que ellos podían ser perdonados de cualquier cosa, incluyendo el divorcio. Por esto, mientras empezamos a hablar acerca del tema del divorcio y el segundo matrimonio, me pregunto: ¿Podían aquellos que incurrían en el pecado del divorcio antes de la ley mosaica y que recibían perdón de Dios, sentirse entonces culpables por causa de sus conciencias (Pues no había ninguna ley escrita) y así sentirse culpables si se casaban de nuevo? Yo sólo expongo la pregunta.
¿Qué pasa entonces con las víctimas del divorcio, aquellas que se divorciaron sin tener culpa de ello, sino que era culpa de sus egocéntricas parejas? ¿Les prohibía su conciencia el casarse de nuevo? Esto no me parece una opción. Si un hombre abandonaba a su mujer por otra mujer, ¿qué puede llevarla a pensar que ella no tiene el derecho de casarse de nuevo? Ella se divorció sin tener culpa de ello.