Note que Jesús dijo, “el que repudia a su mujer, excepto por causa de fornicación, hace que ella adultere“. Esto de nuevo nos lleva a creer que Él no estaba dando una nueva ley acerca de casarse de nuevo, sino sólo revelando la verdad del pecado de un hombre que se divorcia de su esposa por cualquier causa. Él “hace que ella adultere”. Por esto algunos dicen que Jesús le estaba prohibiendo a ella el casarse de nuevo, debido a que si lo hace comete adulterio. Pero esto es absurdo. El énfasis del pecado está en el hombre que se divorcia. Debido a lo que él hace, su esposa no tendrá otra opción sino casarse de nuevo, lo cual no es pecado de su parte, pues ella sólo es víctima del egoísmo de su esposo. Sin embargo, ante los ojos de Dios, debido a que el hombre dejó a su mujer sola con la única opción de casarse de nuevo, esto equivalía a forzar a su mujer a irse a la cama con otro hombre. Así que el que piensa que no ha cometido adulterio es culpable de doble adulterio, el de él y el de su esposa.
Jesús no pudo haber dicho que Dios encontraba culpable de adulterio a la víctima que era la esposa, pues esto sería completamente injusto, y de hecho no tendría validez si la esposa no se casaba de nuevo. ¿Cómo podía decir Dios que ella era una adúltera, a menos que se casara de nuevo? Esto no tendría sentido. Por esto se puede decir que Dios encuentra al hombre culpable de pecado por su propio adulterio y por el “adulterio” de su esposa, el cual no es adulterio del todo para ella. Es un segundo matrimonio legal.
¿Y qué acerca de la segunda declaración de Jesús que dice “cualquiera que se casa con una mujer divorciada comete adulterio”? Hay sólo dos posibilidades para que esto tenga validez. O Jesús estaba ahora agregando una tercera razón para el adulterio en contra del hombre que piensa que nunca ha cometido adulterio (por una razón similar a la acusación de adulterio por la esposa), o Jesús estaba hablando acerca del hombre que motiva a una mujer a que se divorcie de su marido para casarse con ella y así “no cometer adulterio”. Si Jesús estaba diciendo que cualquier hombre en el mundo que se casa con una mujer divorciada comete adulterio, entonces cada hombre israelita que, en completo cumplimiento con la ley de Moisés, se casó con una divorciada durante los cientos de años antes de Cristo, cometió adulterio. De hecho, cada hombre en la audiencia de Jesús de ese día, que se había casado con una mujer divorciada bajo la ley de Moisés, de pronto era culpable de lo que no era culpable un minuto antes, y Jesús debió haber cambiado la ley de Dios en ese momento. Además, cada persona en el futuro que se casara con una persona divorciada, confiando en las palabras de Pablo en su carta a los corintios que decía que tal cosa no era pecado, realmente estaba pecando, cometiendo adulterio.
Todo el espíritu de la Biblia me lleva a admirar a un hombre que se casaba con una mujer divorciada. Si ella había sido una víctima inocente del egoísmo de su anterior cónyuge, lo admiraría como admiro a un hombre que se casa con una viuda, tomándola bajo su cuidado. Si ella traía alguna vergüenza de su anterior matrimonio, lo admiraría por ser como Cristo al creer lo mejor de ella, y por su gracia al ofrecer olvido del pasado y por tomar el riesgo. ¿Por qué cualquiera que tiene el Espíritu Santo y que ha leído la Biblia concluiría que Jesús estaba prohibiendo a cualquier persona que se casara con alguien divorciado? ¿Cómo podría tal visión de esto encajar con la justicia de Dios, una justicia que nunca castigaría a alguien por ser una víctima, como es el caso de la mujer que se divorcia sin ser ella la culpable de esto? ¿Cómo puede esta visión encajar con el mensaje del evangelio, el cual ofrece perdón y otra oportunidad para el pecador que se arrepiente?