Algunas veces cuando intentamos ejercitar nuestra fe en Dios, fallamos en recibir lo que deseamos porque no estamos operando de acuerdo con la Palabra de Dios. Uno de los errores más comunes es cuando tratamos de creer en algo que Dios no nos ha prometido.
Por ejemplo, es bíblico para los matrimonios el confiar en Dios para recibir hijos, porque la Palabra de Dios contiene una promesa en la que se pueden basar. Yo he conocido matrimonios a los cuales sus doctores les han dicho que nunca tendrían hijos. Sin embargo, ellos escogieron creerle a Dios, aferrándose a las dos promesas que aparecen a continuación, y hoy ellos son padres de hijos saludables:
“Pero serviréis a Jehová, vuestro Dios, y Él bendecirá tu pan y tus aguas. Yo apartaré de ti toda enfermedad. En tu tierra no habrá mujer que aborte ni que sea estéril y alargaré el número de tus días” (Éxodo 23:25-26).
“Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti hombre ni mujer estéril” (Deuteronomio 7:14)
¡Estas promesas deben motivar a las parejas sin hijos! Sin embargo, el intentar creer específicamente que recibirán un niño o una niña, es otra historia. En la Biblia no hay promesas específicas que nos digan que podemos escoger el sexo de nuestros futuros hijos. Debemos mantenernos en los límites de la Escritura para que nuestra fe sea efectiva. Sólo podemos confiar en lo que Dios ha prometido.
Consideremos una promesa de la Palabra de Dios y luego determinemos lo que podemos creer basados en esta promesa:
“El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16).
Basados en esta escritura, con seguridad podemos confiar en que Jesús va a regresar.
Sin embargo, ¿deberíamos orar creyendo que Jesús va a regresar mañana? No, porque ni en esta escritura ni en ninguna otra escritura está esa promesa. De hecho, Jesús dijo que nadie sabe el día ni la hora de su retorno.
Por supuesto que nosotros podemos orar con la esperanza de que Jesús regrese mañana, pero esto no nos garantiza que ocurra. Cuando oramos en fe, tenemos la seguridad de que estamos orando para que las cosas ocurran, porque tenemos la promesa de Dios sobre eso.
Basados en la misma escritura, podemos confiar en que los cuerpos de aquellos creyentes muertos serán resucitados al regreso de Jesús. Pero ¿podemos tener la fe de que aquellos que estén vivos a la hora del regreso de Jesús recibirán cuerpos resucitados al mismo momento en que los “muertos en Cristo” lo reciban o tal vez antes de que ellos lo reciban? No, porque esta escritura nos promete lo contrario: “los muertos en Cristo resucitarán primero”. De hecho, el verso siguiente nos dice, “los que vivimos…. seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes” (1 Tesalonicenses 4:17). Por esto, no existe la posibilidad de que los “muertos en Cristo” no reciban sus cuerpos resucitados primero cuando Jesús regrese. La Palabra de Dios promete exactamente eso.
Si vamos a confiar en Dios para algo, tenemos que tener la seguridad de que es la voluntad de Dios el recibir lo que deseamos. La voluntad de Dios sólo puede determinarse con seguridad al examinar las promesas que están en la Biblia.
La fe funciona de la misma manera en el reino natural. Sería engañoso para ti el creer que yo visitaría tu casa mañana a medio día, a menos que, con anterioridad, te hubiera prometido que iba a estar ahí.
La fe, sin una promesa en la cual nos podamos afirmar, no es fe realmente, es un engaño. Así que antes de que le pidas a Dios cualquier cosa, primero pregúntate a ti mismo, ¿Cuál escritura en la Biblia promete lo que yo deseo? A menos que encuentres una promesa, no tendrás ningún fundamento para tu fe.