1.) El don de profecía: el don de profecía es una habilidad sobrenatural repentina de hablar por inspiración divina en la propia lengua del que habla. La manifestación de este don puede comenzar con las palabras: “Así dice el Señor”.
Este don no se trata de predicar o enseñar. La predicación y enseñanza inspirada sí contiene elementos de la profecía porque ha sido ungida por el Espíritu Santo, pero no es profecía en su sentido más estricto. Muchas veces un predicador o un maestro ungido dirá cosas que de repente son inspiradas por el Espíritu y que él no tenía planeado decir, pero esto no quiere decir que sea realmente una profecía, aunque supongo que se puede considerar como profético.
El don de profecía en sí mismo, sirve para edificar, exhortar y consolar:
“pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación” (1 Corintios 14:3).
Por esto el don de profecía, por sí mismo, no contiene revelación. Esto quiere decir que no revela nada acerca del pasado, del presente o del futuro, como sí lo hace la palabra de conocimiento y la palabra de sabiduría. Sin embargo, como lo dije previamente, los dones del espíritu pueden operar en conjunto, y así la palabra de sabiduría y la palabra de conocimiento pueden utilizarse en una profecía.
Cuando escuchamos a alguien que da una profecía que habla acerca de eventos futuros, realmente no sólo estamos escuchando una profecía; escuchamos una palabra de sabiduría a través de una profecía. El simple don de profecía es muy parecido a alguien que está leyendo las exhortaciones de la Biblia, como, “se fuerte en el Señor y en el poder de su fuerza” o “nunca te desampararé ni te abandonaré”.
Algunos están convencidos que las profecías del Nuevo Testamento no deberían contener nada “negativo”, de otra forma no encajarían en los parámetros de “edificación, exhortación y consolación”. Sin embargo, esto no es verdad. El limitar lo que Dios puede decir a su pueblo, permitiéndole únicamente decir lo que consideramos “positivo”, aunque sea necesaria una exhortación, es exaltarse a uno mismo por encima de Dios. El reprender puede estar definitivamente entre las categorías de edificación y exhortación. Yo he notado que los mensajes de Dios a las siete iglesias en Asia, que se encuentran en el libro de Apocalipsis escrito por Juan, ciertamente contienen elementos de exhortación y reprensión. ¿Deberíamos descartar estos mensajes? No lo creo.
2.) El don de diversos géneros de lenguas y de interpretación de lenguas: el don de diversos géneros de lenguas es la habilidad sobrenatural repentina de hablar en una lengua que no es conocida por el hablante. Este don normalmente irá acompañado del don de interpretación de lenguas, el cual es la habilidad sobrenatural repentina de interpretar lo que se dice en una lengua desconocida.
Este don se llama interpretación de lenguas y no traducción de lenguas. Así que no debemos esperar la traducción palabra por palabra del mensaje en lenguas. Por esta razón es posible que se tenga un pequeño “mensaje en lenguas” y una gran interpretación, y viceversa.
El don de interpretación en lenguas es muy similar a la profecía porque tampoco contiene ninguna revelación en sí mismo y normalmente es para edificación, exhortación y consolación. Podríamos casi decir que de acuerdo con 1 Corintios 14:5, las lenguas más la interpretación de lenguas es igual a una profecía:
“porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación”
Como lo dije anteriormente, no hay instrucción en la Biblia referente a cómo operar con los dones de poder, muy poca instrucción en cuanto a cómo operar con los dones de revelación, pero existe bastante instrucción de cómo utilizar los dones de expresión o de lenguas. Debido a que había alguna confusión en la iglesia de los corintios en relación al uso de los dones de expresión, Pablo dedicó casi todo el capítulo catorce de primera de Corintios a este tema.
El problema principal consistía en el uso apropiado de hablar en lenguas, porque, como ya leímos anteriormente en el capítulo del bautismo en el Espíritu Santo, cada creyente que ha sido bautizado en el Espíritu Santo tiene la habilidad de hablar en lenguas cada vez que lo desee. Los corintios hablaban bastante en lenguas durante sus cultos en las iglesias, pero, en gran parte, esta actividad no guardaba el orden deseado.