Pablo ofreció algunas instrucciones acerca de los “dones de revelación” en relación con su manifestación a través de los profetas:
“Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen lo que ellos dicen. Y si algo le es revelado a otro que está sentado, calle el primero. Podéis profetizar todos, uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas, pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz, como en todas las iglesias de los santos” (1 Corintios 14:29-33).
Al igual que había miembros del cuerpo en Corinto que aparentemente eran usados con frecuencia con el don de interpretación de lenguas y se les conocía como “intérpretes”, así también había unos que con frecuencia eran usados en el don de profecía y revelación que eran considerados “profetas”. Estos no serían profetas de la misma clase de los profetas del Antiguo Testamento o aun como Agabo en el Nuevo Testamento (ver Hechos 11:28; 21:10). Más bien, estos ministros habrían estado limitados al cuerpo de su propia iglesia local.
Aunque podía haber más de tres profetas presentes en la reunión de la iglesia, de nuevo Pablo pone condiciones, específicamente limitando el ministerio profético a “dos o tres profetas”. De nuevo, esto sugiere que cuando el Espíritu daba un don espiritual en una de esas reuniones, más de una persona podía recibir dichos dones. Si esto no hubiera sido así, la instrucción de Pablo impediría que la congregación disfrutara de algunos dones espirituales, ya que él limitaba el número de profetas que podían hablar.
Si había más de tres profetas presentes, los otros, aunque se abstenían de hablar, podían ayudar a juzgar lo que se decía. Esto también podría indicar su habilidad para discernir lo que el Espíritu estaba diciendo y posiblemente que ellos mismos podrían haberse rendido al Espíritu para ser usados con los dones manifestados a través de los otros profetas. De otro modo, sólo hubieran podido juzgar profecías y revelaciones en una forma general, asegurando que estaban de acuerdo con la revelación que Dios ya les había dado (encontrada en la Escritura), algo que cualquier creyente maduro podía hacer.
Pablo dijo que estos profetas podían hablar en orden (ver 1 Corintios 14:31) y que “el espíritu de los profetas estaba sujeto a los profetas” (1 Corintios 14:32), indicando que cualquier profeta podía abstenerse de interrumpir al otro, aun cuando se le había dado una profecía o una revelación para compartir con la iglesia. Esto muestra que el Espíritu puede dar dones al mismo tiempo a varios profetas presentes en una reunión, pero cada profeta debía controlar cuándo compartir sus profecías y revelaciones con el cuerpo.
Esto también es verdad concerniente a cualquier don de lengua o expresión que se pueda manifestar a través de cualquier creyente. Si una persona recibe un mensaje en lenguas o una profecía del Señor, puede esperar el momento adecuado en la reunión para comunicarlo. Sería erróneo que interrumpieras a otro que esté profetizando o enseñando con el fin de dar tu profecía.
Cuando Pablo dijo, “podéis profetizar todos, uno por uno” (1 Corintios 14:31), recuerda que él estaba hablando en el contexto de profetas que habían recibido profecías. Desafortunadamente, algunos han tomado las palabras de Pablo fuera de contexto, diciendo que todo creyente puede profetizar en toda reunión de la iglesia. El don de profecía es dado según la voluntad del Espíritu.