Las instrucciones de Pablo a los corintios eran muy específicas. En cualquier reunión dada, el número de personas a las que se les permitía hablar públicamente en lenguas estaba limitado a dos o tres. No deberían hablar al mismo tiempo, sino que deberían esperar su turno (ver 1 Corintios 14:27).
Pablo no necesariamente quería decir que sólo tres “mensajes en lenguas” eran permitidos, sino que no más de tres personas deberían hablar en lenguas durante el servicio. Algunos piensan que si hubiera más de tres personas usadas frecuentemente con el don de hablar en lenguas, cualquiera de ellas podría rendirse al Espíritu y dar un “mensaje en lenguas” el cual el Espíritu deseaba manifestar a la iglesia. Si esto no fuera así, la instrucción de Pablo restringiría al Espíritu Santo al limitar el número de los mensajes en lenguas que se podían manifestar en una reunión. Si el Espíritu Santo no diera más de tres dones de diversos géneros de lenguas en una reunión, no habría habido necesidad de que Pablo diera esta instrucción.
Esto mismo podría ser verdad con la interpretación de lenguas. Se han enseñado que quizás más de una persona en la asamblea podría rendirse al Espíritu y dar la interpretación del “mensaje en lenguas”. Estas personas se considerarían “intérpretes” (ver 1 Corintios 14:28), pues ellos serían usados con frecuencia con el don de interpretación de lenguas. Si esto es verdad, quizás esto es a lo que Pablo se estaba refiriendo cuando él instruyó, “que uno interprete” (1 Corintios 14:27). Tal vez él no estaba diciendo que sólo una persona debería interpretar todos los mensajes en lenguas; al contrario él estaba advirtiendo en contra de “interpretaciones competitivas” del mismo mensaje. Si un intérprete interpretaba un mensaje en lenguas, entonces a otro intérprete no se le permitía interpretar el mismo mensaje, aun si él pensaba que podía dar una mejor interpretación.
En general, todo debe hacerse “apropiadamente y de una forma ordenada” en las reuniones de la iglesia, estos dones no pueden existir en forma simultánea, confusa y aún competitiva. Adicionalmente, los creyentes deberían ser sensibles a los no creyentes que puedan estar presentes en sus reuniones, cómo Pablo lo Escribió:
“Si, pues, toda la iglesia se reúne en un lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?” (1 Corintios 14:23).
Este era precisamente el problema de los corintios. Todos estaban hablando en lenguas simultáneamente, y con frecuencia no había interpretación.