El bautismo en agua simboliza muchas cosas que ya han ocurrido en la vida del nuevo creyente. Simplemente, esto significa que nuestros pecados han sido lavados y ahora estamos limpios delante de Dios. Cuando Ananías fue enviado a Saulo (Pablo) poco después de su conversión, Ananías le dijo:
“Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate, bautízate y lava tus pecados invocando su nombre” (Hechos 22:16, énfasis agregado).
Segundo, el bautismo en agua simboliza nuestra identificación con Cristo y su muerte, sepultura y resurrección. Una vez que nacemos de nuevo y formamos parte del cuerpo de Cristo, Dios nos considera “en Cristo” de aquí en adelante. Debido a que Él fue nuestro sustituto, Dios nos atribuye todo lo que Él hizo a nuestro favor. Así que “en Cristo” hemos muerto, hemos sido sepultados, y hemos resucitado de la muerte para vivir como nuevas personas:
“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:3-4).
“Con él fuisteis sepultados en el bautismo, y en él fuisteis también resucitados por la fe en el poder de Dios que lo levantó de los muertos” (Colosenses 2:12).
Cada nuevo creyente debe de ser instruido en estas importantes verdades cuando es bautizado en agua, y debe ser bautizado tan pronto como sea posible después de que cree en Cristo.