Está claro que la palabra griega del Nuevo Testamento, Hades, se refiere a la misma palabra del Antiguo Testamento conocida como Seol. Como prueba de esto, debemos comparar el Salmo 16:10 con Hechos 2:27 donde se dice:
“Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea la corrupción” (Salmo 16:10, énfasis agregado).
“Porque no dejarás mi alma en el Hades ni permitirás que tu santo vea corrupción” (Hechos 2:27, énfasis agregado).
Es interesante saber que las diez veces en que se menciona la palabra Hades en el Nuevo Testamento, se refiere en forma negativa a un lugar de tormento donde el pecador será encarcelado después de su muerte (ver Mateo 11:23; 16:18; Lucas 10:15; 16:23; Hechos 2:27; 2:31; Apocalipsis 1:18; 6:8; 20:13-14). De nuevo, todos estos versos indican que el Seol/Hades era y es un lugar que le espera al injusto después de su muerte, un lugar de tormento.[1]
[1] Algunos tratan de decir debido a algunas escrituras, como Génesis 37:35, Job 14:13, Salmos 89:48, Eclesiastés 9:10 e Isaías 38.9-10, que el seol era también un lugar donde el justo iba después de su muerte. La evidencia en la Escritura para esta idea no es muy contundente. Si el seol era un lugar donde tanto el justo como el injusto iban, entonces el seol debía de consistir de dos compartimentos separados, uno el infierno, y otro el cielo, lo cual es lo que usualmente discuten los que proponen esta idea.