Recuerde que Jesús le dijo a sus discípulos que pasaría tres días y tres noches en el corazón de la tierra (ver Mateo 12:40). Esto no pareciera una referencia clara a la estadía de su cuerpo en una tumba por tres días, pues una tumba difícilmente se puede considerar “el corazón de la tierra”. Más bien, Jesús debió estar hablando acerca de su espíritu/alma en lo profundo de la tierra. Por lo tanto, podemos concluir que su espíritu/alma no estaba en el cielo entre su muerte y resurrección. Jesús afirmó esto en su resurrección cuando le dijo a María que todavía no había ascendido a su Padre (ver Juan 20:17).
Recuerda que Jesús le dijo al ladrón en la cruz que él estaría con Él ese día en el paraíso (ver Lucas 23:43). Poniendo todos estos hechos juntos, sabemos que el alma/espíritu de Jesús pasó tres días y noches en el corazón de la tierra. Por lo menos parte de ese tiempo Él estuvo en un lugar al que llamó “paraíso”, lo cual ciertamente no es sinónimo del lugar de tormento llamado Seol/Hades.
Todo esto nos lleva a pensar que debe existir un lugar en el corazón de la tierra además del Seol/Hades, un lugar llamado paraíso. Esta idea está ciertamente apoyada por una historia que Jesús contó sobre dos personas que murieron, una injusta y la otra justa, el hombre rico y Lázaro. Leamos la historia:
“había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. En el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces gritando, dijo: Padre, Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, males; pero ahora este es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los quieran pasar de aquí a vosotros no pueden, ni de allá pasar acá” (Lucas 16:19-26, énfasis agregado).
Por supuesto que Lázaro y el hombre rico no estaban en sus cuerpos una vez que murieron, pero habían viajado a sus respectivos lugares como espíritus/almas.