Cuando miramos a Dios y al mundo desde un punto de vista Bíblico, vemos las cosas correctamente. La perspectiva Bíblica dice que cada uno merece la ira de Dios, pero que Dios es misericordioso. Cuando la gente que sufre dice que ellos merecen un trato mejor de parte de Dios, seguramente eso le hace gemir. Todos recibimos más misericordia de la que merecemos.
Acerca de este tema, Jesús habló una vez de dos calamidades contemporáneas. Leemos en el evangelio de Lucas:
“en este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús les dijo: ¿pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que los demás galileos? Os digo: no, antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:1-5).
Los galileos que murieron en manos de Pilato no pudieron decir, “Dios nos ha tratado injustamente al no salvarnos de Pilatos”. No, ellos eran pecadores que merecían morir. Y de acuerdo con Jesús, los galileos que sobrevivieron estarían en un error si pensaron que eran menos pecadores que los que murieron. No han ganado ningún favor mayor de parte de Dios, sino que Dios ha tenido más misericordia.
El mensaje de Cristo era claro: “todos son pecadores. El pecado trae consecuencias. Por ahora, viven por la gracia de Dios. Así que arrepiéntanse antes de que sea tarde”.
Jesús concluyó su comentario de esas dos tragedias con una parábola acerca de la misericordia de Dios:
“Dijo también esta parábola: “un hombre tenía una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella y no lo halló. Y dijo al viñador: Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo halló. Córtala ¿para qué inutilizar también la tierra? Él entonces, respondiendo le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella y la abone. Si da fruto, bien; y si no, la cortarás después” (Lucas 13:6-9).
Aquí se ilustra la justicia y misericordia de Dios. La justicia de Dios dice “corta el árbol que no sirve”, pero la misericordia clama, “No, da más tiempo para que de fruto”. Cada persona que no tiene a Cristo es como ese árbol.