El hecho es que ni Jesús ni ninguno de los apóstoles en el Nuevo Testamento practicó la clase de guerra espiritual que algunos dicen es lo que falta para un evangelismo efectivo hoy en día. Nunca vimos a Jesús, Pedro, Juan, Esteban, Felipe o Pablo, “derribando fortalezas”, o “atando al hombre fuerte” en las ciudades en que predicaron. Al contrario, vemos que ellos seguían al Espíritu Santo de acuerdo a donde Él quería que predicaran. Los vemos predicando un evangelio simple, llamando a la gente al arrepentimiento y a la fe en Cristo y vemos que tenían resultados maravillosos. Y en los casos en que predicaban a gente que no era receptiva al evangelio, no vemos que ellos “hicieran guerra espiritual para que Satanás no cegara más sus mentes”. Al contrario, los encontramos “sacudiéndose el polvo de sus pies” como Jesús les dijo, para luego dirigirse a otra ciudad (ver Mateo 10:14; Hechos 13:5).
Es increíble que alguien pueda haber dicho que el “derribar fortalezas” y “atar al hombre fuerte” son requisitos para un evangelismo efectivo donde hay tantos miles de ejemplos de grandes avivamientos en la historia de la iglesia donde esta llamada “guerra espiritual” nunca se practicó.
“¡Pero nuestras técnicas sirven!”, dicen algunos. “Desde que empezamos a hacer este tipo de guerra espiritual más gente ha llegado a ser salva”.
Si esto es cierto, te diré por qué. Esto es debido a que se ha hecho más evangelismo bíblico y oración bíblica al mismo tiempo, o debido a que un grupo de gente se ha vuelto más receptiva al evangelio.
¿Qué dirías tú si un evangelista te dice, “hoy en la noche, antes de que la prédica comience en el culto de avivamiento, me comeré tres bananas, y cuando predique, dieciséis personas serán salvas; ya encontré el secreto de un evangelismo efectivo, de ahora en adelante, me comeré tres bananas antes de predicar”?
Seguramente tú le dirías al evangelista, “el que comas tres bananas no se relaciona en nada con el hecho de que esas personas fueran salvas. La clave para esto fue que predicaste el mensaje del evangelio y que había dieciséis personas receptivas al evangelio.”
Dios honra su Palabra. Si Dios da una promesa, y alguien reúne las condiciones para esa promesa en particular, Dios cumplirá su promesa, aunque esta persona esté haciendo cosas que no son bíblicas.
Esto es una realidad con las prácticas de guerra espiritual que se hacen en la actualidad. Si tú empiezas a “atar al hombre fuerte” sobre tu ciudad y repartes folletos evangelísticos, un cierto porcentaje de gente será salva. Y si tú sólo repartes folletos evangelísticos sin atar al hombre fuerte sobre tu ciudad, el mismo porcentaje de gente será salva.