Sin Excusas

(No Excuses)

De acuerdo con Pablo, los pecadores no tienen excusa. Ellos revelan que saben lo que es bueno y lo que es malo cuando condenan a otros, y por esto son dignos de la condenación de Dios:

“Por eso eres inexcusable, hombre, tú que juzgas, quienquiera que seas, porque al juzgar a otro, te condenas a ti mismo, pues tú que juzgas haces lo mismo. Pero sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según la verdad. Y tú, hombre, que juzgas a los que hacen tales cosas y haces lo mismo, ¿piensas que escaparás el juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia, y generosidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:1-4).

Pablo dice que la razón de la benignidad y paciencia de Dios es el dar a la gente la oportunidad de arrepentirse. Además, como Pablo decía, él reveló que sólo aquellos que se arrepienten y viven vidas santas heredarán el Reino de Dios.

“Pero por tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honra e inmortalidad; pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia. Tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, sobre el judío en primer lugar, y también sobre el griego; en cambio, gloria, honra y paz a todo el que hace lo bueno: al judío en primer lugar y también al griego” (Romanos 2:5-10).

Claramente, Pablo no estaba de acuerdo con aquellos que enseñan que la gente al “aceptar a Jesús como salvador” tienen garantizada la vida eterna. Al contrario, los salvos son aquellos que se arrepienten y perseveran en hacer lo bueno, en buscar la gloria, el honor e inmortalidad.

Pero, ¿No indica esto que la gente puede practicar otras religiones en vez del cristianismo y ser salvos mientras se arrepientan y obedezcan a Dios?

No, no hay salvación sino en Jesús, por un número de razones, una de las cuales es que sólo Jesús puede hacer libre a la gente de su esclavitud al pecado.

Pero si ellos quieren arrepentirse, ¿Cómo sabrán llamar a Jesús si nunca han escuchado de Él?

Dios, que conoce los corazones de la gente, se revelará a quien lo busque sinceramente. Jesús prometió, “buscad y hallaréis” (Mateo 7:7), y Dios espera que todos le busquen (ver Hechos 17:26-27). Cuando Él ve a una persona cuyo corazón está respondiendo a su incesante evangelización, enviará el evangelio a esa persona, como lo hizo con el eunuco y con Cornelio. Dios no está limitado por la participación de la iglesia, como lo comprobó con la conversión de Saulo de Tarso. Si no hay nadie que lleve el evangelio a un buscador sincero, Dios lo hará Él mismo. He escuchado de numerosos testimonios modernos donde las personas en países cerrados a la evangelización han sido convertidas por una visión que tuvieron de Jesús.