Cuándo y Cómo

(When and How)

La Escritura no nos dice con qué frecuencia tenemos que participar de la Santa Cena, pero es claro que en la iglesia primitiva se hacía regularmente en las iglesias en las casas como una comida completa (ver 1 Corintios 11:20-34). Debido a que la Santa Cena tiene sus raíces en la Pascua, era parte de una cena completa cuando Cristo la instituyó y era una cena completa para la iglesia primitiva, por lo que hoy en día debería ser también una cena completa, en vez de seguir “las tradiciones de los hombres”.

Debemos realizar la Santa Cena con reverencia. Pablo instruyó que era una gran ofensa el tomar la santa Cena de forma inapropiada:

“De manera que cualquiera que coma este pan o beba esta copa indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre de Cristo. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan y beba de la copa. El que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo de Cristo, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos han muerto. Si, pues, nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; pero siendo juzgados, somos castigados por el Señor para que no seamos condenados con el mundo” (1 Corintios 11:27-32).

Se nos exhorta a examinarnos y juzgarnos a nosotros mismos antes de tomar la santa cena, y si descubrimos cualquier pecado, debemos arrepentirnos y confesarlo. De lo contrario, podemos ser “culpables del cuerpo y la sangre de Cristo”.

Debido a que Cristo murió y dio su sangre por nuestros pecados, ciertamente no queremos tomar los elementos que representan su cuerpo y su sangre indignamente, si tenemos algún pecado sin confesar. Si lo hacemos, podemos comer juicio sobre nosotros por medio de enfermedades y muerte prematura, como les ocurrió a los Cristianos de Corinto. La forma para evitar la disciplina de Dios es el “juzgarnos a nosotros mismos”, y esto quiere decir, conocernos y arrepentirnos de nuestros pecados.

El principal pecado de los cristianos de Corinto fue su falta de amor; ellos discutían y peleaban los unos con los otros. De hecho, su falta de consideración se manifestaba durante la Santa Cena cuando unos comían mientras otros tenían hambre y algunos se emborrachaban (ver 1 Corintios 11:20-22).

El pan que comemos representa el cuerpo de Cristo, el cual es ahora la iglesia. Participamos de un bollo de pan, que representa la unidad del cuerpo como un sólo cuerpo (ver 1 Corintios 10:17). ¡Qué crimen es participar de aquello que representa el cuerpo de Cristo y, a la vez, involucrarnos en peleas y discusiones sin armonía con otros miembros del cuerpo! Antes de tomar la Santa Cena, debemos tener la certeza de que tenemos una buena relación con nuestros hermanos y hermanas en Cristo.

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Capítulo Veintitres – Los Sacramentos » Cuándo y Cómo

La Voz del Espíritu Santo

(The Voice of the Holy Spirit)

Aunque la Escritura nos dice que algunas veces el Espíritu Santo nos dirige de forma espectacular, con visiones, profecías, o escuchando la voz audible de Dios, la forma más usual en que el Espíritu se comunica con nosotros es en nuestros espíritus por medio de “impresiones”. Esto quiere decir que si el Espíritu quiere hacer algo con nosotros, “nos da un tirón” en nuestro espíritu y sentiremos que debemos ir en cierta dirección.

Podemos llamar a la voz de nuestro espíritu nuestra “conciencia”. Todos los cristianos saben como es su conciencia. Si somos tentados a pecar, no escuchamos una voz audible dentro de nosotros que nos dice, “No cedas a la tentación”. Más bien, simplemente sentimos algo dentro de nosotros que se resiste a caer. Y si caemos en tentación, luego de que se comete el pecado, no escuchamos a una voz audible que nos dice, “Pecaste, pecaste”. Simplemente nos sentimos culpables y nos sentimos guiados a arrepentirnos y a confesar nuestro pecado.

De esta misma forma el Espíritu nos instruye y nos dirige al verdadero conocimiento. Nos puede instruir al impartir una repentina revelación (de acuerdo con la Biblia) dentro de nosotros. Puede que se nos lleve diez minutos el explicar esas revelaciones a alguna otra persona, pero nos pueden llegar por el Espíritu en pocos segundos.

De esta misma forma el Espíritu Santo nos puede dirigir en lo relacionado con nuestro ministerio. Simplemente debemos hacer un esfuerzo deliberado para ser sensibles a ciertas impresiones y direcciones, y podemos aprender lentamente (por medio de prueba y error) a seguir al Espíritu en los asuntos de nuestro ministerio. Cuando permitimos que nuestras cabezas (nuestro pensamiento racional o irracional) se interpongan con nuestros corazones (donde el Espíritu nos dirige) cometemos errores en lo que respecta a la voluntad de Dios.

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Como ser Dirigido por el Espíritu » La Voz del Espíritu Santo

La Guía del Espíritu en el Ministerio de Pablo

(The Spirit's Leading in the Ministry of Paul)

Al cabo de por lo menos veinte años de servir en el ministerio, el apóstol Pablo había aprendido bien cómo seguir la guía del Espíritu Santo. Hasta cierto punto, el Espíritu le mostraba “las cosas que iban a venir” relacionadas con su ministerio. Por ejemplo, mientras Pablo concluía su ministerio en Éfeso, tuvo cierto conocimiento del curso que su vida y ministerio iban a seguir en los siguientes tres años:

“Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en su espíritu ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya. Decía él: “Después que haya estado allí, me será necesario ver también Roma”” (Hechos 19:21).

Nótese que Pablo no se propuso su destino en su mente sino en su espíritu. Esto indica que el Espíritu Santo le dirigía en su espíritu para ir primero a Macedonia y Acaya (ambas se encuentran en la Grecia actual), después a Jerusalén, y finalmente a Roma. Y ese fue precisamente el curso que siguió. Si tienes un mapa en la Biblia que muestre el tercer viaje misionero de Pablo y su viaje a Roma, puedes seguir su camino de Éfeso (donde se propuso su ruta en el espíritu) a Macedonia y Acaya, hasta Jerusalén, y luego de varios años, a Roma.

En una forma más precisa, Pablo viajó a través de Macedonia y Acaya, después volvió a Macedonia otra vez, rodeando las costas del mar Egeo, luego viajó por la costa Egea del Asia menor. Durante su viaje se detuvo en la ciudad de Mileto, llamó a los ancianos de la cercana ciudad de Éfeso, y les dio un discurso de despedida en el cual decía:

“Ahora, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que allá me ha de acontecer, salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio de que me esperan prisiones y tribulaciones” (Hechos 20:22-23, énfasis agregado).

Pablo dijo que se sentía “ligado en el espíritu”, queriendo decir que tenía convicción en su espíritu que estaba siendo guiado a Jerusalén. No sabía completamente en su mente todo lo que iba a ocurrir en Jerusalén, pero dijo que en cada ciudad donde se detenía, el Espíritu Santo le testificaba de las aflicciones que le esperaban en Jerusalén. ¿Cómo le “testificaba” el Espíritu Santo de esas prisiones y aflicciones que le esperaban en Jerusalén?

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Como ser Dirigido por el Espíritu » La Guía del Espíritu en el Ministerio de Pablo

La Parada en Cesarea

(Caesarea Stop Over)

La siguiente parada en el viaje de Pablo hacia Jerusalén fue en el puerto de la ciudad de Cesarea:

“Mientras nosotros permanecíamos allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, quien, viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, se ató los pies y las manos y dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al hombre de quien es este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles” (Hechos 21:10-11).

Aquí hay otro ejemplo del Espíritu Santo testificando a Pablo acerca de las aflicciones que le estaban esperando en Jerusalén. Pero note que Agabo no dijo, “Por lo tanto, dice el Señor que no vayas a Jerusalén”. No, Dios esta llevando a Pablo a Jerusalén y simplemente lo estaba preparando por medio de la profecía de Agabo acerca de los problemas que le esperaban. Note que la profecía de Agabo sólo confirmaba lo que Pablo ya sabía en su espíritu unos meses antes. Nunca debemos de guiarnos por una profecía. Si la profecía no confirma lo que ya sabemos, no debemos de seguirla.

La profecía de Agabo es lo que podemos considerar como una “guía espectacular”, porque fue más allá de lo que Pablo sabía en su espíritu. Cuando Dios da una “guía espectacular”, como una visión o escuchar una voz audible, usualmente se debe a que Dios conoce que nuestro camino no va a ser fácil. Necesitamos de una gran seguridad la cual se encuentra en la guía espectacular. En el caso de Pablo, iba a ser casi asesinado por una turba e iba a pasar mucho tiempo en la cárcel antes de su viaje a Roma como prisionero. Sin embargo, debido a la guía espectacular que recibió, pudo mantenerse en perfecta paz en todo su viaje, sabiendo que el resultado sería favorable.

Si no recibes una guía espectacular, no debes de preocuparte porque si la necesitas, Dios te la dará. Sin embargo, siempre debemos ser sensibles para ser guiados por lo que el Espíritu nos dice.

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Como ser Dirigido por el Espíritu » La Parada en Cesarea

En Camino para Ver al Emperador

(On the Way to See Nero)

Mientras estaba a bordo de la nave que lo llevaría a Italia, Pablo recibe una vez más una guía de parte de Dios al ser sensible en su espíritu. Mientras que el capitán y el piloto del barco trataban de determinar en cual puerto de la isla de Creta deberían pasar el invierno, Pablo recibe una revelación de Dios:

“Como habíamos perdido mucho tiempo y era ya peligrosa la navegación por haber pasado ya el ayuno, Pablo los amonestaba, diciéndoles: Veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no solo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras vidas” (Hechos 27:9-10, énfasis agregado).

Pablo percibió lo que iba a ocurrir. Indiscutiblemente su percepción se debió a una impresión dada por el Espíritu Santo.

Desafortunadamente, el capitán no escuchó a Pablo e intentó llegar a otro puerto. Como resultado, la nave estuvo en medio de una tormenta por dos semanas. La situación era tan peligrosa que la tripulación de la nave desechó toda la carga en el segundo día y en el tercer día arrojaron el equipo de la nave al mar. Tiempo después, Pablo recibe una guía para lo que tenían que hacer:

“Al no aparecer ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos. Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente haberme oído, y no zarpar a Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida. Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave, pues esta noche ha estado conmigo el ángel de Dios de quien soy y a quien sirvo, y me ha dicho: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante Cesar; además, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, tened buen ánimo, porque yo confió en Dios que será así como se me ha dicho. Con todo, es necesario que demos en alguna isla” (Hechos 27:20-26).

Yo pienso que es obvio el porqué Dios le dio más “guía espectacular” a Pablo a la luz de los hechos que acabamos de ver. Más allá de aquella prueba, Pablo pronto se enfrentaría al peligro de naufragio. Luego Pablo sería atacado por una serpiente (ver Hechos 27:41-28:5). Es muy bueno el tener a un ángel que te deje saber con anticipación que todo va a estar bien.

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Como ser Dirigido por el Espíritu » En Camino para Ver al Emperador

Dos Ejemplos

(Two Examples)

En el capítulo veintiuno del libro de los Hechos, encontramos dos incidentes que son la respuesta a esa pregunta. El primer ejemplo es cuando Pablo llega al Mediterráneo, puerto de la ciudad de Tiro:

“Hallamos a los discípulos y nos quedamos allí siete días; y ellos, por el Espíritu, decían a Pablo que no subiera a Jerusalén” (Hechos 21:4).

Debido a lo que dice este verso, algunas personas dicen que Pablo desobedeció a Dios al continuar en su camino a Jerusalén. Sin embargo, a la luz del resto de la información que se nos da en el libro de los Hechos, no podemos afirmar esa conclusión. Esto se hace más claro al progresar en la historia.

Aparentemente, loas discípulos en Tiro eran espiritualmente sensibles y discernían los problemas que le esperaban a Pablo en Jerusalén. Ellos consecuentemente trataron de convencerlo de no ir a Jerusalén. La traducción “William” del Nuevo Testamento nos explica esto, pues lo traduce: “Debido a las impresiones hechas por el Espíritu ellos seguían advirtiendo a Pablo diciéndole que no pusiera un pie en Jerusalén”

Sin embargo, los discípulos en Tiro no tuvieron éxito, porque Pablo continuó su viaje a Jerusalén sabiendo lo que le habían advertido.

Esto nos muestra que tenemos que ser muy cuidadosos al no agregar nuestra interpretación a la revelación que recibimos en nuestro espíritu. Pablo sabía muy bien los problemas que le esperaban en Jerusalén, pero sabía que era la voluntad de Dios que fuera a este viaje. Si Dios nos revela algo por su Espíritu Santo, esto no necesariamente quiere decir que nosotros tenemos que ir y decirlo, y también tenemos que ser cuidadosos de no agregar nuestra propia interpretación a lo que el Espíritu ha revelado.

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Como ser Dirigido por el Espíritu » Dos Ejemplos

En Cadenas y en la Voluntad de Dios

(In Chains and in God's Will)

Cuando Pablo llegó a Jerusalén, fue encarcelado. Una vez más recibió una guía espectacular en forma de una visión de Jesús:

“A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma” (Hechos 23:11).

Vemos que Jesús no dijo, “ahora Pablo, ¿qué haces aquí? traté de decirte que no vinieras a Jerusalén”. No, Cristo realmente le estaba confirmando a Pablo lo que ya sabía meses atrás. Pablo estaba en el centro de los propósitos de Dios en Jerusalén para testificar de Cristo. Eventualmente proclamaría a Cristo en Roma.

Tenemos que tomar en cuenta que parte del llamado de Pablo era el testificar no sólo a los judíos y gentiles sino también a los reyes (ver Hechos 9:15). Luego del encarcelamiento de Pablo en Jerusalén y en Cesarea, Pablo le fue dada la oportunidad de testificar de Cristo ante Festo, el gobernador Félix y el rey Agripa que por poco se hace cristiano (ver Hechos 26:28). Finalmente, Pablo fue enviado a Roma a testificar ante Nerón mismo, el emperador romano.

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Como ser Dirigido por el Espíritu » En Cadenas y en la Voluntad de Dios

Como ser Dirigido por el Espíritu

(How to be Led by the Spirit)

El evangelio de Juan nos da varias promesas de Cristo concernientes al papel del Espíritu Santo en la vida de los creyentes. Leamos algunas pocas:

“Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque vive con vosotros y estará con vosotros” (Juan 14:16-17).

“Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).

“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré….Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber” (Juan 16:7, 12-15).

Cristo les promete a sus discípulos que el Espíritu Santo estará en medio de ellos. El Espíritu Santo también les ayudará, instruirá, guiará y les mostrará las cosas que vienen. Como discípulos de Cristo hoy, no tenemos ninguna razón para pensar que el Espíritu Santo no hace lo mismo por nosotros en nuestro tiempo.

Es asombroso que Cristo les dijera a sus discípulos que lo mejor para ellos era que él se fuera, así el Espíritu vendría. Eso les indicaba que su comunión con el Espíritu podía ser de igual forma y con la misma intimidad como si Cristo estuviera físicamente presente con ellos todo el tiempo. De otra forma, no hubiera sido ventajoso el tener al Espíritu Santo con ellos en vez de a Cristo. Por medio del Espíritu Santo, Cristo siempre es con nosotros y en nosotros.

¿En qué forma debemos esperar la guía del Espíritu?

Su nombre, Espíritu Santo, indica que su rol principal a la hora de dirigirnos es el llevarnos a la santidad y obediencia a Dios. Por esto, todo lo que tenga que ver con la santidad y con alcanzar la voluntad de Dios sobre la Tierra se encuentra en el ámbito de la dirección del Espíritu Santo. Nos llevará a obedecer los mandamientos generales de Cristo como también los mandamientos específicos de Cristo que pertenecen al ministerio al que Dios nos ha llamado. Por esto, si quieres ser dirigido por el Espíritu en cuanto a tu ministerio específico, también debes ser dirigido por el Espíritu en tu senda de santidad. No se puede tener lo uno sin lo otro. Muchos ministros quieren que el Espíritu les guíe en grandes ministerios y muchos milagros, pero no quieren que se les moleste con los aspectos “menores” de su santidad. Esto es un gran error. ¿Cómo guió Cristo a sus discípulos? Principalmente dándoles instrucciones generales acerca de la santidad. Su guía específica acerca de sus responsabilidades ministeriales era poca. De igual manera actúa el Espíritu Santo que habita en nosotros. Por eso, si quieres ser guiado por el Espíritu, primero que todo debes acatar su consejo en cuanto a la santidad.

El apóstol Pablo escribe, “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios” (Romanos 8:14). Lo que nos marca como hijos de Dios es la guía del Espíritu Santo en nuestras vidas. Por esto, todos los hijos de Dios son guiados por el Espíritu. Por supuesto que depende de nosotros como agentes de libre moral, el obedecer la guía del Espíritu.

Todo esto es para decir que a ningún cristiano se le tiene que instruir acerca de como ser dirigido por el Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo ya se encuentra guiando a cada cristiano. Por otro lado, el diablo trata de desviar a los hijos de Dios, y nosotros aún tenemos la vieja naturaleza de la carne dentro de nosotros que intenta que hagamos lo que es contrario a la voluntad de Dios. Por esto, los cristianos necesitan aprender a discernir la guía del Espíritu y diferenciarla de otras voces. Este es un proceso en nuestro camino a la madurez. Pero el hecho fundamental es este: El Espíritu siempre nos guía en línea con lo que se encuentra en la Palabra de Dios, y siempre nos dirige a hacer lo correcto, lo que complace a Dios, y lo que le da gloria (ver Juan 16:14).

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Algunos Consejos Prácticos

(Some Practical Advice)

Empieza a buscar en tu espíritu esas percepciones e impresiones que son enviadas por el Espíritu Santo. Probablemente cometerás algunos errores cuando comiences a pensar que el Espíritu Santo te está guiando cuando no lo está, pero eso es normal. No te desanimes, sólo sigue adelante.

También es de gran ayuda el pasar tiempo en un lugar tranquilo, orar en lenguas y leer la Biblia. Cuando oramos en lenguas, nuestro espíritu es el que ora, y naturalmente tendemos a ser más sensibles a nuestro espíritu. Al leer y meditar en la Palabra de Dios, también llegamos a ser más sensibles a nuestros espíritus, porque la Palabra de Dios es comida espiritual.

Cuando Dios te envía hacia cierto rumbo, su dirección no disminuye. Esto quiere decir que debes de continuar orando acerca de decisiones mayores por algún tiempo para estar seguro que es Dios el que te está dirigiendo y no tus emociones o ideas. Si no tienes paz en tu corazón cuando oras acerca de determinada dirección, entonces no tomes esa dirección hasta que no tengas paz en tu corazón.

Si recibes una guía espectacular, eso está bien, pero no trates de “creer” que has visto una visión o que has escuchado una voz audible. Dios no nos ha prometido que nos guiará por estos medios (aunque lo puede hacer de acuerdo con su voluntad soberana). Sin embargo, podemos siempre confiar que nos guiará por las impresiones que sentimos en nuestro interior.

Finalmente, no hay que agregar más de lo que Dios dice. Dios te puede revelar algún ministerio que tiene preparado para ti en el futuro, pero tú puedes asumir que el tiempo para que esto se lleve a cabo sea de pocas semanas, cuando en verdad pueden ser años. Sé de esto por mi propia experiencia. No asumas nada. Pablo sabía un poco de lo que le esperaba en el futuro, pero no lo sabía todo porque Dios no le reveló todo. Dios siempre quiere que caminemos por fe.

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Como el Espíritu Dirigió a Jesús

(How the Spirit Led Jesus)

Cristo fue dirigido por el Espíritu por impresiones internas. Por ejemplo, el evangelio de Marcos describe lo que pasa exactamente cuando Cristo fue bautizado por el Espíritu Santo luego de ser bautizado por Juan:

“Luego el Espíritu lo impulsó al desierto” (Marcos 1:12, énfasis agregado).

Cristo no escuchó una voz audible ni tuvo una visión que lo llevara al desierto. Simplemente fue impulsado a ir. Esto muestra cómo el Espíritu normalmente nos dirige. Sentiremos un empuje, una guía, una convicción dentro de nosotros para hacer alguna cosa.

Cuando Cristo le dijo al paralítico que había sido bajado por el techo, que sus pecados habían sido perdonados, Jesús sabía que los escribas que estaban presentes pensaron que estaba blasfemando. ¿Cómo sabía lo que estaban pensado? Leemos en el evangelio de Marcos:

“Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pensaban de esta manera dentro de sí mismos, les preguntó: ¿Por qué pensáis así?” (Marcos 2:8, énfasis agregado).

Cristo supo en su espíritu lo que ellos estaban pensando. Si somos sensibles a nuestros espíritus, podemos saber cómo responder a aquellos que se oponen a la obra de Dios.

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