De Acuerdo con lo Que Dios Dice

(Agreeing With What God Says)

Desafortunadamente, algunos no creemos en lo que la Palabra de Dios dice acerca de nosotros, y se puede notar en ciertas declaraciones que contradicen lo que la Biblia dice. En vez de decir, “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, decimos, “no creo que lo pueda hacer”.

Tales declaraciones son lo que la Biblia llama “hablar mal” porque no están en armonía con lo que Dios dice (ver Números 13:32). Sin embargo, si nuestros corazones están llenos de la Palabra de Dios, estaremos llenos de fe, creyendo y diciendo sólo lo que está en armonía con La Escritura.

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Capítulo Diecinueve – Realidades en Cristo » De Acuerdo con lo Que Dios Dice

Más Bendiciones en Cristo

(More Blessings in Christ)

“Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3:26, énfasis agregado).

¿No es maravilloso saber que somos verdaderamente los hijos de Dios, nacidos de su Espíritu? Cuando venimos a Él en oración, llegamos a Él no sólo como nuestro Dios, sino como nuestro Padre.

“pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Efesios 2:10, énfasis agregado).

Dios no sólo nos ha creado, también nos creó de nuevo en Cristo Jesús. Además, Dios ha predestinado un ministerio para cada uno de nosotros, “buenas obras….preparadas de antemano”. Cada uno de nosotros tiene un destino divino único.

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21, énfasis agregado).

Debido a que estamos en Cristo, la justicia que poseemos es realmente la justicia de Dios. Esto se debe a que Dios está en nosotros y nos transforma por medio de su Espíritu Santo. Nuestras buenas obras son realmente las buenas obras de Dios por medio de nosotros.

“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37, énfasis agregado).

¿Qué son “estas cosas” de las que Pablo escribió? Los versos en Romanos que preceden a este verso revelan las pruebas y sufrimientos que experimentan los cristianos. Aún en medio del martirio somos victoriosos, aunque el mundo nos considere victimas. ¡Somos más que vencedores por medio de Cristo porque cuando morimos, iremos al cielo!

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13, énfasis agregado).

A través de Cristo, nada es imposible para nosotros, porque Dios nos da la habilidad y la fuerza. Podemos hacer cualquier tarea que Él nos de.

“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19, énfasis agregado).

Podemos esperar que Dios supla nuestras verdaderas necesidades si buscamos primero su Reino. ¡El Señor es nuestro pastor y Él cuida de sus ovejas!

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Capítulo Diecinueve – Realidades en Cristo » Más Bendiciones en Cristo

¿Qué Hacen los Pastores?

(What do Pastors do?)

Imagínese preguntando lo siguiente a un miembro promedio de su congregación, “¿A quién le corresponde hacer las siguientes cosas?”

¿Quién se supone que debe compartir el evangelio con los no salvos? ¿Vivir una vida santa? ¿Orar? ¿Amonestar, motivar y ayudar a otros creyentes? ¿Visitar a los enfermos? ¿Imponer manos y sanar a los enfermos? ¿Ejercer sus dones a favor de la iglesia? ¿Negarse a sí mismo por amor al Reino de Dios? ¿Hacer y bautizar a los discípulos, enseñándoles a obedecer todos los mandamientos de Cristo?

Muchos de los miembros de las iglesias, sin pensarlo, dirían, “todo eso es responsabilidad del pastor”, pero, ¿lo es?

De acuerdo con la Escritura, todo creyente debe compartir el evangelio con los no salvos:

“santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).

Todo creyente se supone que debe vivir una vida santa:

“así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: “sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:15-16).

Todo creyente debe orar:

“Estad siempre gozosos. Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:16-17).

Todo creyente debe amonestar, motivar y ayudar a otros creyentes:

“También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos” (1 Tesalonicenses 5:14, énfasis agregado).

Todo creyente debe visitar al enfermo:

“estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme” (Mateo 25:36).

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Capítulo Dieciocho – Los Dones del Ministerio » ¿Qué Hacen los Pastores?

Algunas Declaraciones Bíblicas

(Some Biblical Declarations)

Debemos creer y decir que somos lo que Dios dice que somos.

Debemos creer y decir que podemos hacer lo que Dios dice que podemos hacer.

Debemos creer y decir que Dios es quien Él dice que es.

Debemos creer y decir que Dios hará lo que Él dice que hará.

Aquí hay algunas declaraciones de la Escritura que todos lo creyentes deben expresar. No todas son necesariamente realidades “en Cristo”, pero todas son verdad de acuerdo con la Escritura.

Yo soy redimido, santificado, y justificado en Cristo (ver 1 Corintios 1:30).

He sido transferido del reino de las tinieblas al reino del Hijo de Dios, el reino de la luz (ver Colosenses 1:13).

Todos mis pecados han sido perdonados en Cristo (ver Efesios 1:7).

Yo soy nueva creación en Cristo, mi vieja vida se ha ido (ver 2 Corintios 5:17).

Dios ha preparado buenas obras para que yo camine en ellas (ver Efesios 2:10).

Yo soy la justicia de Dios en Cristo (ver 2 Corintios 5:21).

Yo soy más que vencedor en todas las cosas por Cristo que me amó (ver Romanos 8:37).

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (ver Filipenses 4:13).

Dios suplirá todas mis necesidades de acuerdo a sus riquezas en gloria en Cristo (ver Filipenses 4:19).

Yo soy llamado a ser santo (ver 1 Corintios 1:2).

Yo soy un hijo de Dios (ver Juan 1:12; 1 Juan 3:1-2).

Mi cuerpo es templo del Espíritu Santo (ver 1 Corintios 6:19).

Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (ver Gálatas 2:20).

Yo soy libre del dominio de Satanás (ver Hechos 26:18).

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (ver Romanos 5:5).

Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo (Satanás) (ver 1 Juan 4:4).

Yo soy bendecido con cada bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (ver Efesios 1:3).

Yo estoy sentado con Cristo en lugares celestiales, por encima de las fuerzas espirituales de Satanás (ver Efesios 2:4-6).

Debido a que amo a Dios y soy llamado conforme a su propósito, Él hace que todas las cosas sean para bien (ver Romanos 8:28).

Si Dios está conmigo, ¿quién contra mí? (ver Romanos 8:31).

Nada me puede separar del amor de Cristo (ver Romanos 8:35-39).

Todas las cosas son posibles porque soy un creyente (ver Marcos 9:23).

Yo soy un sacerdote de Dios (ver Apocalipsis 1:6).

Debido a que yo soy su hijo, Dios me dirige con su Santo Espíritu (ver Romanos 8:14).

Mientras camino en el Señor, mi camino se hace más claro (ver Proverbios 4:18).

Dios me ha dado dones especiales para su servicio (ver 1 Pedro 4:10-11).

Yo puedo echar fuera demonios y poner manos sobre los enfermos para que se sanen (ver Marcos 16:17-18).

Dios siempre me lleva en triunfo en Cristo (Ver 2 Corintios 2:14).

Yo soy un embajador de Cristo (ver 2 Corintios 5:20).

Yo tengo vida eterna (ver Juan 3:16).

Todo lo que yo pido en oración creyendo lo recibiré (ver Mateo 21:22).

Por las heridas de Cristo soy sano (ver 1 Pedro 2:24).

Yo soy la luz del mundo y la sal de la Tierra (ver Mateo 5:13-14).

Yo soy un heredero de Dios y coheredero con Cristo Jesús (ver Romanos 8:17).

Yo soy parte de una raza escogida, una nación Santa, real sacerdocio y posesión de Dios (ver 1 Pedro 2:9).

Yo soy miembro del cuerpo de Cristo (ver 1 Corintios 12:27).

El Señor es mi Pastor nada de faltará (ver Salmos 23:1).

El Señor defiende mi vida, ¿A quién temeré? (ver Salmos 27:1).

Dios me dará una larga vida (ver Salmos 91:16).

Dios se llevó mis enfermedades y cargó mis dolores (ver Isaías 53:4-5).

El Señor es mi ayudador, entonces no temeré (ver Hebreos 13: 6).

Yo pongo todas mis cargas sobre el Señor porque el cuida de mí (ver 1 Pedro 5:7).

Yo resisto al diablo y él huye de mí (ver Santiago 4:7).

Yo encuentro mi vida al perderla por causa de Jesús (ver Mateo 16:25).

Yo soy esclavo del Señor (ver 1 Corintios 7:22).

Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia (ver Filipenses 1:21).

Mi ciudadanía está en el cielo (ver Filipenses 3:20)

Dios completará la obra que empezó en mí (ver Filipenses 1: 6).

Porque Dios produce en mí el querer como el hacer, por su buena voluntad (ver Filipenses 2:13).

Yo soy redimido de la maldición de la ley (ver Gálatas 3:13).

Estos son sólo algunos ejemplos de declaraciones positivas que podemos hacer basados en la Palabra de Dios. Sería una buena idea el hacer un hábito de estas declaraciones hasta que la verdad que ellas afirman se arraigue en nuestros corazones. Y deberíamos observar cada palabra que sale de nuestras bocas para asegurarnos que no estamos hablando en contra de lo que Dios ha dicho.

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Capítulo Diecinueve – Realidades en Cristo » Algunas Declaraciones Bíblicas

Más Responsabilidades

(More Responsibilities)

Pero esto no es todo. Todo creyente debe imponer manos y sanar al enfermo:

“Estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes en las manos y, aunque beban cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:17-18, énfasis agregado).

Todo creyente debe llevar las cargas de otros creyentes:

“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2).

Todo creyente debe ejercer los dones que le han sido dados a favor de otros:

“Tenemos, pues, diferentes dones, según la gracia que nos es dada: el que tiene el don de profecía, úselo conforme a la medida de la fe; el de servicio, en servir; el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría” (Romanos 12:6-8).

Todo creyente debe negarse a sí mismo, sacrificándose por amor al evangelio:

“Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio la salvará” (Marcos 8:34-35, énfasis agregado).

Y todo creyente debe hacer y bautizar discípulos, enseñándoles a obedecer los mandamientos de Cristo:

“De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos” (Mateo 5: 19; énfasis agregado).

Debiendo ser ya maestros después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales, que tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido” (Hebreos 5:12, énfasis agregado).

“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20, énfasis agregado). [1]

Todas estas responsabilidades fueron dadas a todos los creyentes, pero la mayoría de las personas que asisten a las iglesias ¡piensan que este es el trabajo del pastor! La razón es probablemente porque los pastores creen también que estas son únicamente sus responsabilidades.


[1] Si los discípulos de Jesús debían enseñar a sus discípulos a obedecer todo lo que Él les había mandado, entonces deberían haberles enseñado a hacer otros discípulos, bautizándolos y enseñándolos a obedecer todo lo que Jesús había ordenado. Así que el hacer, enseñar y bautizar discípulos, tendría que haber sido un mandamiento perpetuo que se cumplía sucesivamente en cada discípulo.

 

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Capítulo Dieciocho – Los Dones del Ministerio » Más Responsabilidades

Miremos de Cerca el Oficio del Apóstol

(A Closer Look at the Office of Apostle)

La traducción en griego de la palabra apóstol es apostolos que significa literalmente “uno que es enviado”. Un verdadero apóstol del Nuevo Testamento es un creyente divinamente enviado a un lugar o lugares para establecer iglesias. Él da el fundamento espiritual en el “edificio de Dios” y se puede comparar con un “contratista general”, como Pablo escribió:

“porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo, como perito arquitecto, puse el fundamento y otro edifica encima” (1 Corintios 3:9-10a, énfasis agregado).

Un “perito arquitecto” o contratista general, supervisa todo el proceso de construcción, él visualiza el producto terminado. Él no es un especialista como el carpintero o el albañil. Pueda que haga algún trabajo como carpintero o albañil, pero probablemente no tan bien como ellos. De la misma forma, el apóstol tiene la habilidad de hacer el trabajo de un evangelista o pastor, pero sólo por un tiempo limitado mientras se establece la iglesia. (El apóstol Pablo usualmente permanecía en un lugar de seis meses a tres años).

El apóstol es el mejor en establecer iglesias y luego supervisarlas para que sigan por el camino de Dios. El apóstol es responsable de instalar ancianos/ pastores/ superintendentes para que pastoreen cada congregación que él planta. (Ver Hechos 14:21-23; Tito 1:5).

 

Los Ancianos que No Están en la Escritura

(Unscriptural Elders)

Muchas iglesias creen que su gobierno estructural es bíblico porque tienen un grupo de ancianos que gobiernan, pero su problema es que su concepto de ancianos es incorrecto. Sus ancianos son con frecuencia electos y rotan en su congregación. A ellos con frecuencia se les conoce como “la Junta de Ancianos”. Pero estas personas no son ancianos por definición bíblica. Si simplemente examinamos los requisitos que Pablo enumeró para cualquier hombre que quiera ser anciano, esto se hace claro. Pablo escribió que los ancianos son trabajadores de tiempo completo, por lo cual reciben paga por enseñar, predicar y gobernar la iglesia (ver 1 Timoteo 3:4-5; 5:17-18; Tito 1:9). Muy pocas personas, o ninguna de las que se sientan en “las juntas de ancianos” de la iglesia, llenan esos requisitos. A ellos no se les paga; no predican ni enseñan; no trabajan tiempo completo en la iglesia; y casi no saben cómo manejar una iglesia.

El gobierno de la iglesia sin base bíblica puede más bien ser causa de más problemas en la iglesia local que cualquier otra cosa. Cuando la gente equivocada está gobernando la iglesia, los problemas vendrán. Esto puede abrir la puerta a la contienda, el compromiso y la ruina total de la iglesia. Una iglesia con un gobierno no bíblico es como una alfombra de bienvenida para el diablo.

Me he dado cuenta que le estoy escribiendo a pastores de iglesias institucionales y a pastores de iglesias caseras. Algunos pastores de las iglesias institucionales puede que ya estén pastoreando iglesias que tengan una estructura de gobierno no bíblica donde los ancianos son elegidos desde la congregación. Este gobierno que no es bíblico usualmente no puede ser alterado sin que surja una contienda.

Mi consejo a este tipo de pastores es que hagan lo mejor con la ayuda de Dios para cambiar la estructura de gobierno de su iglesia y soportar los posibles conflictos, pues, de todos modos, los conflictos son inevitables en el futuro si no se hace nada. Si él tiene éxito al cabo de un tiempo de contienda, él evitará todos los conflictos futuros. Si falla, podrá siempre comenzar una nueva iglesia y hacer un gobierno conforme a la Escritura desde el inicio.

Aunque sea doloroso, a largo plazo probablemente producirá más fruto para el Reino de Dios. Si los ancianos que están actualmente gobernando la iglesia son verdaderos discípulos de Cristo, él tendrá una oportunidad de convencerlos exitosamente de que cambien la estructura, si puede inclinarlos respetuosamente por medio de la Escritura hacia los cambios necesarios.

Los Dones del Ministerio

(The Ministry Gifts)

“Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” ( Efesios 4:7, 11-13, énfasis agregado).

“Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas” ( 1 Corintios 12:28, énfasis agregado).

Los dones ministeriales, como con frecuencia se conocen, son los llamados y las habilidades varias dadas a ciertos creyentes que les permite estar en la posición de un apóstol, profeta, evangelista, pastor o maestro. Nadie puede estar en estas posiciones por sí mismo. Más bien, Dios es el que llama y el que da los dones.

Es posible que una persona pueda ejercer más de uno de estos cinco oficios, pero sólo ciertas combinaciones son posibles. Por ejemplo, es posible que un creyente tenga el llamado de pastor y maestro o profeta y maestro. Sin embargo, no es probable que alguien pueda ejercer el oficio de evangelista y pastor, por la simple razón de que el trabajo de pastor le obliga a permanecer en un solo lugar sirviendo a su rebaño, y el evangelista debe viajar con frecuencia.

Aunque todos estos cinco oficios han sido dados para diferentes propósitos, estos han sido dados a la iglesia con un propósito general, “perfeccionar a los santos para la obra del ministerio” (Efesios 4:12).[1] La meta de cada ministro debe ser el perfeccionar a los santos (los “apartados” para Dios) para obras de servicio. Sin embargo, con mucha frecuencia, aquellos en el ministerio actúan como si hubieran sido llamados no para perfeccionar a la gente santa para hacer obras de servicio, sino para entretener a los carnales que simplemente vienen a sentarse en los cultos. Cada persona que ha sido llamada a alguno de estos cinco oficios debe evaluar constantemente su contribución para “perfeccionar a los santos para la obra del ministerio”. Si cada ministro lo hiciera, eliminaría numerosas actividades consideradas erróneamente como “ministerio”.


[1] Esta es tan sólo otra forma de decir, “para hacer discípulos de Jesucristo”.

 

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Capítulo Dieciocho – Los Dones del Ministerio » Los Dones del Ministerio

La Autoridad para Servir

(Authority to Serve)

El hecho de que Dios le de al pastor autoridad espiritual y gubernamental en su iglesia, no le da derecho a dominar su rebaño. Él no es el Señor. Jesús lo es. No se trata de su rebaño. Se trata del rebaño de Dios.

“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5:2-4, énfasis agregado).

Cada pastor tendrá que dar cuentas por su ministerio algún día ante el trono del juicio de Cristo.

Además, en cuanto a las finanzas, un pastor/anciano/superintendente no debe actuar solo. Si se recolecta dinero regular o esporádicamente por cualquier razón, otras personas dentro del cuerpo de la iglesia deben responsabilizarse de la fiscalización del dinero para que así no exista desconfianza en cuanto al manejo de fondos ( ver 2 Corintios 8:18-23). Este puede ser un grupo elegido o creado para este fin.

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Capítulo Dieciocho – Los Dones del Ministerio » La Autoridad para Servir

¿La Pluralidad de los Ancianos?

(The Plurality of Elders?)

Algunos desean señalar que en la Escritura siempre se ha hablado de los ancianos en plural, mostrando aparentemente que no es bíblico tener un solo anciano/ pastor/ superintendente liderando su rebaño. Sin embargo, en mi opinión, no es una prueba concluyente. La Biblia en verdad menciona que en ciertas ciudades, más de un anciano estaba supervisando la iglesia, pero no dice que esos ancianos tenían la misma autoridad sobre congregaciones individuales. Por ejemplo, cuando Pablo reunió a los ancianos de Éfeso (ver Hechos 20:17), era bastante obvio que esos ancianos eran de una ciudad en donde la suma de todo el cuerpo consistía en miles y quizás diez miles de personas (ver Hechos 19:19). Por esto tuvo que haber habido muchos rebaños en Éfeso, y es bastante posible que cada anciano supervisara una iglesia casera individualmente.

No hay ningún ejemplo en la Escritura en donde Dios llame a un comité para hacer una tarea. Cuando Dios quería liberar a Israel de Egipto, Él llamó a un solo hombre, Moisés, para ser el anciano. Otros fueron llamados para ayudar a Moisés, pero todos ellos se sometían a Moisés, y como él, cada uno de ellos tenía una responsabilidad diferente sobre cierto subgrupo de gente. Este modelo se repite varias veces en la Escritura. Cuando Dios tiene una tarea para alguien, Él llama a una persona para que tome la responsabilidad, y llama a otros para que le ayuden.

Por esto, pareciera extraño que Dios llame a un comité de ancianos con igual autoridad para supervisar cada pequeña iglesia casera de veinte personas. Esto pareciera una invitación para la disputa.

Esto no quiere decir que cada iglesia casera debe ser supervisada por uno y sólo un líder. Sin embargo, se puede decir que si hay más de un anciano en la iglesia, el anciano más joven y con menor madurez espiritual debe someterse al anciano mayor y más maduro espiritualmente. La Escritura dice que son las iglesias, no las escuelas bíblicas, las que deben entrenar a los pastores/ ancianos/ superintendentes más jóvenes, y así es bastante posible y deseable que hayan varios pastores/ ancianos/ superintendentes en las iglesias caseras, en donde los menos maduros espiritualmente sean discipulados por aquellos con mayor madurez espiritual.

He observado este fenómeno aún en iglesias que supuestamente son supervisadas por ancianos con la “misma” autoridad. Siempre hay un anciano que sobrepasa a los otros y vela por los otros. O siempre hay uno que es dominante mientras que los otros son más pasivos. De otra forma, eventualmente habría contienda. Es un hecho que cada comité siempre elige a una persona líder. Cuando un grupo de iguales se dispone a realizar una tarea, reconocen que debe haber un líder. De igual modo acontece en la iglesia.

Además, la responsabilidad de los ancianos se compara con la responsabilidad de los padres, por lo que Pablo dice en 1 de Timoteo 3:4-5. Los ancianos deben manejar bien sus propias casas, porque de otra manera no podrían manejar bien una iglesia. Pero ¿qué tan bien se puede manejar una familia con dos padres con la misma autoridad? Yo pienso que puede haber muchos problemas.

Los ancianos/ pastores/ superintendentes deberían trabajar juntos en el cuerpo de Cristo siendo responsables mutuamente, para poderse ayudar en caso de que surja algún problema. Pablo escribió sobre un “presbiterio” (1 Timoteo 4:14), lo cual debió ser una reunión de presbuteros (ancianos) y posiblemente de otros hombres con dones ministeriales. Si hay un apóstol fundador, él también puede ayudar con sus servicios cuando haya problemas en un cuerpo local debido a un error de algún anciano. Cuando los pastores institucionales van por mal camino, siempre dará como resultado graves problemas debido a la estructura de la iglesia. Hay un edificio y hay programas que mantener. Pero las iglesias caseras pueden disolverse instantáneamente cuando un pastor se desvía por mal camino. Los miembros simplemente pueden empezar a congregarse en otra iglesia.

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