Los Pasajes Problemáticos

(The Problem Passages)

Ahora que entendemos algo de lo mucho que la Biblia nos dice acerca de los roles de las mujeres en el ministerio, seremos más capaces de interpretar los “pasajes problemáticos” en los escritos de Pablo. Primero consideremos sus palabras acerca de que las mujeres debían guardar silencio en las iglesias:

“vuestras mujeres callen en las congregaciones, porque no les es permitido hablar, sino que deben estar sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender, pregunten en casa a sus maridos, porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación” (1 Corintios 14: 34-35).

Algunos preguntan, por muchas diferentes razones, si éstas son realmente instrucciones de Pablo, o simplemente su cita de lo que los Corintios le habían escrito a él. Está claro que en la segunda mitad de esta carta, Pablo estaba respondiendo las preguntas que los corintios le habían hecho en una carta que ellos le habían enviado (ver 1 Corintios 7:1,25; 8:1; 12:1; 16:1,12).

Es más, en el siguiente verso, Pablo escribe lo que se puede considerar como su reacción a los corintios y su política de silencio para las mujeres en las iglesias:

“¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado?” (1 Corintios 14:36).

En la versión “King James” este verso se traduce en una forma en la que Pablo parece estar más asombrado de la actitud de los Corintios:

“¿Qué?, ¿vino la palabra de Dios de vosotros? O ¿Vino sólo a vosotros?” (1 Corintios 14:36).

En cualquiera de los casos, Pablo indiscutiblemente está preguntado dos cosas retóricas. La respuesta a ambas cosas es No. Los corintios no eran los autores de la palabra de Dios ni la Palabra de Dios fue dada sólo a ellos. Las palabras de Pablo son naturalmente reprensiones contra su orgullo. Si las preguntas son su reacción a estos dos versos que inmediatamente les preceden, éstas parecen decir, “¿Quiénes piensan ustedes que son? ¿Desde cuando hacen ustedes los decretos relacionados a quién Dios puede usar para hablar Su palabra? Dios puede usar a las mujeres si Él desea, y tú te comportas como un tonto al silenciarlas”.

Esta interpretación parece lógica cuando tomamos en consideración que Pablo en la misma carta, ya había escrito acerca del modo apropiado para que las mujeres profetizaran en las iglesias (ver 1 Corintios 11:5), algo que requería que ellas no guardaran silencio. Más adelante, tan sólo unos versos después de aquellos versos en estudio, Pablo exhorta a todos los Corintios, [1] incluyendo a las mujeres, a “procurar profetizar” (1 Corintios 14:39). Por esto parecería bastante contradictorio que él hubiera dado una orden explícita a las mujeres a guardar silencio en las reuniones de las iglesias en el capítulo 14, versos 34-35.


[1] La exhortación de Pablo es dirigida a los “hermanos” un término que él usa 27 veces en esta carta, y el cual se refiere claramente a todo el cuerpo de Cristo en Corinto, y no sólo a los hombres.

 

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Capítulo Doce – Las Mujeres en el Ministerio » Los Pasajes Problemáticos

Las Mujeres en el Ministerio en el Antiguo Testamento

(Women in Ministry in the Old Testament)

Tomando en cuenta las verdades anteriores, consideremos ahora algunas de las mujeres que Dios usó para lograr su divino propósito en el Antiguo Testamento. Es innegable, que Dios primeramente llamó a los hombres al ministerio durante el tiempo del Antiguo Testamento, igual que lo hizo durante el Nuevo Testamento. Las historias de los hombres como Moisés, Aarón, Josué, José, Samuel y David llenan las páginas del Antiguo Testamento.

Sin embargo, muchas mujeres, se levantaron en este tiempo probando que Dios puede escoger, llamar y usar a quien Él desee, y las mujeres que han sido equipadas por Dios, son capaces de hacer la tarea a la cual Él las ha llamado.

Antes de hablar específicamente de alguna de estas mujeres, debemos notar que cada gran hombre del Antiguo Testamento nació de una mujer y fue criado por ella. No habría existido un Moisés sin una mujer llamada Jocabed (ver Éxodo 6:20). No hubiera existido ninguno de los grandes hombres de la Biblia si no hubiera sido por las madres de estos hombres. A las mujeres se les ha dado la gran responsabilidad y ministerio digno de alabanza de criar a los hijos en el Señor (ver 2 Timoteo 1:5).

Jocabed no sólo fue la madre de dos hombres llamados por Dios, que eran Moisés y Aarón, sino también de una mujer llamada por Dios, la hermana de ellos, que era profeta y líder de adoración, la cual se llamaba María (ver Éxodo 15:20). En Miqueas 6:4, Dios le da la categoría de líder de Israel junto con Moisés y Aarón:

“Te hice subir de la tierra de Egipto, te redimí de la casa de servidumbre y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María” (énfasis agregado).

Por supuesto, que el rol de liderazgo de Maria en Israel no era tan dominante como el de Moisés. Ahora, como profeta, Maria habló en el nombre de Dios, y pienso que es seguro el pensar que el mensaje de Dios a través de ella no sólo era dirigido a las mujeres, sino también a los hombres de Israel.

 

Las Mujeres en el Ministerio en el Nuevo Testamento

(Women in Ministry in the New Testament)

Como dato interesante, encontramos también una mujer que fue llamada por Dios como profetisa en el Nuevo Testamento. Cuando Jesús tenía tan solo unos días de nacido, Ana lo reconoció y comenzó a proclamar que Él era el Mesías:

“Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada. Había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (Lucas 2:36-38, énfasis agregado).

Note que Ana habló de Jesús a todos aquellos “que esperaban la redención de Jerusalén”, y por supuesto que esto incluía a los hombres. Por eso se puede decir que Ana enseñaba a los hombres acerca de Jesús.

Existen otras mujeres en el Nuevo Testamento a quienes Dios usa con el don de profecía. María, la madre de Jesús, está ciertamente dentro de ese grupo (ver Lucas 1:46-55). Cada vez que las palabras proféticas de María se leen en la iglesia, se puede decir que una mujer le está enseñando a la iglesia. (E indudablemente Dios honró a la mujer al enviar a su hijo a este mundo por medio de una mujer, algo que Él pudo haber hecho de cualquier otra forma).

La lista continúa. Dios dijo a través de la boca del profeta Joel que cuando Dios diera de su Espíritu, los hijos e hijas de Israel profetizarían (Joel 2:28). Pedro confirmó que la profecía de Joel fue ciertamente aplicable en la dispensación del Nuevo Pacto (ver Hechos 2:17).

Se nos dice en Hechos 21:8-9 que Felipe el evangelista tenía cuatro hijas que profetizaban.

Pablo escribió acerca de las mujeres que profetizaban en las reuniones de las iglesias (ver 1 Corintios 11:5). También está claro por el contexto que los hombres estaban presentes.

Con todos los ejemplos de la Escritura acerca de las mujeres usadas por Dios como profetisas y en la profecía, ¡ciertamente no tenemos ninguna razón para pensar que Dios no usa a mujeres en tal ministerio! Más aún, no existe nada que nos lleve a pensar que las mujeres no pueden profetizar a los hombres en el nombre de Dios.

¿Las Mujeres como Maestras?

(Women as Teachers?)

¿Qué ocurre con las maestras? El Nuevo Testamento no menciona a ninguna. Por supuesto, que la Biblia tampoco menciona a hombre alguno que hubiera tenido el llamado de maestro. Priscila (La que mencionamos anteriormente), esposa de Aquila, estaba involucrada en algún tipo de enseñanza por lo menos a una escala pequeña. Por ejemplo, cuando ella y su esposo escucharon a Apolos predicando un evangelio deficiente en Éfeso, “lo tomaron aparte y le expusieron con más exactitud el camino de Dios” (Hechos 18:26). Nadie puede negar que Priscila ayudara a su esposo a enseñar a Apolos, un hombre. Más aún, Pablo menciona dos veces a Priscila y a Aquila cuando escribe acerca de la “iglesia en su casa” (ver Romanos 16:35; 1 Corintios 16:19), y él los llama a ambos “colaboradores en Cristo Jesús” en Romanos 16:3. Existe poca duda acerca de que Priscila tuviera un rol activo en el ministerio al lado de su esposo.

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Capítulo Doce – Las Mujeres en el Ministerio » ¿Las Mujeres como Maestras?

¿Las Mujeres como Pastoras?

(Women as Pastors?)

¿Qué ocurre con las mujeres que sirven como pastoras? Pareciera que el oficio de pastor-anciano-superintendente, Dios lo creó con la intención de que fuera llevado a cabo por hombres:

“Palabra fiel: Si algún hombre anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar” (1 Timoteo 3:1-2, énfasis agregado).

“Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieras lo deficiente y establecieras ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé. El anciano debe ser irreprochable, marido de una sola mujer,” (Tito 1:5-6, énfasis agregado).

Pablo no dice expresamente que a las mujeres les es prohibido este oficio, así que debemos tener un poco de precaución en hacer una conclusión absoluta al respecto. Pareciera que existen numerosas mujeres que son pastoras-ancianas-superintendentes muy efectivas alrededor del mundo de hoy, particularmente en las naciones desarrolladas, aunque todavía sean muy pocas. Tal vez Dios ocasionalmente sí llama a mujeres a este rol cuando éste sirve a su Reino y sus sabios propósitos o cuando hay falta de líderes masculinos calificados. Es posible que actualmente muchas de las pastoras en el cuerpo de Cristo en realidad hayan sido llamadas a otro ministerio que sea válido bíblicamente para mujeres, como el oficio de profetas, pero debido al modelo de la iglesia de hoy, solamente se les permite funcionar en el rol de pastoras.

¿Por qué está el oficio de pastor-anciano-superintendente reservado para hombres? Si entendemos las funciones de este oficio, eso nos ayudaría a comprenderlo mejor. Uno de los requisitos de la Escritura para los pastores-ancianos-superintendentes es:

“Que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad, (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)” (1 Timoteo 3:4-5).

Este requisito tiene un gran sentido cuando nos damos cuenta que el anciano del Nuevo Testamento supervisaba una iglesia casera pequeña. Su rol era similar al de un padre que supervisaba su casa. Esto nos ayuda a entender el motivo por el cual el oficio pastoral era llevado a cabo por hombres, debido a que éste se asemejaba a la estructura familiar, la cual va en línea con lo que Dios diseñó, y el hombre es la cabeza del hogar, no la mujer. Hablaremos más de esto después.

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Capítulo Doce – Las Mujeres en el Ministerio » ¿Las Mujeres como Pastoras?

La Iglesia—Un Modelo de la Familia

(The Church—A Model of the Family)

El orden de Dios para la familia ciertamente debería ser demostrado por la iglesia. Como lo dije antes, es importante tener en mente que por los primeros trescientos años de la historia de la iglesia, las congregaciones eran pequeñas. Se reunían en casas. El pastor-anciano-superintendente era como el padre de familia. Esta estructura de la iglesia que Dios ordenó se parece mucho a la familia, y de hecho era una familia espiritual, en donde si una mujer lideraba, podía quizá enviar un mensaje erróneo a las familias dentro y fuera de la iglesia. Imagine a una mujer pastora-anciana-superintendente que enseñara regularmente en una iglesia casera, y su esposo se sentara obediente, escuchando su enseñanza y se sometiera a la autoridad de ella. Esto iría en contra del orden de la familia que Dios creó, y se daría un mal ejemplo.

Esto es lo que las palabras de Pablo querían decir. Note que estas palabras se encuentran muy cerca del contexto de los requisitos para ancianos (ver 1 Timoteo 3:1-7), uno de los cuales era que la persona fuera un hombre. También se debe notar que los ancianos deben enseñar con regularidad en la iglesia (ver 1 Timoteo 5:17). Las palabras de Pablo en cuanto a que las mujeres callaran al recibir la enseñanza sin ser ellas las que enseñaran o ejercieran autoridad sobre los hombres, están obviamente relacionadas con el orden apropiado de la iglesia. Lo que él describe como algo inapropiado para las mujeres, en parte o como un todo, es tener el cargo de pastor-anciano-superintendente.

Esto no quiere decir que una mujer/ esposa no puede, bajo la sumisión de su esposo, orar, profetizar, recibir una breve enseñanza para compartir con el resto del cuerpo, o hablar en general durante las reuniones de la iglesia. Todo esto ella lo puede hacer sin tener que violar el orden divino de Dios, como también ella puede hacer todas estas cosas en la casa sin violar el orden de Dios. Lo que a ella se le prohibía en la iglesia era nada más y nada menos que lo que a ella se le prohibía hacer en la casa—ejercer autoridad sobre su esposo.

También notamos en los versículos siguientes que las mujeres podían servir en el oficio de diaconisas como también los hombres servían de diáconos (ver 1 Timoteo 3:12). Servir en la iglesia como un diácono, o como una sierva, pues es lo que esta palabra quiere decir, no implica ninguna violación del orden de Dios entre los maridos y sus esposas.

Esta es la única forma en que puedo ver armonía en las palabras de Pablo en 1 Timoteo 2:11-14 con lo que el resto de la escritura enseña. En todos los pasajes de la Escritura que hemos visto acerca de cómo Dios usa a las mujeres, ninguno sirve como modelo de la familia como sí lo hace la iglesia, y por esto ninguno violó el orden de Dios. En ninguna parte encontramos un modelo inapropiado de esposas imponiendo autoridad sobre sus esposos en el escenario de familia. De nuevo, imagine una pequeña reunión de varias familias en una casa y la esposa a cargo de esta reunión, enseñando y supervisando todo mientras su esposo tranquilamente se sienta y se somete al liderazgo de ella. Esto no es lo que Dios desea, pues va en contra del orden que Dios creó para la familia.

Aunque Débora era juez de Israel, Ana le habló a los hombres acerca de Cristo, y María y sus amigas le dijeron a los discípulos acerca de la resurrección de Jesús, ninguna de ellas dio un mensaje erróneo o en una forma inapropiada que fuera en contra del modelo de la unidad familiar. Las reuniones regulares de la iglesia pueden ser un escenario único en donde existe un gran peligro para enviar un mensaje erróneo si las mujeres/ esposas ejercen autoridad y enseñan con regularidad a los hombres/ esposos.

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¿Las Mujeres como Apóstoles?

(Women as Apostles?)

Hemos establecido como conclusión que las mujeres pueden servir como profetisas (si han sido llamadas por Dios). ¿Pero qué pasa con otro tipo de ministerios? Es maravilloso el leer la salutación de Pablo en Romanos 16 donde él alaba a un número de mujeres que servían en el ministerio por el bien del Reino de Dios. Una de ellas pudo haber sido apóstol. En la siguiente cita, he enfatizado los nombres de las mujeres:

“Os recomiendo, además, a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea. Recibidla en el Señor, como es digno de los santos, y ayudadla en cualquier cosa en que necesite de vosotros, porque ella ha ayudado a muchos y a mí mismo” (Romanos 16:1-2, énfasis agregado).

¡Qué respaldo! No sabemos con exactitud que ministerio tenía Febe, pero Pablo la llama “Sierva de la iglesia en Cencrea” y que ella “ha ayudado a muchos”, incluyendo a Pablo mismo. Sea lo que sea que ella hacía para el Señor, debió ser bastante importante para tener el respaldo de Pablo ante toda la iglesia de Roma.

A continuación leemos acerca de Priscila, quien junto con su esposo Aquila, tenían un ministerio tan importante, que eran apreciados por todas las iglesias de los gentiles:

“Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí, a los cuales no sólo yo doy las gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles. Saludad también a toda la iglesia que se reúne en su casa. Saludad a Epeneto, amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo. Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros. Saludad a Andrónico y a Junias (o Junia como se traduce en la versión inglesa King James, en forma femenina), mis parientes y compañeros de prisiones. Ellos son muy estimados entre los apóstoles, y además creyeron en Cristo antes que yo” (Romanos 16:3-7, énfasis agregado).

Con relación a Junias, parece lógico el pensar que cuando una persona “es muy estimada entre los apóstoles”, puede que sea otro apóstol. Si la traducción correcta es Junia, entonces ella era una mujer apóstol. Priscila y María eran trabajadoras del Señor.

“Saludad a Amplias, amado mío en el Señor. Saludad a Urbano, nuestro colaborador en Cristo Jesús, y a Estaquis, amado mío. Saludad a Apeles, aprobado en Cristo. Saludad a los de la familia de Aristóbulo. Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de la familia de Narciso, los cuales están en el Señor. Saludad a Trifena y a Trifosa, que trabajan arduamente en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, que tanto ha trabajado en el Señor. Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre que lo es también mía. Saludad a Asíncrito, a Flegonte, a Hermas, a Patrobas, a Hermes, y a los hermanos que están con ellos. Saludad a Filólogo, a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpas y a todos los santos que están con ellos” (Romanos 16:8-15, énfasis agregado).

Claramente, las mujeres pueden ser “trabajadoras” en el ministerio.

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El Otro Pasaje Problemático

(The Other Problem Passage)

Finalmente llegamos al segundo “pasaje Problemático”, que se encuentra en la primera carta de Pablo a Timoteo:

“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. No permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Pues Adán fue formado primero, después Eva, y Adán no fue engañado, sino que la mujer siendo engañada, incurrió en trasgresión” (1 Timoteo 2:11-14).

Con seguridad Pablo, sabía que María, Débora, Hulda y Ana, cuatro profetisas que hablaron por medio de Dios a los hombres y a las mujeres, enseñaron efectivamente la voluntad de Dios. Con seguridad él sabía que Débora, una juez de Israel, ejercía cierto grado de autoridad sobre los hombres y las mujeres. Con seguridad él sabía que Dios había dado de su Espíritu en el día del Pentecostés, cumpliendo parcialmente la profecía de Joel de que en los últimos días Dios iba a poner de su Espíritu sobre toda carne y así los hijos e hijas profetizarían la palabra de Dios. Con seguridad él sabía que Jesús le había ordenado a varias mujeres a llevar su mensaje a Sus discípulos. Con seguridad él sabía, debido a sus propias palabras de aprobación, escritas a la iglesia de los corintios, que las mujeres podían orar y profetizar durante las reuniones de la iglesia. Con seguridad él recordaba que él le había dicho a los corintios que cualquiera de ellos podía recibir una enseñanza del Espíritu Santo para compartir con el resto del cuerpo (ver 1 Corintios 14:26). Así que, ¿qué intentó decir él cuando escribió esas palabras a Timoteo?

Note que Pablo habla de dos hechos relacionados con Génesis como base para su instrucción: (1) Adán fue creado antes que Eva y (2) Eva y no Adán fue engañada y cayó en trasgresión. El primer hecho establece la relación apropiada entre el esposo y la esposa. Como se había enseñado por el orden de la creación, el esposo es la cabeza, algo que Pablo enseña en otra parte (ver 1 Corintios 11:3; Efesios 5:23-24).

El segundo hecho que Pablo menciona no quiere decir que la mujer es engañada más fácilmente que el hombre, porque no lo es. De hecho, debido a que hay más mujeres que hombres en el cuerpo de Cristo, se podría decir que los hombres son más propensos a ser engañados que las mujeres. Más bien, el segundo hecho muestra que cuando el orden que Dios ha creado para la familia se ve afectado, Satanás puede entrar en ésta. Todo el problema de la humanidad comenzó en el jardín cuando la relación entre el hombre y la mujer perdió su orden y la esposa de Adán no se sometió a él. Adán debió haberle comunicado a su esposa la instrucción acerca del fruto prohibido (ver Génesis 2:16-17; 3:2-3). Sin embargo, ella no obedeció la instrucción. En cierto sentido ella ejerció autoridad sobre él cuando le dio el fruto prohibido para comer (ver Génesis 3:6). En este caso no se trataba de Adán liderando a Eva; era Eva liderando a Adán. El resultado fue un desastre.

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Capítulo Doce – Las Mujeres en el Ministerio » El Otro Pasaje Problemático

En Conclusión

(In Conclusion)

Si tan sólo nos preguntáramos, “¿Qué podría estar básicamente erróneo con que las mujeres trabajen en el ministerio, sirviendo a otros con sus corazones llenos de compasión y usando los dones que Dios les ha dado? ¿Qué principio moral o ético se puede violar?” Entonces entendemos que la única violación posible de un principio sería si el ministerio de una mujer de alguna forma violara el orden de Dios en cuanto a las relaciones entre hombres y mujeres, esposos y esposas. En los dos “pasajes problemáticos” que hemos considerado, Pablo apela al orden divino del matrimonio como la base de su preocupación.

Nos damos cuenta, entonces, que las mujeres están restringidas del ministerio únicamente en un grado muy pequeño. En muchas otras formas, Dios quiere usar a las mujeres para su gloria, y Él ha hecho esto por miles de años. La Escritura nos habla de muchas contribuciones positivas que las mujeres han hecho para el Reino de Dios, algunas de las cuales ya hemos mencionado. No nos olvidemos que varios de los amigos más cercanos de Jesús eran mujeres (ver Juan 11:5), y que las mujeres sostenían su ministerio financieramente (ver Lucas 8:1-3), algo que no se dice de ningún hombre. La mujer que estaba cerca del pozo en Samaria le habló de Cristo a los hombres de su pueblo, y muchos creyeron en Él (ver Juan 4:28-30, 39). Una mujer discípula llamada Tabita “abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía” (ver Hechos 9:36). Fue una mujer la que ungió a Jesús para la sepultura y Él la alabó cuando algunos hombres se quejaron de ella (ver Marcos 14:3-9). Finalmente, La Biblia nos dice que fueron mujeres las que lloraron por Jesús mientras Él cargaba la cruz por las calles de Jerusalén, y esto nunca se dice de ningún hombre. Estos ejemplos y muchos parecidos a estos, deben motivar a las mujeres a levantarse y cumplir con los ministerios que Dios les ha ordenado. ¡Las necesitamos a todas!

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Desde El Inicio

(From the Beginning)

Para comenzar, vamos a considerar las escrituras desde sus primeras páginas que hablan acerca de las mujeres. Las mujeres, al igual que los hombres, son creadas a la imagen de Dios:

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).

Por supuesto que sabemos que Dios creó a Adán antes que a Eva, y esto es, de acuerdo con Pablo, un hecho verdaderamente significativo (ver Timoteo 2:3). Consideraremos después el significado de este orden de la creación que Pablo explica; sin embargo, esto no prueba que los hombres son superiores a las mujeres. Sabemos que Dios creó a los animales antes que a los seres humanos (ver Génesis 1:24-28) y nadie diría que los animales son superiores a la gente.[1]

La mujer fue creada para ser la ayuda de su esposo (ver Génesis 2:18). De nuevo, esto no prueba su inferioridad, sino que sólo revela su rol en el matrimonio. El Espíritu Santo se nos ha dado como ayuda, pero Él no es inferior a nosotros. Al contrario, ¡Él es superior a nosotros! Y bien se puede decir que la creación de la mujer por parte de Dios, como ayuda del esposo, ¡prueba que los hombres necesitaban ayuda! Fue Dios el que dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo (ver Génesis 2:18). Esta verdad se ha comprobado en incontables oportunidades a lo largo de la historia al ver el fracaso de los hombres cuando carecen de la ayuda de sus esposas.

Finalmente, podemos notar desde las páginas iniciales de Génesis, que la primera mujer fue formada de la carne del primer hombre. Ella fue tomada de él, señalando el hecho de que a él le falta algo sin ella y que originalmente los dos eran uno. Más aún, lo que Dios separó llegaría a ser uno de nuevo por medio de la unión sexual, un medio que no sólo serviría para el propósito de la procreación, sino también para la expresión del amor y el disfrute del placer mutuo, razón por la cual los dos dependen uno del otro.

Todas las cosas acerca de estas lecciones de la creación, están en contra de la idea de que un sexo sea superior al otro, o de que uno tenga más dominio sobre otro.

Y sólo porque Dios ha diseñado diferentes roles para la mujer en el matrimonio o en el ministerio, esto no tiene nada que ver con su grado de igualdad con los hombres en Cristo, en quien “no hay hombre ni mujer” (Gálatas 3:28).


[1] También debemos notar que todo hombre desde Adán ha sido creado por Dios después de que Él ha creado la mujer que le da el ser. Después de Adán, todo hombre ha nacido de mujer, como Pablo nos lo recuerda en 1 Corintios 11:11-12. Con seguridad nadie discutiría que este orden divino prueba que los hombres son inferiores a sus madres.

 

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