Una Elaboración del Mismo Tema

(An Elaboration on the Same Theme)

Algunos pueden objetar mi explicación del aguijón de Pablo diciendo, “¿pero Pablo mismo no le dijo a los Gálatas que él estaba enfermo la primera vez que les predicó el evangelio? ¿No estaba él hablando de su aguijón en la carne?”

Aquí está lo que verdaderamente Pablo escribió en su carta a los Gálatas:

“pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; y no me despreciasteis ni rechazasteis por la prueba que tenía mi cuerpo. Al contrario, me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús” (Gálatas 4:13-14).

La palabra griega traducida como enfermedad aquí en Gálatas 4:13 es asthenia, que literalmente significa “debilidad”. Podría significar debilidad por enfermedad, pero no necesariamente.

Por ejemplo, Pablo escribió, “lo débil de Dios es más fuerte que los hombres” (1 Corintios 1:25, énfasis agregado). La palabra que se traduce como débil en este verso es también la palabra asthenia. No hubiera tenido sentido si los traductores hubieran traducido, “la enfermedad de Dios es más fuerte que los hombres”. (Ver también, Mateo 26:41 y 1 Pedro 3:7, donde la palabra asthenia se traduce como debilidad y no podía traducirse como enfermedad).

Cuando Pablo visitó Galacia por primera vez, como se registra en el libro de los Hechos, no se menciona que estuviera enfermo. Sin embargo, se hace mención de haber sido apedreado y dado por muerto y luego levantado de la muerte o milagrosamente revivido (ver Hechos 14:5-7, 19-20). Seguramente el cuerpo de Pablo, luego de ser apedreado y dejado hasta morir, estaba en horribles condiciones con cortadas y moretes por toda parte.

Pablo no tenía ninguna enfermedad en Galacia que fuera una tribulación para sus oyentes. Al contrario, su cuerpo estaba débil por haber sido apedreado recientemente. Lo más probable es que todavía llevara las marcas de su persecución en Galacia cuando escribió su carta a los Gálatas, porque terminó su epístola con estas palabras:

“De aquí en adelante nadie me cause molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús” (Gálatas 6:17).