Es importante entender que los dones del Espíritu son dados según la voluntad del Espíritu y no según la voluntad de ninguna persona. La Biblia deja esto muy claro:
“Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Corintios 12:11, énfasis agregado).
“Testificando Dios juntamente con ellos, con señales, prodigios, diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad” (Hebreos 2:4, énfasis agregado).
En una persona se pueden manifestar ciertos dones con frecuencia, pero nadie posee los dones. Si fuiste ungido una vez para hacer milagros, eso no quiere decir que tú puedes hacer milagros cada vez que deseas; ni tampoco es una garantía de que serás usado para hacer milagros nuevamente.
Estudiaremos y consideraremos brevemente unos cuantos ejemplos bíblicos de cada don. Sin embargo, recuerda que Dios puede manifestar su gracia y su poder en una infinidad de formas, así que es imposible definir exactamente cómo va a operar cada don en cada momento. Además, no existen definiciones de los nueve dones espirituales en la Escritura; solamente contamos con sus nombres. Por esto sólo podemos ver los ejemplos que están en la Biblia e intentar determinar bajo qué nombre encajaría cada uno y, en última instancia, definiéndolos por sus diferencias aparentes. Debido a que hay muchas formas por medio de las cuales el Espíritu Santo se puede manifestar con dones sobrenaturales, no sería sabio el ser demasiado estricto con nuestras definiciones. Algunos dones podrían ser combinaciones de varios dones. Acerca de esto Pablo escribe:
“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien de todos” (1 Corintios 12:4-7, énfasis agregado).