CINCO: Castigo Integrado

Estoy muy contento de que hayas leído hasta aquí, porque tu vida va a cambiar drásticamente. De hecho, tu destino eterno va a establecerse en un curso diferente.

Vamos a resumir lo que hemos aprendido hasta este punto.

Primero que todo, Dios existe. Es evidente mirando todo lo que ha creado.

Segundo, Dios es poderoso, grandioso, inteligente, sabio, amoroso y moral. Eso, también, es evidente al mirar la Creación.

Tercero, todos sabemos que el egoísmo es malo porque todos nacemos con una conciencia dada por Dios.

Cuarto, todos nosotros nos encontramos auto-condenados ante Dios por nuestros propios juicios hacia los demás. Los hemos criticado por hacer eso de lo cual nosotros justo somos culpables.

Por último, Dios es la personificación del amor perfecto y debe reaccionar cuando se cometen actos egoístas porque ama a cada uno igualmente. Si Él permaneciera pasivo tras presenciar la injusticia, luego podría con razón ser acusado de amar al ofensor más que al ofendido. Dios, por lo tanto, debe castigar a los que actúan egoístamente.

Muchas personas tienen la idea de que un Dios amoroso nunca castigaría a alguna persona, pero deben ver que todo lo contrario es verdad: Un Dios de amor debe castigar los actos egoístas.

Imaginemos que eres el padre de dos hijos. Uno de sus hijos es muy bueno, y uno es muy malo. El malo lastima siempre al bueno. De hecho, el bueno tiene moretones y heridas abiertas en todo su cuerpo.

Amas a tus dos hijos, pero, ¿significa que nunca castigas al niño malo por golpear al bueno? ¡Por supuesto que no! Si tú no disciplinas al niño malo, van a decir los vecinos, “El tipo de al lado es un padre terrible. Él no debe amar a su hijo para nada.” ¿No es cierto? ¡Ellos te acusarían de no ser un padre amoroso! Si amas al niño que está siendo molestado vas a disciplinar al egoísta. (Vas a castigar al niño malo porque lo amas a él también, y no quieres que crezca para ser uno que le gusta molestar a otros).

Dios no es diferente, excepto que su amor por nosotros trasciende por mucho al amor que cualquier padre siente por su hijo. ¡Cuánto más, por lo tanto, Dios debe castigar a los que actúan egoístamente! Si tú crees que Dios es amoroso, entonces no tendrás elección sino creer también que Él castigará a quienes son egoístas. Si no castiga al desobediente, Él no está amando para nada.

Viene el Día de Pago

La ira de Dios hacia el mal es otra de esas “verdades auto-evidentes.” Él creó un sistema que ofrece la ira automática sobre los que actúan únicamente por su propio interés, independientemente de cómo otros sufren. Todo el mundo lo sabe.

La mayoría de los dramas que han sido producidos para televisión, el cine o el teatro, comunican un tema fundamental del bien contra el mal. Todo el mundo espera que los chicos buenos ganarán y los chicos malos “tendrán lo que merecen,” cosa que pasa usualmente.

En la vida real, no todos los conflictos se resuelven en una hora, ni los actos malos son traídos a la justicia inmediata, pero viene el día de pago. Aquellos que viven por la espada morirán a espada. Lo que usted siembra, lo cosechará. Lo que va, regresa.

Está establecido, en un sistema egoísta las personas sufren por su egoísmo. Por supuesto que algunas personas aparentemente “vencen el sistema.” Siguen en su camino egocéntrico durante años. Pero en última instancia, caerán presa de sus propias maquinaciones.

Tomemos al adúltero una vez más. Le ha sido infiel a su esposa. Actuó egoístamente. ¿Qué sufre? En primer lugar, automáticamente sufre una conciencia culpable. Esa conciencia le fue dada por Dios. Su conciencia es parte del sistema integrado que se hace auto-evidente en el castigo de Dios al egoísmo.

¿Puedes verlo? Las personas no dicen, “Estoy disfrutando mucho mi vida por mi conciencia culpable.” No, dicen, “Estoy sufriendo con una consciencia culpable.” Su sufrimiento es un indicativo del sistema integrado que Dios ha diseñado para castigar el egoísmo.

El hombre egoísta que ha sido infiel a su esposa también puede destruir su matrimonio y perder a sus hijos. No sólo eso, le puede costar financieramente a través de los años pagando pensión alimenticia y apoyo financiero para los niños. Él sufrirá la pérdida del respeto de sus compañeros y otros familiares también. ¿Puedes ver que esas consecuencias forman parte del sistema integrado?

¿Alce Culpable?

Piense sobre esto: Dios no tenía que habernos hecho como lo hizo, a su imagen. Nosotros pudimos haber sido creados para procreación sin el matrimonio como los alces – con el macho más fuerte ganando el único privilegio de aparearse con todas las hembras. Sé que suena absurdo, ¡pero no para un alce! Ese es el único modo que conoce para relacionarse cuando el tiempo de apareamiento llega. Él no tiene preocupación acerca de lo que ocurrirá si se aparea con diez de las hembras en una temporada. Y ¿por qué no? Porque él no fue creado a la imagen de Dios.

Todos los alces no fueron creados iguales. La supervivencia del más apto rige el dominio. Cuando un macho alce se aparea con una hembra con la que otro alce se apareó el año pasado, él no debe temer lo que debe temer el adúltero humano. ¿La razón? Porque así es cómo Dios lo diseñó. ¿Lo ves? El castigo está establecido en la sociedad humana, pero no en la sociedad de alces.

El adúltero también corre el riesgo de contraer sífilis, gonorrea o SIDA. ¿Cree que los machos de alce con múltiples parejas se preocupan de esas cosas terribles? Por supuesto que no. ¿Por qué? porque así es cómo Dios los ha diseñado.

La gente que dice que no cree que un Dios amoroso debería castigar el pecado necesita abrir los ojos a la realidad. El pecado se castiga todos los días, está integrado en el sistema. La ciencia médica incluso ahora nos dice que las emociones egoístas -como el odio, amargura y los celos- hacen nuestros cuerpos más susceptibles a la enfermedad. Esta es más evidencia del hecho de que Dios está juzgando y juzgará todo pecado.

La Biblia, en términos aún más fuertes de los que he utilizado, afirma esta verdad evidente:

Porque la ira de Dios es revelada… (1:18A Romanos; énfasis añadido).

Observe que dice “es revelada,” no “va a ser revelada.” Sí, la ira de de Dios va a ser revelada, pero el punto del apóstol Pablo en este pasaje es que se revela la ira de Dios ahora. Sigamos leyendo:

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad y la maldad de los hombres, que detienen la verdad con la injusticia, porque lo que se conoce acerca de Dios les es evidente, dentro de ellas; porque Dios, lo hizo evidente para ellos…. pero se volvieron inútiles en sus especulaciones, y su corazón necio fue entenebrecido…

.. .Por esta razón, Dios los entregó a degradantes pasiones; porque sus mujeres intercambiaron la función natural por lo que es antinatural, y en la misma forma también los hombres abandonaron la función natural de la mujer y se encendieron en su deseo de uno hacia el otro, los hombres con los hombres para cometer actos indecentes y recibiendo en sus propias personas la recompensa por su error (Romanos 1: 18-19, 21b, 26-27; énfasis añadido).

Usted no necesita leer la Biblia para saber que la homosexualidad es incorrecta. Todo lo que necesita es un conocimiento básico de la anatomía humana, y usted puede darse cuenta fácilmente que los hombres no deben tener relaciones sexuales con otros hombres. Eso es auto-evidente.

Sin embargo, los hombres y mujeres en su rebelión hacia Dios desobedecerán Sus leyes auto-evidentes y en última instancia sufrirán las consecuencias inherentes de sus acciones. Esto debería ser especialmente evidente para nuestro mundo moderno, que ha sido asolado por la epidemia del SIDA.

No me malinterpreten, no estoy en justicia propia condenando a los homosexuales porque yo, también, me he rebelado contra las leyes auto-evidentes de Dios. Yo, al igual que ustedes he desobedecido mi conciencia, cometiendo muchos actos de egoísmo. Y, al igual que ustedes, he sufrido las consecuencias inherentes por mi pecado.

¿Qué Significa Esto Para Ti y Para Mi?

Es obvio por varias razones que Dios es santo y que castiga el egoísmo. ¿Cuáles son esas razones?

Primera, porque debe castigar el egoísmo si es un Dios de amor, y lo es.

Segunda, porque podemos ver que el sistema integrado de castigo es parte de la estructura de nuestra realidad.

Y la tercera, porque la Biblia confirma lo que nuestra realidad nos enseña: Dios es justo y Santo, y lo es y castigará todo pecado. De hecho, la Biblia tiene más referencias acerca del enojo de Dios, Su furia y Su ira que declaraciones acerca de Su amor.

¿Qué significa esto para ti y para mí? Esto significa que si hemos cometido cualquier acto de egoísmo, nosotros debemos ser castigados. ¿En qué medida debemos ser castigados? ¿Son los castigos inherentes, que forman parte de nuestra realidad cotidiana suficiente recompensa para nuestros actos egoístas?

En primer lugar, debemos tomar en consideración a quién hemos ofendido. Hemos ofendido al Creador de todas las cosas, Uno que es antes de todos los tiempos, el Dios Todopoderoso y omnisciente.

Segundo, debemos tomar en consideración la terrible naturaleza de nuestro pecado. Pocos de nosotros comprendemos completamente cuán repugnante es el egoísmo. A los ojos de Dios es lo más feo, la cosa más vil que hay. Orgullosamente busca su propio bienestar, vanamente escalando más alto mientras utiliza a personas que fueron creadas a la imagen de Dios como piedras para escalar. Se opone a la naturaleza misma de Dios porque, como la Biblia establece, Él es amor desinteresado (véase 1 Juan 4:8).

Tercero, debemos considerar cuánto Dios ama a aquellos contra quienes hemos actuado egoístamente. Más de lo que podemos entender, Dios ama a esas personas a las que hemos utilizado o descuidado o juzgado o lastimado. Si Dios nos deja fácil, entonces podríamos concluir que realmente no debe amar a las personas que han sufrido por nosotros.

Cuarto, debemos tomar en consideración que Dios es el epítome de moralidad perfecta y justicia perfecta. El Juez moral del Universo debe dar la recompensa completa por quebrantar Su ley, de lo contrario no es un Juez justo.

¿Qué dice la Biblia respecto de nosotros los que hemos juzgado a otros mientras al mismo tiempo llevamos vidas que se caracterizan por la ambición egoísta? Una vez más, por favor lea usted mismo:

Por lo tanto, eres inexcusable, cada hombre de ustedes que juzga, porque en cuanto juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas practicas las mismas cosas. Y sabemos que el juicio de Dios, con razón, cae sobre los que practican estas cosas. Y tú supones, Oh hombre, cuando juzgas a aquellos que practican estas cosas y tú haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? [Ahora Pablo está escribiendo acerca del juicio futuro de Dios]. ¿O tú piensas ligeramente de las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, sin saber que la benignidad de Dios te conduce al arrepentimiento?

Pero debido a su obstinación y corazón no arrepentido almacenan para sí mismos ira en el día de ira y de la revelación del justo juicio de Dios, quién procesarán a cada hombre de acuerdo a sus hechos: a aquellos que, por su perseverancia en hacer el bien, buscan la gloria y honor de la inmortalidad, vida eterna; pero a quienes son egoístamente ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la impiedad, ira e indignación. Habrá tribulación y angustia para cada alma del hombre que hace maldad… (Romanos 2: 1-9; énfasis añadido).

Cuando el Apóstol Pablo escribe sobre la futura tribulación y angustia, es evidente que se refiere a lo que la Biblia llama infierno.

El Infierno Descrito

Parece que unos pocos predicadores no están mencionando más el infierno, pero Jesús nunca puede ser clasificado con ellos. Debido a que amaba a sus oyentes y no quiere que ellos pasen allí la eternidad, Jesús les advirtió del infierno con bastante frecuencia.

En el Evangelio de Mateo por sí solo, he contado treinta y ocho referencias directas o indirectas del futuro juicio de Dios y del infierno. Permíteme compartir unas pocos contigo. En Mateo 18: 8 – 9, Jesús dijo,

“Y si tu mano o tu pie te causa que tropieces, córtalo y arrójalo de ti; es mejor para ti que entres a la vida paralizado o cojo, que tener dos manos o dos pies, y ser echado en el fuego eterno . Y si tu ojo te causa que tropieces, sácalo y arrójalo de ti. Es mejor para ti que entres a la vida con un ojo, que teniendo dos ojos, ser echado en el infierno ardiente” (énfasis agregado).

¿Es realmente la intención de Jesús que cortemos nuestras manos y nos saquemos nuestros ojos si ellos nos causan pecar? ¡Si todos tomamos literalmente este mandamiento, todos seríamos ciegos, cojos y lisiados! No, Jesús estaba usando una figura de oratoria de que llamamos hipérbole, es decir, una exageración para crear un efecto.

Cuando dices a tu hijo, “¡Te tuve que llamar mil veces antes de que finalmente me contestaras!” es una Hipérbole. Se utiliza una hipérbole cuando se desea puntualizar algo fuertemente.

Jesús tenía un particularmente fuerte punto que estaba intentando afirmar, y es que, “el infierno es un lugar tan terrible, que valdría la pena cortarse las manos y pies y arrojar los ojos para permanecer fuera de él.” Eso me que dice que el infierno debe ser un lugar muy horrible.

Ten en cuenta que dos veces en los versos citados anteriormente, Jesús describe el infierno como un lugar de fuego. Una vez se refiere a él como un fuego eterno. En el idioma Griego, en el que originalmente escribió el Nuevo Testamento, la palabra traducida infierno es la palabra “gehenna.” Todos los oyentes de Jesús sabían exactamente de lo que Él estaba hablando cuando utilizó esa palabra.

Gehena era el nombre para el gigantesco montón de basura en el valle de Hinnom, que estaba justo afuera de las puertas de Jerusalén. El vertimiento constante de la basura de Jerusalén alimentaba frecuentemente incendios. La basura podrida y humo rancio eran nauseabundos, y lo que las llamas no consumían, las lombrices y gusanos se alimentaban de ello. Según cuenta el Evangelio de Marcos, Jesús pasó a mencionar los gusanos:

“Y si la mano causa que tropieces, córtala; es mejor que entres a la vida paralizado, de tener las dos manos, y entrar en el infierno, en el fuego inextinguible, donde su gusano no muere, y no se apaga el fuego” (Marcos 9: 43-44; énfasis añadido).

Jesús nos ama, por ello está tan firmemente advirtiéndonos de la final recompensa por nuestro pecado. El infierno es un lugar de fuego inextinguible, eterno. Las personas que terminan allí serán castigadas eternamente, tal como Jesús también dijo:

“Entonces Él también dirá a los de su izquierda, ‘apártense de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y su ángeles…. Y estos irán al castigo eterno, mas los justos a la vida eterna” (Mateo 25:41, 46; énfasis añadido).

En otra ocasión, Jesús describe las futuras miserias que los no salvos sufrirán perpetuamente:

“Así será al final de los tiempos; los Ángeles deberán venir y sacarán a los inicuos de entre los justos y serán arrojados en el horno de fuego; ahí será el llanto y el crujir de dientes” (Mateo 13: 49-50; énfasis añadido).

Algunos pueden objetar, diciendo, “¡Yo no creo que Dios castigará a alguien eternamente!”

Quienes hacen tal declaración no entienden quién es a quien han ofendido, el Dios del universo.

Ni comprender plenamente la terrible naturaleza de su perpetuo egoísmo.

Ni se dan cuenta cuánto Dios ama a las personas contra quienes han cometido actos egoístas.

Ni entienden la perfecta moralidad o justicia de Dios.

Ni tienen en cuenta la increíble misericordia que Dios ha mostrado a ellos toda su vida, como Él ha esperado pacientemente que se arrepientan de sus caminos egoístas.

Tampoco consideran cómo Dios repetidamente ha advertido de su terrible destino a través de los castigos inherentes que han experimentado por sus acciones egoístas, una conciencia atormentada y todas las repercusiones negativas que resultan del pecado.

Infierno en la Tierra

El sufrimiento temporal que pasamos sólo sirve para advertirnos del eterno sufrimiento al que seremos sometidos si seguimos nuestro estilo de vida egoísta.

Las personas que dicen, “Yo pienso que esta vida es todo el infierno que existe,” están al menos parcialmente en lo correcto. El mismo Dios que estableció castigos temporales en la estructura de nuestra realidad es el Dios mismo que echará a los inicuos en el infierno. Cuando sufrimos por nuestros pecados en la Tierra, estamos experimentando un poco de lo que se trata el infierno.

Por último, no hace ninguna diferencia lo que cualquiera piense. Todo lo que importa es lo que Dios ha dicho. Si Dios dice que hay un infierno eterno donde personas sufrirán eternamente, entonces así es como es. No hace ninguna diferencia lo que nadie piensa, y nadie tiene derecho a juzgar a Dios.

Como Dios mismo dijo a través del profeta Isaías:

“¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ­¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ‘¿Qué haces?’” (Isaías 45:9).

Lo que es más importante, la persona que dice que piensa que Dios nunca podría enviar a cualquier persona a un infierno eterno ha fallado en tener algo más en cuenta: que Dios ha proporcionado una forma mediante la cual cada persona puede escapar del castigo que merece.

De hecho, el precio por la provisión de ese potencial escape ha sido pagado por Dios mismo – quien padeció sufrimiento increíble para que esa misericordia pudiera mostrarse para nosotros.

Es de lo que se trata el próximo capítulo. Es el capítulo para el que te he estado preparando. ¡Espero que, para este momento, ya estes más que listo para responder a la mejor noticia que cualquier oído nunca ha escuchado!

“Porque Dios encerró á todos en incredulidad, para tener misericordia de todos. ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ­¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11: 32 – 33).

Nota final

1. Ver Mateo 3:7, 3:10-12, 5:20, 5:22, 5:29, 7:1-2, 7:13-14, 7:19, 7:21-23, 7:26-27, 8:12, 10:15, 10:28, 10:33, 11:22, 11:24, 12:32, 12:36-37, 12:41-42, 13:30, 13:41-42, 13:49-50, 15:13-14, 18:6-9, 18:34-35, 21:41-44, 22:7, 22:11-13, 23:13-15, 23:33, 24:21-31, 24:37-42, 24:48-51, 25:11-13, 25:30, 25:41, 25:46, 26:24

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Una Pregunta Común Acerca de la Vestimenta

(A Common Question about Clothes)

Una cosa que siempre me han preguntado los pastores alrededor del mundo es ésta: “¿Es aceptable para las mujeres cristianas el usar pantalones, considerando que la Biblia le prohíbe a la mujer usar ropa de hombre?”

Esta es una buena pregunta que puede ser respondida al utilizar reglas de interpretación sensatas y con la ayuda del contexto cultural.

Primero examinemos la prohibición de la Biblia en contra de que la mujer use ropa de hombre (y viceversa):

“la mujer no se vestirá con ropa de hombre, ni el hombre se pondrá vestido de mujer; porque cualquiera que hace esto es una abominación a Jehová tu Dios” (Deuteronomio 22:5).

Debemos comenzar preguntándonos, ¿Cuál era la intención de Dios al dar este mandamiento? ¿Era el propósito de Dios el que las mujeres no usaran pantalones?

No, ésta no pudo haber sido su intención, porque ningún hombre en Israel usaba pantalones en el tiempo en que Dios dijo esto. Los pantalones no eran considerados ropa de hombre ni ropa de nadie en ese tiempo. De hecho, lo que los hombres usaban en los tiempos bíblicos pudiera parecerse más a la ropa de la mujer en nuestros días. Esto es un poco de información histórica y cultural que nos puede ayudar a interpretar correctamente lo que Dios estaba tratando de decir.

Así que, ¿Cuál era la intención de Dios?

Leímos que cualquiera que usara ropa del sexo opuesto sería abominación al Señor. Esto suena bastante serio. Si un hombre toma la bufanda de una mujer y la utiliza en su cabeza por tres segundos, ¿será esto abominación a Dios? Esto parece muy dudoso.

Podría parecer más apropiado el decir que Dios se oponía cuando la gente intencionalmente se vestía para parecer del sexo opuesto. ¿Por qué alguien haría esto? Únicamente, porque él o ella esperaba seducir a alguien del mismo sexo, una perversión sexual que practican los homosexuales. Creo que así podemos entender por qué esto era abominación para Dios.

Por esto no se puede concluir que sea malo para la mujer utilizar pantalones, basándose en lo que dice Deuteronomio 22:5, a menos que ella los use como transvesti. Mientras ella siga luciendo como una mujer, ella no está en pecado al utilizar pantalones.

Por supuesto que la Escritura nos enseña que la mujer debe vestir con modestia (ver 1 Timoteo 2:9) y por esto los pantalones muy tallados al cuerpo y reveladores son inapropiados (como también los vestidos y enaguas talladas), porque pueden llevar al hombre a la lujuria. Mucha de la ropa que las mujeres usan públicamente en los países occidentales es completamente inapropiada y es la clase de ropa que sólo las prostitutas usan en los países en desarrollo. Ninguna mujer cristiana debería usar cierta ropa públicamente con el fin de parecer “sexy”.

La Necesidad de la Santidad

(The Necessity of Holiness)

¿Puede un creyente perder la vida eterna si peca? La respuesta se encuentra en muchas escrituras como la siguiente, la cual garantiza que aquellos que practican ciertos pecados no heredarán el Reino de los cielos. Si un creyente puede regresar a la práctica de los pecados que están en la siguiente lista de Pablo, entonces un creyente puede perder su salvación eterna:

“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10, énfasis agregado).

“Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas. En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de los Cielos” (Gálatas 5:19-21, énfasis agregado).

“Sabéis esto, que ningún fornicario o inmundo o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de los cielos. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia” (Efesios 5:5-6, énfasis agregado).

Nótese que en cada caso Pablo les escribe a los creyentes para advertirlos. Dos veces los advirtió a no ser engañados, indicando que estaba preocupado porque algunos creyentes pensaban que podían practicar los pecados escritos anteriormente y aún así heredar el Reino de los Cielos.

Jesús advirtió a sus discípulos más cercanos, Pedro, Santiago, Juan y Andrés de la posibilidad de ir al infierno si no estaban listos para Su venida. Nótese que las siguientes palabras eran dirigidas a ellos (ver Marcos 13:1-4), y no a la multitud de no creyentes:

“velad pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiera a qué hora el ladrón habría de venir, velaría y no lo dejaría entrar a su casa. Por tanto, también vosotros (Pedro, Santiago, Juan y Andrés) estad preparados, porque el hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis.

¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al que puso su señor sobre su casa para que les dé alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, lo halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes lo pondrá. Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: “mi señor tarda en venir”, y comienza a golpear a sus consiervos y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en el día que éste no espera y a la hora que no sabe y lo castigará duramente y pondrá su parte con los hipócritas, allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 24:42-51, énfasis agregado).

¿La moraleja de la historia?, “Pedro, Santiago, Juan y Andrés, no sean como los siervos infieles de esta parábola”.[1]

Para afirmar lo que Él acababa de decir a sus cercanos discípulos, Jesús inmediatamente continuó con la parábola de las diez vírgenes. Todas las diez vírgenes estaban listas en un principio para la boda, pero cinco se descuidaron y fueron excluidas de la fiesta de bodas. Jesús terminó la parábola con las palabras, “velad pues, (Pedro, Santiago, Juan y Andrés) porque no sabéis el día ni la hora en que el hijo del hombre ha de venir” (Mateo 25:13). Esto quiere decir, “Pedro, Santiago, Juan y Andrés, no sean como las cinco vírgenes insensatas”. Si para estos discípulos no existiera la posibilidad de no estar preparados y velando, entonces Jesús no los hubiera advertido.

Jesús inmediatamente les dijo la parábola de los talentos. Con el mismo mensaje. “no seas como el siervo con un solo talento que no tuvo nada que mostrarle a su señor de lo que éste le había confiado”. Al final de esta parábola, el señor declara, “Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 25:30). Jesús no pudo dar su mensaje más claramente. Sólo un teólogo errado cambiaría su significado. Existía peligro de que al final Pedro, Santiago, Juan y Andrés fueran echados al infierno, si fueran desobedientes cuando Jesús regresara.

Si esta posibilidad existía para estos discípulos, entonces también existe para nosotros. Como Jesús lo prometió, sólo los que hacen la voluntad del Padre, entrarán al reino de los cielos (ver Mateo 7:21).[2]

Aquellos que enseñan una falsa doctrina de una salvación incondicional asegurada, trabajan en contra de Jesús y ayudan a Satanás, enseñando lo opuesto a lo que Jesús enseñó a sus apóstoles. Efectivamente, éstos anulan el mandamiento de hacer discípulos que obedezcan todo lo que Jesús ordenó, bloqueando la senda angosta que lleva al cielo, y ensanchando la senda ancha que lleva al infierno.[3]


[1] Increíblemente, algunos maestros dicen que Jesús no se dirigía a sus discípulos cercanos y que siervo infiel representaba a un creyente y que el lloro y crujir de dientes es un lugar en las puertas del cielo donde los creyentes infieles llorarán temporalmente por su falta de recompensas, hasta que Jesús limpie sus lágrimas y los reciba en el cielo.

[2] Por supuesto que, los cristianos que cometen un sólo pecado no pierden inmediatamente la salvación. Aquellos que piden perdón por sus pecados, Dios los perdonará (si también perdonan los pecados cometidos contra ellos). Aquellos que no piden perdón por los pecados, están en peligro de ser disciplinados por Dios. Sólo si endurecen sus corazones hacia la disciplina de Dios es que los creyentes están en peligro de perder su salvación.

[3] Aquellos que no creen que los cristianos pueden perder la salvación deberían de considerar los siguientes pasajes del Nuevo Testamento: Mateo 18:21-35; 24:4-5, 11-13, 23-26, 42-51; 25:1-30; Lucas 8:11-15; 11:24-28; 12:42-46; Juan 6:66-71; 8: 31-32,51; 15:1-6; Hechos 11:21-23; 14:21-21; Romanos 6:11-23; 8:21-14, 17; 11: 20-22; 1 Corintios 9:23-27; 10:1-21; 11:29-32; 15:1-2; 2 Corintios 1:24; 11:2-4; 12:21; 13:5; Gálatas 5:1-4; 6:7-9; Filipenses 2:12-16; 3:17-4:1; Colosenses 1:21-23; 2:4-8,18-19; 1 Tesalonicenses 3:1-8; 1 Timoteo 1:3-7, 18-20; 4:1-16; 5:5-6, 11-15; 6:9-12, 17-19, 20-21; 2 Timoteo 2:11-18; 3;13-15; Hebreos 2:1-3; 3:6-19; 4:1-16; 5:8-9; 6:4-9, 10-20; 10:19-39; 12:1-17, 25-29; Santiago 1:12-16; 4:4-10; 5:19-20; 2 Pedro 1:5-11; 2:1-22; 3:16-17; 1 Juan 2:15-2-28; 5:16; 2 Juan 6-9; Judas 20-21; Apocalipsis 2:7, 10-11, 17-26; 3:4-5, 8-12, 14-22; 21:7-8; 22:18-19. Los textos de prueba producidos por aquellos que enseñan la doctrina de la salvación eterna incondicional y segura, son Escrituras que simplemente enfatizan la fidelidad de Dios en la salvación, y no dicen nada acerca de nuestra responsabilidad. Luego entonces se deben interpretar armonizando con las escrituras que he citado. Sólo porque Dios promete su fidelidad hacia nosotros, no quiere decir que nosotros igualmente somos fieles a Él. El solo hecho de que yo le prometiera a mi esposa que nunca la iba a abandonar y que iba a cumplir esa promesa, no me garantiza que ella no me vaya a abandonar a mí.

La Culpa de los Incrédulos

(The Guilt of the Unbelieving)

Una prueba más acerca de que Dios hace a la gente sentirse culpable aunque nunca hayan escuchado a un evangelista cristiano, es el hecho de que Dios los juzga activamente. Si Dios no los responsabilizara por sus pecados, no los castigaría. Sin embargo, debido a que Dios los castiga podemos asegurar que Él los considera culpables, y si eso es así, estas personas deben saber que lo que hacen no complace a Dios.

Una manera en que Dios castiga a aquellos que se resisten a su llamado de arrepentimiento es “entregándolos” a sus deseos pecaminosos con lo cual se convierten en esclavos de su pecado y su degradación es más profunda. Pablo escribió:

“Ya que habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Pretendiendo ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la imagen de Dios incorruptible por la imagen de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

Por lo cual, también los entregó a la inmundicia, en los apetitos de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Por eso, Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aun sus mujeres cambiaron sus relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Del mismo modo también los hombres, dejando la relación natural con la mujer, se encendieron en lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.

Como ellos no quisieron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no deben hacer. Están atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y perversidades. Son murmuradores, calumniadores, enemigos de Dios, injuriosos, soberbios, vanidosos, inventores de maldad, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia. Esos, aunque conocen el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (Romanos 1:21-32, énfasis agregado).

Note como Pablo enfatizó el hecho de la culpa humana y de la responsabilidad ante Dios. Los no regenerados “conocieron a Dios”, pero “no lo honraron como a Dios, ni le dieron gracias”. “Cambiaron la verdad de Dios por la mentira” así que ellos conocían la verdad de Dios. Por esto Dios “los entregó” a una degradación tal que llegaron a hacer las cosas más pervertidas y antinaturales, en tanto se esclavizaban más al pecado. De hecho Dios dice, “¿así que quieres servir al pecado y no a mí? Entonces vete. No te detendré, y te volverás progresivamente más esclavo del dios al que amas”.

Supongo que uno debe considerar esta forma de juicio como una indicación de la misericordia de Dios, pues, las personas, al hacerse más esclavas del pecado, se darán cuenta de su error y despertarán. Uno se pregunta por qué los homosexuales no se preguntan a sí mismos, “¿por qué me siento sexualmente atraído a personas de mi mismo sexo con los cuales no puedo tener un relación sexual completa?” Esto es muy raro. En un sentido se puede discutir que Dios verdaderamente permitió que fueran de esa forma (como ellos mismos a menudo argumentan para justificar su perversión), pero sólo en un sentido permisivo, y sólo debido a que Él espera que despierten para que se arrepientan y reciban su maravillosa misericordia.

No sólo los homosexuales deben hacerse esta pregunta. Pablo habló de numerosos pecados que esclavizan a la gente y que son evidencia del juicio de Dios en aquellos que se niegan a servirle. Millones de personas deben cuestionar su comportamiento extraño. “¿Por qué odio a mi propia familia? ¿Por qué encuentro satisfacción en la murmuración? ¿Por qué nunca estoy satisfecho con lo que tengo? ¿Por qué me siento atraído a mirar pornografía cada vez más explícita?” Dios los ha entregado para que sean esclavos de su dios.

Por supuesto, que cualquiera en cualquier punto puede suavizar su corazón, arrepentirse y creer en Jesús. Algunos de los pecadores más duros en la tierra lo han hecho, y Dios los ha limpiado y liberado de sus pecados. Mientras que la gente respire, Dios todavía les da la oportunidad de arrepentirse.

Una Comparación de Métodos, Antiguos y Modernos

(A Comparison of Methods, Ancient and Modern)

Si la meta es obedecer a Jesús y hacer discípulos, ¿no sería sabio seguir sus métodos para hacer discípulos? Pues a Él le funcionaron muy bien. También estos métodos fueron de gran ayuda para los apóstoles que siguieron a Jesús.

Pero ¿con qué eficacia están trabajando los métodos modernos para hacer discípulos obedientes a todos los mandamientos de Cristo? Cuando los estudios acerca de los cristianos estadounidenses, por ejemplo, muestran repetidamente que no existe una clara diferencia entre los estilos de vida de los cristianos comparándolos con los no cristianos, es porque tal vez es tiempo de hacernos algunas preguntas y reexaminar la Escritura.

Aquí hay una pregunta que debemos hacernos: ¿ Cómo fue que la iglesia primitiva tuvo tanto éxito en hacer discípulos sin tener ningún edificio para la iglesia, entrenamiento profesional, escuela bíblica y seminarios, himnos y proyectores de pantalla, micrófonos inalámbricos y grabadoras, planes de estudio para escuela dominical y ministerios para jóvenes, grupos de alabanza y coros, computadoras y máquinas de fotocopiado, emisoras de radio cristianas, canales de televisión cristianos, cientos de miles de libros cristianos y Biblias personales? Ellos no necesitaron estas cosas para hacer discípulos, ni tampoco Jesús. Debido a que estas cosas no fueron esenciales en aquel tiempo, no son esenciales ahora. Estos pueden ser de gran ayuda, pero no esenciales. Inclusive muchas de estas cosas pueden y de hecho nos apartan del objetivo de hacer discípulos. Déjeme darle dos ejemplos.

Primero consideremos el método moderno de tener sólo pastores entrenados en escuelas bíblicas o seminarios para guiar a las iglesias. Esto era un concepto desconocido para Pablo. En algunas ciudades donde él fundó iglesias, luego de hacerlo se iba por varias semanas o meses y regresaba para nombrar ancianos para supervisarlas (ver, por ejemplo, Hechos 13:14-14:23). Esto quiere decir que estas iglesias, sin la presencia de Pablo, por algunas semanas o meses no tenían un liderazgo de ancianos formal, y que la mayoría de los ancianos eran creyentes recién convertidos que Pablo nombraba. No contaban con una educación formal de dos a tres años que los preparara para su trabajo.

De esta manera, la Biblia enseña que los pastores/ancianos/superintendentes no necesitan dos o tres años de educación formal para tener un ministerio efectivo. Nadie puede contradecir este hecho inteligentemente. Sin embargo, el requisito moderno envía continuamente un mensaje a cada creyente: “Si quieres ser un líder en la iglesia, necesitas dos años de educación formal. Esto hace más lenta la creación de líderes, lo cual retrasa el proceso de hacer discípulos, que a su vez retrasa la expansión de la iglesia. Me pregunto, ¿ Qué tan saturado tendrían su mercado las compañías norteamericanas Avon y Amway si enviaran a cada uno de sus vendedores con sus familias a mudarse a otra ciudad para recibir tres años de entrenamiento antes de que sean capaces de vender un jabón o un perfume?

“Pero pastorear es una tarea muy difícil y compleja” algunos dirían. “la Biblia dice que no debemos poner a un nuevo convertido a supervisar a otro” (ver 1 Timoteo 3:6).

Primero, examinemos la definición de un nuevo convertido, que claramente es diferente a la definición de Pablo, porque él designaba a personas que sólo tenían unos meses de ser creyentes, para cargos de anciano, pastor o superintendente.

Segundo, una razón por la que al pastor moderno se le hace tan difícil y complejo el pastorear, es porque todo nuestro modelo de estructura de ministerio e iglesia es muy diferente al modelo bíblico. Lo hemos hecho tan complejo, que ¡sólo unos cuantos super-humanos pueden sobrevivir estas demandas!

“¡Pero Dios no lo permita que una iglesia fuera dirigida por alguien sin una educación en una escuela bíblica o seminario!”. Otros dirían, “un líder sin entrenamiento puede llevar su rebaño a una falsa enseñanza”. Esto aparentemente no preocupaba a Pablo. El hecho es que hoy en día contamos con clérigos entrenados en escuelas bíblicas y seminarios que no creen en el nacimiento virginal de Jesús, que aprueban la homosexualidad, que enseñan a la gente que Dios quiere que todos tengamos autos de lujo, que enseñan que Dios ha predestinado a algunas personas a ser condenadas, y que dicen sin pestañear, que uno puede ir al cielo sin obedecer a Cristo. Los seminarios y escuelas bíblicas modernas frecuentemente han servido para aumentar las falsas doctrinas, y el clérigo profesional las ha aumentado todavía más.

Los “plebeyos” que están en la iglesia tienen miedo de desafiarlos, porque los profesionales han estado en seminarios y pueden tener más “textos de prueba”. Aún más, estos profesionales han definido y dividido sus iglesias del resto del cuerpo de Cristo por sus doctrinas peculiares, hasta el punto de promoverlas con los nombres que ponen al frente de sus iglesias enviando un mensaje al mundo que dice: “Nosotros no somos como esos otros cristianos”. Además de esto, ellos etiquetan a cualquiera que no esté de acuerdo con su intachable y contradictoria doctrina con el nombre de “Divisor”. La Inquisición está muy viva y sana, dirigida por hombres con títulos. ¿Es este el ejemplo que Jesús quiere que se establezca de parte de aquellos que supuestamente están haciendo discípulos y que son conocidos en el mundo por su amor al prójimo?

Ahora, los cristianos escogen las iglesias basados en sus doctrinas particulares y el tener la teología correcta se ha convertido en lo más importante en vez de tener un estilo de vida correcto, todo esto porque el modelo bíblico se ha abandonado.


[1] El énfasis moderno sobre un entrenamiento profesional es en muchas formas un síntoma para una larga enfermedad, que está comparando el conocimiento con el crecimiento espiritual. Pensamos que la persona que sabe más, es más madura espiritualmente, aunque así no lo sea, por su orgullo basado en todo lo que sabe. Pablo escribió: “el conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Corintios 8:1). Seguramente la persona que escucha cada día conferencias aburridas por dos o tres años, ¡estará listo para dar semanalmente conferencias aburridas!

 

Una Sorpresa en la Escritura

(A Surprise from Scripture)

Todo esto me lleva a otra pregunta: ¿Espera Dios de nosotros que perdonemos a cada persona que peca contra nosotros, aun a aquellos que no se humillan, no admiten sus pecados y no piden perdón?

Cuando estudiamos la Escritura detenidamente, descubrimos que la respuesta es “no”. Aunque esto sorprende a muchos cristianos, la Escritura claramente lo dice, aunque se nos ordena amar a todas las personas, no se nos ordena perdonar a todos.

Por ejemplo, ¿espera Cristo simplemente que perdonemos a un creyente que peca contra nosotros? No. De otra forma Cristo no nos hubiera hablado acerca de los pasos a seguir para reconciliarse con un hermano u hermana en Mateo 18:15-17, pasos que terminan teniendo por gentil y publicado al hermano que no se arrepiente:

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo estando tú y él solos; si te oye, has ganado a tu hermano. Pero si no te oye, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oye a ellos, dilo a la iglesia; y si no oye a la iglesia, tenlo por gentil y publicano”.

Obviamente, si el cuarto paso es tenerlo por gentil, es porque el ofensor no se ha ganado el perdón, ya que el perdonar y la reprobación del hermano son acciones incompatibles. Puede ser algo extraño el escuchar a alguien decir “le hemos perdonado pero le hemos expulsado”, porque el resultado de perdonar a alguien es la reconciliación y no la ruptura de relaciones. (¿Qué pensaría usted si Dios le dice que le perdona pero que desde ahora en adelante no quiere nada con usted?) Cristo nos dijo que tratáramos a la persona que no quería reconciliarse como gentil o publicano, dos clases de personas con las que los judíos no tenían ninguna relación y a las cuales aborrecían.

En los cuatro pasos que Cristo dijo anteriormente, el perdón no es válido después del primer, segundo o tercer paso a menos que el ofensor se arrepienta. Si no se arrepiente después de cualquiera de estos pasos, el ofensor es llevado al siguiente paso en donde se le tratará como gentil o como un ofensor que no se arrepintió. Solamente cuando el ofensor te escucha (y se arrepiente), se puede decir que has ganado a tu hermano (esto quiere decir que se han reconciliado).

El propósito de esta confrontación es que el perdón pueda otorgarse. Sin embargo, el perdón es válido cuando el ofensor se arrepiente. Así que (1) confrontamos al ofensor con la esperanza de que este (2) se arrepienta y así podamos (3) perdonarle.

Todo esto es para decir con seguridad que Dios no espera simplemente que perdonemos a un creyente que ha pecado en contra de nosotros y que no se ha arrepentido después de una confrontación. Por supuesto que esto no nos da el derecho de odiar a este creyente. Al contrario, lo confrontamos porque le amamos y queremos reconciliarnos y perdonarle.

Una vez que hemos hecho todo nuestro esfuerzo para la reconciliación por medio de los tres pasos que Dios nos dio, el cuarto paso termina con la relación entre el ofensor y el ofendido en obediencia a Cristo.[1] De la misma forma en que no debemos tener ninguna relación con los llamados cristianos que son adúlteros, borrachos, homosexuales y demás (ver 1 Corintios 5:11), no debemos tener ninguna relación o comunión con los llamados cristianos que se rehúsan a arrepentirse, con el consenso del cuerpo de la iglesia. Este tipo de gente prueba que no son verdaderos seguidores de Cristo, y traen oprobio a la iglesia.


[1] Por supuesto que si la persona que se ha ido de la iglesia se arrepiente y vuelve, Jesús espera que se le reciba con perdón.

 

La Intención de Dios por Una Iglesia Santa

(God's Intention for a Holy Church)

Otro problema común de las iglesias institucionales es que con frecuencia estas iglesias están llenas de gente que asiste sólo por el espectáculo, que no cree en la justificación de sus acciones ante los demás hermanos, porque sus relaciones son puramente sociales y no espirituales. Por esto nadie, y mucho menos los pastores, tiene idea del estilo de vida de sus miembros y aquellos que viven sin santidad traen oprobio a la iglesia. Por lo tanto, los que no asisten a las iglesias juzgan a estos creyentes al decir que no hay diferencia entre ellos y los inconversos.

Esto nos da suficientes pruebas para decir que la estructura de las iglesias institucionales no es la intención de Dios para su iglesia santa. Los impíos y la gente hipócrita siempre se están escondiendo en las grandes iglesias institucionales trayendo ignominia a Cristo. Sin embargo, por lo que hemos leído en Mateo 18 15:17, Jesús claramente tenía la intención de que su iglesia consistiera de gente santa, que fueran miembros comprometidos de un cuerpo sin mancha. El mundo miraría a la iglesia como a una novia pura. Sin embargo, hoy el mundo ve a una iglesia que es infiel a su esposo.

La divina intención purificadora de la iglesia es evidente cuando Pablo habla acerca de una situación crítica en la iglesia de los Corintios. Un miembro de la iglesia estaba viviendo en una relación de adulterio con su madrastra:

“Se ha sabido que hay entre vosotros fornicación, y fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles a tal extremo que alguno tiene a la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien lamentarlo y haber quitado de en medio de vosotros al que cometió tal acción? Ciertamente yo, como ausente en cuerpo pero presente en espíritu, como si estuviera presente he juzgado ya al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús….. Os he escrito por carta que no os juntéis con los fornicarios. No me refiero en general a todos los fornicarios de este mundo, ni a todos los avaros, ladrones, o idólatras, pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí para que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, sea fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho o ladrón; con el tal ni aun comáis, porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están afuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están adentro? A los que están fuera, Dios los juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros” (1 Corintios 5:1-5, 9-13).

No había necesidad de llevar a este hombre a los cuatro pasos de reconciliación porque no era un creyente verdadero. Pablo se refiere a él como a alguien que se dice llamar “hermano” y como “perverso”. Además, unos versos después, Pablo escribe,

“¿No sabéis que los injustos no heredarán el Reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el Reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10).

Claramente, Pablo creía que aquellos que eran inmorales, como el hombre de la iglesia de los corintios, demostraban la falsedad de su fe. Este tipo de personas no deberían ser tratadas como hermanos, y no deberían ser llevadas por los cuatro pasos de la reconciliación. Deberían ser excomulgados, es decir, entregados en las manos de Satanás, para que la iglesia no los motivara más en su pecado, y así ellos verían la necesidad de arrepentirse y poder ser “salvos en el día del Señor Jesús” (ver 1 Corintios 5:5).

En las grandes iglesias alrededor del mundo hoy en día, algunas veces existen cientos de personas que posan como cristianos, pero que desde el punto de vista bíblico no son verdaderos creyentes y deberían ser excomulgados. La Escritura claramente nos muestra que la iglesia tiene la responsabilidad de remover a los que no se arrepienten de sus fornicaciones, adulterios, homosexualidad, borracheras, y demás. Pero este tipo de personas, bajo la protección de la “gracia”, están entre los líderes de la iglesia y aconsejan a otros “creyentes” que tienen problemas similares. Esto es un insulto al poder transformador del evangelio de Jesucristo.

The Necessity of Holiness

Can a believer forfeit eternal life by sinning? The answer is found in many scriptures, such as the following, which all guarantee that those who practice various sins will not inherit God’s kingdom. If a believer can return to the practice of the sins in the following lists compiled by Paul, then a believer can forfeit ultimate salvation:

Do you not know that the unrighteous shall not inherit the kingdom of God? Do not be deceived; neither fornicators, nor idolaters, nor adulterers, nor effeminate, nor homosexuals, nor thieves, nor the covetous, nor drunkards, nor revilers, nor swindlers, shall inherit the kingdom of God (1 Cor. 6:9-10, emphasis added).

Now the deeds of the flesh are evident, which are: immorality, impurity, sensuality, idolatry, sorcery, enmities, strife, jealousy, outbursts of anger, disputes, dissensions, factions, envying, drunkenness, carousing, and things like these, of which I forewarn you just as I have forewarned you that those who practice such things shall not inherit the kingdom of God (Gal. 5:19-21, emphasis added).

For this you know with certainty, that no immoral or impure person or covetous man, who is an idolater, has an inheritance in the kingdom of Christ and God. Let no one deceive you with empty words, for because of these things the wrath of God comes upon the sons of disobedience (Eph. 5:5-6, emphasis added).

Notice that in every case, Paul was writing to believers, warning them. Twice he warned them to not be deceived, indicating that he was concerned that some believers might think that a person could practice the sins he listed and still inherit God’s kingdom.

Jesus warned His closest disciples, Peter, James, John and Andrew of the possibility of their being cast into hell because of not being ready for His return. Note that the following words were addressed to them (see Mark 13:1-4), and not to a crowd of unbelievers:

Therefore be on the alert, for you do not know which day your Lord is coming. But be sure of this, that if the head of the house had known at what time of the night the thief was coming, he would have been on the alert and would not have allowed his house to be broken into. For this reason you [Peter, James, John and Andrew] be ready too; for the Son of Man is coming at an hour when you [Peter, James, John and Andrew] do not think He will.

Who then is the faithful and sensible slave whom his master put in charge of his household to give them their food at the proper time? Blessed is that slave whom his master finds so doing when he comes. Truly I say to you, that he will put him in charge of all his possessions. But if that evil slave says in his heart, “My master is not coming for a long time,” and shall begin to beat his fellow slaves and eat and drink with drunkards; the master of that slave will come on a day when he does not expect him and at an hour which he does not know, and shall cut him in pieces and assign him a place with the hypocrites; weeping shall be there and the gnashing of teeth (Matt. 24:42-51; emphasis added).

The moral of the story? “Peter, James, John and Andrew, don’t be like the unfaithful servant in this parable.”[1]

To underscore what He just said to His closest disciples, Jesus immediately continued with the Parable of the Ten Virgins. All ten virgins were initially ready for the coming of the bridegroom, but five become unready and were excluded from the wedding feast. Jesus ended the parable with the words, “Be on the alert then [Peter, James, John and Andrew], for you [Peter, James, John and Andrew] do not know the day nor the hour” (Matthew 25:13). That is, “Don’t be like the five foolish virgins, Peter, James, John and Andrew.” If there were no possibility of Peter, James, John and Andrew not being ready, there would be no need for Jesus to have warned them.

Jesus then immediately told them the Parable of the Talents. It was the same message again. “Don’t be like the one talent slave who had nothing to show for what his master entrusted to him when he returned.” At the end of the parable, the master declared, “Cast out the worthless slave into the outer darkness; in that place there shall be weeping and gnashing of teeth” (Matt. 25:30). Jesus could not have made His message clearer. Only a theologian could twist His meaning. There was a danger that Peter, James, John and Andrew could all be cast into hell in the end if they weren’t obedient when Jesus returned. If that possibility existed for Peter, James, John and Andrew, then that possibility exists for all of us. As Jesus promised, only those who do the will of His Father will enter the kingdom of heaven (see Matt. 7:21).[2]

Those who teach the false doctrine of unconditional eternal security clearly work against Christ and assist Satan, teaching the opposite of what Jesus and the apostles taught. They effectively neutralize Jesus’ commandment to make disciples who will obey all He commanded, blocking the narrow road to heaven, and widening the broad highway to hell.[3]


 

[1] Amazingly, some teachers, who can’t escape the facts that Jesus was warning His closest disciples and that the unfaithful servant clearly represents one who was a believer, say that the place of weeping and gnashing of teeth is a place in the outer fringes of heaven. There, unfaithful believers will supposedly temporarily mourn their loss of rewards until Jesus wipes the tears from their eyes and then welcomes them into heaven!

[2] Of course, Christians who commit a single sin do not immediately forfeit their salvation. Those who ask forgiveness for their sins are forgiven by God (if they forgive those who sin against them). Those who don’t ask for God’s forgiveness place themselves in the danger of being disciplined by God. Only by hardening their hearts to God’s on-going discipline do believers run the risk of forfeiting their salvation. We will more fully explore the subject of God’s discipline in a later chapter.

[3] Those who are still not persuaded that a Christian can forfeit his salvation should consider all of the following New Testament passages: Matt. 18:21-35; 24:4-5, 11-13, 23-26, 42-51; 25:1-30; Luke 8:11-15; 11:24-28; 12:42-46; John 6:66-71; 8:31-32, 51; 15:1-6; Acts 11:21-23; 14:21-22; Rom. 6:11-23; 8:12-14, 17; 11:20-22; 1 Cor. 9:23-27; 10:1-21; 11:29-32; 15:1-2; 2 Cor. 1:24; 11:2-4; 12:21-13:5; Gal. 5:1-4; 6:7-9; Phil. 2:12-16; 3:17-4:1; Col. 1:21-23; 2:4-8, 18-19; 1 Thes. 3:1-8; 1 Tim. 1:3-7, 18-20; 4:1-16; 5:5-6, 11-15, 6:9-12, 17-19, 20-21; 2 Tim. 2:11-18; 3:13-15; Heb. 2:1-3; 3:6-19; 4:1-16: 5:8-9; 6:4-9, 10-20; 10:19-39; 12:1-17, 25-29; Jas. 1:12-16; 4:4-10; 5:19-20; 2 Pet. 1:5-11; 2:1-22; 3:16-17; 1 John 2:15-2:28; 5:16; 2 John 6-9; Jude 20-21; Rev. 2:7, 10-11, 17-26; 3:4-5, 8-12, 14-22; 21:7-8; 22:18-19. The proof texts produced by those who teach the doctrine of unconditional eternal security are scriptures that simply emphasize God’s faithfulness in salvation, and say nothing about human responsibility. Thus they must be interpreted to harmonize with the many scriptures I’ve just listed. Just because God promises His faithfulness is no guarantee of anyone else’s faithfulness. Just because I promise my wife that I’ll never leave her and keep my promise, but that is no guarantee that she will never leave me.

 

The Guilt of the Unbelieving

Further proof that God holds people guilty even if they have never heard a Christian evangelist is the fact that He actively judges them. If God wasn’t holding them accountable for their sins He would not punish them. Because He does punish them, however, we can be sure that He holds them accountable, and if He holds them accountable, they must know that what they are doing is displeasing to Him.

One manner by which God punishes those who resist His call to repentance is through “giving them over” to their sinful desires so that they become slaves to even deeper degradation. Paul wrote:

For even though they knew God, they did not honor Him as God, or give thanks; but they became futile in their speculations, and their foolish heart was darkened. Professing to be wise, they became fools, and exchanged the glory of the incorruptible God for an image in the form of corruptible man and of birds and four-footed animals and crawling creatures.

Therefore God gave them over in the lusts of their hearts to impurity, that their bodies might be dishonored among them. For they exchanged the truth of God for a lie, and worshiped and served the creature rather than the Creator, who is blessed forever. Amen.

For this reason God gave them over to degrading passions; for their women exchanged the natural function for that which is unnatural, and in the same way also the men abandoned the natural function of the woman and burned in their desire toward one another, men with men committing indecent acts and receiving in their own persons the due penalty of their error.

And just as they did not see fit to acknowledge God any longer, God gave them over to a depraved mind, to do those things which are not proper, being filled with all unrighteousness, wickedness, greed, evil; full of envy, murder, strife, deceit, malice; they are gossips, slanderers, haters of God, insolent, arrogant, boastful, inventors of evil, disobedient to parents, without understanding, untrustworthy, unloving, unmerciful; and, although they know the ordinance of God, that those who practice such things are worthy of death, they not only do the same, but also give hearty approval to those who practice them. (Rom. 1:21-32, emphasis added).

Notice how Paul stressed the facts of human guilt and accountability before God. The unregenerate “knew God,” but “they did not honor Him as God, or give thanks.” They “exchanged the truth of God for a lie,” so they must have encountered God’s truth. Thus God “gave them over” to ever-increasing degradation, to the point where people do the most bizarre, unnatural and perverted things as they become more deeply enslaved to sin. In effect God says, “So you want to serve sin as you should serve Me? Then go ahead. I won’t stop you, and you’ll become progressively more enslaved to the god you love.”

I suppose one could even consider this form of judgment to be an indication of God’s mercy, in that it would be reasonable to think that as people became more perverse and sinful, they would realize it and wake up. One wonders why more homosexuals don’t ask themselves the question, “Why do I find myself sexually attracted to people of the same sex with whom I can’t actually have a full sexual relation? This is bizarre!” In a sense it can be argued that God indeed did “make them that way” (as they themselves often argue to justify their perversion), but only in a permissive sense, and only because He hopes to wake them up in order that they might repent and experience His amazing mercy.

It is not only homosexuals who should be asking themselves such questions. Paul listed numerous enslaving sins that are the evidence of God’s judgment on those who refuse to serve Him. Billions of people should question themselves about their bizarre behavior. “Why do I hate my own family?” “Why do I find satisfaction is spreading gossip?” “Why am I never content with what I own?” “Why am I compelled to look at increasingly more explicit pornography?” God has given them all over to be enslaved to their god.

Of course, anyone at any point can soften his heart, repent and believe in Jesus. Some of the most hardened sinners on earth have done just that, and God has cleansed and freed them from their sins! As long as people are still breathing, God is still giving them an opportunity to repent.