Comentario de Jesús

(Jesus' Commentary)

Jesús ciertamente pensaba que ser un discípulo no era algo secundario o un paso opcional para los creyentes. Sus tres requisitos para discipulado que leemos en Lucas 14, no eran dirigidos a los creyentes como una invitación a un nivel más alto de compromiso. Al contrario, Sus palabras eran dirigidas a las multitudes. El discipulado es el primer paso en una relación con Dios. Además, leemos en Juan 8:

Al hablar Él estas cosas, muchos creyeron en Él. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en Él, “Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente Mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. (Juan 8: 30-32).

Nadie puede negar el hecho de que Jesús hablaba a los nuevos creyentes acerca de ser sus discípulos. Jesús no le dijo a estos nuevos creyentes, “quizá alguna vez en el futuro deseen considerar la opción de tomar el siguiente paso, un paso de compromiso: el ser mis discípulos”. Al contrario, Jesús dijo a estos nuevos creyentes que Él esperaba que ya fueran sus discípulos, pues las palabras creyente y discípulo eran sinónimas. Él les dijo que la forma en que ellos podían probar que eran sus discípulos, era permaneciendo en su palabra, como resultado de haber sido libres del pecado (ver 8: 34-36).

Jesús sabía que la profesión de fe de la gente no era una garantía de que fueran creyentes. Él también sabía que aquellas personas que realmente creían que Él era el Hijo de Dios, actuarían como tal – serían inmediatamente sus discípulos – anhelando el obedecerle y complacerle. Tales creyentes/discípulos permanecerían naturalmente en su palabra, haciéndola su casa. Y conforme descubrían su voluntad al aprender sus mandamientos, progresivamente llegarían a ser libres del pecado.

Es por esto que Jesús retó inmediatamente a estos nuevos creyentes a probarse a sí mismos. Su declaración, “si son verdaderamente mis discípulos”, indica que Él creía que había una posibilidad de que no fueran verdaderos discípulos, sino sólo discípulos en apariencia. Podían haberse engañado a sí mismos. Sólo si pasaban esta prueba de Jesús, ciertamente podían ser sus discípulos. (Al leer el resto del diálogo en Juan 8:37-59 parece que Jesús tuvo una buena razón para dudar de su sinceridad.)

Nuestra escritura clave, Mateo 28:18-20, rechaza la teoría de que los discípulos fueran una clase más alta de cristianos comprometidos. Jesús ordenó en la Gran Comisión que los discípulos fueran bautizados. Por supuesto, el libro de los Hechos indica que los apóstoles no esperaron hasta que los nuevos creyentes tomaran un “segundo paso de un compromiso radical con Cristo”, antes de bautizarlos. Al contrario, los apóstoles bautizaron a todos los creyentes nuevos casi inmediatamente después de su conversión, pues creyeron que los verdaderos creyentes eran discípulos.

Debido a esto, aquellos ministros que creen que los discípulos son los únicos creyentes con compromiso, están fallando en su propia teoría. La mayoría de estos bautizan a todos los que creen en Jesús sin esperar hasta que alcancen otro nivel de compromiso llamado “discipulado”. Si realmente creen en lo que predican, deberían bautizar únicamente a aquellos que alcancen el nivel de discipulado, los cuales deben de ser muy pocos.

Tal vez, un golpe final a esta diabólica doctrina será suficiente. Si los discípulos son diferentes a los creyentes, ¿por qué es que Juan escribió que el amor por los hermanos es una marca que identifica a los creyentes verdaderos que han nacido de nuevo (ver 1 Juan 3:14)? Y ¿por qué Jesús dijo que el amor por los hermanos es una marca que identifica a Sus verdaderos discípulos (ver Juan 13:35)?


[1] Este pasaje de la Escritura también expone los errores prácticos y modernos que asumen los nuevos convertidos en su salvación. Jesús no les aseguró a estos nuevos convertidos que ya eran salvos sólo porque ellos habían hecho una corta oración para aceptarle o verbalizar una fe en Él. Al contrario, Él los retó a considerar si su nueva profesión era genuina. Nosotros deberíamos seguir su ejemplo.