Redefinición del Arrepentimiento

(Repentance Redefined)

Aún a la luz de tantas pruebas en la escritura de que la salvación depende del arrepentimiento, algunos ministros tratan de anular esta necesidad adulterando su significado correcto para hacerla compatible con su falso concepto de la gracia de Dios. Con su nueva definición, el arrepentimiento no es más que un cambio de opinión acerca de quién es Jesús, y que sorprendentemente, no hace ningún efecto en la conducta de la persona.

Así que, ¿qué era lo que los predicadores del Nuevo Testamento esperaban al llamar a la gente al arrepentimiento? ¿Llamaban a la gente sólo a cambiar su forma de pensar acerca de Jesús o los llamaban para que tuviera un cambio de conducta?

Pablo creyó que el arrepentimiento verdadero requería un cambio de conducta. Ya hemos leído su testimonio en sus décadas de ministerio, como él lo declaró ante el rey Agripa:

“Por lo cual, rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco y en Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento” (Hechos 26:19-20), énfasis agregado).

Juan el Bautista también creyó que el arrepentimiento era más que un cambio de opinión acerca de ciertos factores teológicos. Cuando su audiencia respondió a su llamado de arrepentimiento y le preguntaron lo que debían hacer, él enumeró cambios específicos de conducta (ver Lucas 3:3, 10-14). Él también ridiculizó a los fariseos y saduceos porque únicamente fingieron arrepentirse, y les advirtió del fuego del infierno si no se arrepentían verdaderamente:

“¡Generación de víboras!, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera? Producid pues frutos dignos de arrepentimiento… El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego “(Mateo3: 7-10, énfasis agregado).

Jesús predicó el mismo mensaje de arrepentimiento que Juan (ver Mateo 3:2; 4:17). Él una vez declaró que Nínive se arrepintió por la predicación de Jonás.

Cualquiera que lea el libro de Jonás sabrá que Nínive hizo más que simplemente cambiar de opinión. Ellos también cambiaron sus acciones, volviéndose del pecado. Jesús llamó a esto arrepentimiento.

El arrepentimiento bíblico es una voluntad de cambiar la conducta en respuesta a una auténtica fe nacida en el corazón. Cuando un ministro predica el evangelio sin mencionar la necesidad de un cambio genuino de conducta que autentica el arrepentimiento, estará trabajando en contra del deseo de Cristo para sus discípulos. Aún más, está induciendo a su audiencia a creer que pueden ser salvos sin arrepentimiento, y esto potencialmente asegura su condenación si ellos le creen. Él está trabajando en contra de Dios y para Satanás, se de cuenta de ello o no.

Si un ministro va a formar discípulos como Jesús lo mandó, tiene que empezar con el proceso correctamente. Cuando no predica el verdadero evangelio que llama al arrepentimiento y a una fe en obediencia, él está destinado a fracasar, aunque a los ojos de la gente pueda verse exitoso. Él puede tener una gran congregación, pero está construyendo con leña, heno, y paja, y cuando sus obras sean pasadas por el fuego futuro, la calidad de sus obras será probada y éstas serán consumidas (ver 1 Corintios 3:12-15).