El Llamado de Jesús a un Compromiso

(Jesus' Calls to Commitment)

Jesús no solamente llamó a los no salvos a volverse del pecado, sino que también los llamó a un compromiso de seguirle y obedecerle inmediatamente. Él nunca ofreció salvación en menores términos, como se hace hoy día. Él nunca invitó a la gente a que lo “aceptaran”, prometiéndoles su perdón, para después darles una sugerencia para comprometerse a obedecerle. Al contrario, Jesús demandó que el primer paso debe de ser un compromiso de todo corazón.

Tristemente, el llamado de Jesús a un compromiso costoso es simplemente ignorado por los cristianos de hoy en día, o si se habla de ello, se explica como un llamado a una relación más profunda con Dios que está supuestamente dirigida, no a los que no son salvos, sino a aquellos que ya son salvos por la gracia de Dios. Sin embargo, muchos de estos “creyentes” que proclaman que el alto compromiso del que habló Jesús se dirige a ellos en vez de a los no convertidos, no atienden a Su llamado en su interpretación. Tienen la opción de no responder en obediencia, y no lo hacen.

Consideremos una de las invitaciones de Jesús a la salvación, que es interpretada frecuentemente como un llamado a un caminar más profundo, supuestamente dirigida a aquellos que ya son salvos:

“Y Él (Jesús), llamando a las multitudes y a sus discípulos les dijo: Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Todo aquel que quiera salvar su vida la perderá, y todo aquel que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará, porque ¿de qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Por tanto, el que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Marcos 8: 34-38).

¿Es esta una invitación dirigida a los no creyentes o una invitación para una relación de compromiso dirigida a los creyentes? Si leemos honestamente, la respuesta será obvia.

Primero, nótese que la multitud que seguía a Jesús consistía en “una multitud con sus discípulos” (énfasis agregado). Entonces claramente, “la multitud” no consistía de sus discípulos. De hecho ellos eran “convocados” por Él para escuchar lo que Él iba a decir. Jesús quería que todos, seguidores y buscadores, entendieran la verdad de lo que Él les iba a hablar. Nótese también que Él comienza diciendo “Si alguno” (v. 34, énfasis agregado). Sus palabras eran para alguien y para todos.

Al continuar leyendo, se vuelve más claro a quién se estaba dirigiendo Jesús. Específicamente, sus palabras eran dirigidas a cada persona que deseaba (1) “ir en pos” de Él, (2) “salvar su vida”, (3) “no perder su alma”, (4) estar al lado de aquellos de los que Él no se avergonzaría cuando viniera en la gloria de su Padre con sus santos ángeles. Todas estas cuatro expresiones indican que Jesús estaba describiendo a personas que quieren ser salvas. ¿O pensaríamos que hay alguna persona heredera del cielo que no quiere ir “en pos” de Jesús y “salvar su vida”? ¿Pensaríamos que hay creyentes verdaderos que “perderían el alma” por avergonzarse de Cristo y de sus palabras, y que Jesús se avergonzaría de ellos cuando Él vuelva? Obviamente, Jesús estaba hablando acerca de ganar la salvación eterna en este pasaje de la Escritura.

Nótese que cada una de las últimas cuatro oraciones ayudan a explicar y expandir la oración previa. Ninguna oración dentro de este pasaje debe de ser interpretada sin considerar cómo las otras la iluminan. Consideremos las palabras de Jesús, oración por oración con su significado.