Oración #2

(Sentence #2)

La segunda oración de Jesús hace que el significado de la primera oración, sea aún más claro:

“Todo aquel que quiera salvar su vida, la perderá; y todo aquel que pierda su vida por causa de mí y del evangelio la salvará” (Marcos 8:35).

Nótese la relación entre ambas oraciones; la segunda aclara a la primera. Aquí Jesús hace el contraste entre dos tipos de personas, las mismas que aparecen en la primera oración: “el que se niega a sí mismo y toma su cruz para seguirle y el que no se niega a sí mismo ni toma la cruz”. Ahora se hace el contraste entre uno que perdería su vida por Cristo y por el evangelio y otro que no. Si buscamos la relación entre estos dos, debemos concluir que la persona que no se niega a sí misma corresponde a la que desea salvar su vida pero la pierde. Y aquella en la primera oración que está dispuesta a negarse a sí misma, corresponde a la que perdería su vida, pero en última instancia la salva.

Jesús no estaba hablando acerca de perder o salvar la vida física. Las oraciones siguientes en este pasaje indican que Jesús hablaba de pérdidas o ganancias eternas. Una expresión similar de Jesús registrada en Juan 12:25 dice: “Aquel que ama su propia vida la perderá; y aquel que aborrece su vida en este mundo la salvará para vida eterna” (énfasis agregado).

La persona en la primera oración que no se niega a sí misma, es la misma persona de la segunda oración que desea salvar su vida. Por esto, razonablemente podemos concluir que, “salvar la vida de uno”, es igual a “salvar la agenda de su propia vida”. Esto se vuelve más claro cuando consideramos el contraste con la persona que “pierde su vida por la causa de Cristo y del evangelio”. Esta es la que se niega a sí misma, toma su cruz y renuncia a su propia agenda y ahora vive con el propósito de llevar a cabo la agenda de Cristo y la expansión del evangelio. Es la que al final “salvará su vida”. La persona que busca el complacer a Cristo en vez de a sí misma, al final se encontrará feliz en el cielo, mientras que la persona que se complace a sí misma, al final se encontrará miserable en el infierno, perdiendo toda su libertad de seguir su propia agenda.