¿Podría un pastor de una iglesia en la casa ser realmente más exitoso ante los ojos de Dios que un pastor de una mega-iglesia con un edificio enorme y miles de personas que asisten cada domingo? Sí, si él multiplica discípulos y formadores de discípulos obedientes, siguiendo el modelo de Jesús al oponerse a hacer reuniones con cabritos espirituales una vez a la semana para mirar un concierto, escuchar una prédica entretenida y santificada con unas cuantas Escrituras fuera de contexto.
El pastor que determina seguir el modelo de la iglesia en casa nunca tendrá una gran congregación propia. Sin embargo, a largo plazo, él tendrá frutos más duraderos cuando sus discípulos hagan otros discípulos. Muchos pastores de congregaciones “pequeñas” de cuarenta a cincuenta miembros que desean aumentar su número, deberían cambiar su forma de pensar. Es posible que sus iglesias ya sean muy grandes. Tal vez deberían de dejar de orar por un edificio más grande y empezar a orar por quienes habrán de ser los líderes de dos nuevas iglesias en casas. (Por favor, cuando esto suceda, no le des a tu nueva denominación o a ti mismo el título de “obispo”).
Cuando se trata de iglesias, necesitamos erradicar la idea de que entre más grandes, mejor. Si juzgáramos puramente sobre bases bíblicas, las congregaciones únicas que consisten de cientos de espectadores indisciplinados, que se reúnen en edificios especiales, serían consideradas bastante extrañas. Si alguno de los apóstoles originales visitara las modernas iglesias institucionales, ¡se estaría rascando la cabeza!