A la estrategia estadounidense más popular para el crecimiento de la iglesia se le conoce, con frecuencia, como el modelo “del buscador sensible”. En esta estrategia, los cultos del domingo en la mañana están diseñados para que (1) los cristianos se sientan cómodos al invitar a sus amigos no salvos y para que (2) la gente no salva escuche el evangelio sin sentirse ofendida y de un modo en que pueda entender y, además, que se pueda relacionar. El culto de media semana y las reuniones de grupos pequeños están reservados sólo para discipular a los creyentes.
Debido a esto, algunas iglesias han crecido bastante. Entre todas las iglesias institucionales de los Estados Unidos, algunas pueden tener el mayor potencial para evangelizar y discipular a la gente, en tanto que todos se incorporen a los grupos pequeños (que con frecuencia no lo hacen) y sean discipulados en estos grupos, y entretanto el evangelio no sea comprometido (lo que siempre ocurre cuando la meta es no ofender, porque el verdadero evangelio es ofensivo para el orgullo humano). Por lo menos, este modelo del buscador sensible en las iglesias ha implementado algunas estrategias para alcanzar a la gente no salva, algo que la mayoría de las iglesias institucionales no tienen.
Pero, ¿cómo se compara este modelo estadounidense con el modelo bíblico para el crecimiento de la iglesia?
En el libro de los Hechos, los apóstoles y evangelistas llamados por Dios predicaron el evangelio públicamente y de casa en casa, acompañado de señales y milagros que llamaba la atención de los no creyentes. Aquellos que se arrepentían y creían en el Señor Jesús, se dedicaban a las enseñanzas de los apóstoles y regularmente se reunían en las casas donde aprendían la Palabra de Dios, ejercitaban los dones del Espíritu, celebraban la Cena del Señor, oraban juntos y todo bajo el liderazgo de un anciano-pastor- superintendente. Los maestros y profetas llamados por Dios recorrían las iglesias. Todos compartían el evangelio con sus amigos y vecinos. No había edificios para construir que detuvieran el crecimiento de la iglesia o que robaran los recursos del Reino de Dios para ayudar a expandir el evangelio y hacer discípulos. Los líderes eran entrenados rápidamente en su mismo trabajo, en vez de ser enviados a seminarios o a escuelas bíblicas. Todo esto daba como resultado una iglesia con un crecimiento exponencial por un tiempo limitado, hasta que toda la gente de un área determinada fuera alcanzada.
Al comparar lo anterior con el modelo de un buscador sensible, observamos que en este último hay un vacío de señales y milagros, por lo tanto carece de los medios divinos de propaganda, atractivo y convicción. Este depende forzosamente de los medios naturales de mercadeo y propaganda para atraer a las personas a un edificio donde estas puedan escuchar un mensaje. El discurso del predicador y su poder de persuasión son los medios primordiales para la convicción. Dichos métodos difieren de aquellos usados por Pablo quien escribió, “y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2:4-5).