Siguiendo el modelo de Jesús, el ministro que forma discípulos es, en cierto grado, selectivo en cuanto a quién enseña. Esto te puede sorprender, pero es verdad. Jesús frecuentemente le habló a las multitudes en parábolas, y Él tenía una razón para hacerlo: No quería que todos entendieran lo que Él estaba diciendo. Esto está claro en la Escritura:
“entonces, acercándose los discípulos, le preguntaron, “¿Porqué les hablas en parábolas?” Él respondiendo les dijo, porque a vosotros os es dado saber los misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no les es dado, pues a cualquiera que tiene, se le dará y tendrá más; pero al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden” (Mateo 13:10-13).
El privilegio de entender las parábolas de Cristo estaba reservado para sólo aquellos que se habían arrepentido y habían decidido seguirle. Aquellos que habían rechazado la oportunidad para arrepentirse resistiendo la voluntad de Dios para sus vidas, eran también resistidos por Dios. Dios resiste al soberbio, pero da gracia al humilde (ver 1 Pedro 5:5).
De igual manera, Jesús instruyó a sus seguidores: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan y os despedacen” (Mateo 7:6). Indiscutiblemente, Jesús estaba hablando en forma figurada. Él quiso decir, “No des lo que es tan valioso a aquellos que no aprecian su valor”. Los cerdos no saben el valor de las perlas, y por esto los cerdos espirituales no valoran la Palabra de Dios cuando la escuchan. Si ellos creyeran en la Palabra de Dios, entonces deberían obedecerla y ponerle atención.
¿Cómo saber si alguien es un “cerdo” espiritual? Tú le arrojas una perla y verás qué hace con esta perla. Si la perla es rechazada o ignorada, sabrás que él es un cerdo espiritual. Si él atiende a la perla y obedece, entonces no es un cerdo espiritual.
Desafortunadamente, muchos pastores hacen lo que Jesús dijo que no hicieran; continuamente arrojan sus perlas a los cerdos, enseñando a personas que resisten o rechazan la Palabra de Dios. Estos ministros están desperdiciando el tiempo que Dios les ha dado. Debieron haberse sacudirse el polvo de sus pies desde hace mucho tiempo, como Jesús lo ordenó.