El hecho es que no puedes discipular a alguien que no quiere ser discipulado, alguien que no quiere obedecer a Jesús. Muchas iglesias están llenas de gente como ésta, personas que sólo son cristianas por tradición y cultura, muchos de los cuales piensan que han nacido de nuevo solamente porque reconocen algunos hechos teológicos de Jesús o de la cristiandad. Son cerditos y cabritos, no ovejas. Ahora muchos pastores malgastan el noventa por ciento de su tiempo tratando de mantener felices a estos cerditos y cabritos, mientras dejan a un lado a aquellos a quienes verdaderamente pueden ayudar espiritualmente y a quienes deberían servir, ¡las verdaderas ovejas! Pastor, Jesús quiere que apacientes sus ovejas, no los cabritos o los cerditos (ver Juan 21:17).
Pero, ¿Cómo sabes quién es una oveja? Son los que vienen a la iglesia más temprano y se van de último. Están hambrientos de la verdad, porque Jesús es su Señor y quieren complacerle. Llegan a la iglesia no sólo los domingos, sino a cada reunión. Se involucran con los grupos pequeños. Con frecuencia hacen preguntas. Están ansiosos por el Señor y buscan oportunidades para servir.
Pastor, dedica la mayoría de tu tiempo y atención a esta gente. Ellos son los discípulos. A los cabritos y a los cerditos que llegan a la iglesia, predícales el evangelio hasta que no lo puedan soportar. Si tú predicas el verdadero evangelio, no podrán soportarlo por mucho tiempo. Tal vez dejen la iglesia o si tienen el poder, tratarán de quitarte el puesto. Si tienen éxito, sacude el polvo de tus pies cuando te vas. (En la iglesia en la casa, este tipo de cosas no pasarían, ¡especialmente si la iglesia se reúne en tu casa!).
Asimismo, los evangelistas no deben sentir la obligación de predicar el evangelio continuamente a la misma gente que lo ha rechazado en forma repetida. Deja que los muertos entierren a sus muertos (ver Lucas 9:60). Tú eres un embajador de Cristo, llevas el mensaje más importante del ¡Rey de Reyes!, tu posición es muy elevada en el Reino de Dios y tu responsabilidad es grande, no desperdicies tu tiempo predicando el evangelio a la misma persona dos veces, hasta que todas las personas lo hayan escuchado por lo menos una vez.
Si tú vas a ser un ministro formador de discípulos, debes seleccionar a quién vas a enseñar, sin desperdiciar tu valioso tiempo con gente que no quiere obedecer a Jesús. Pablo escribió a Timoteo:
“Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:2, énfasis agregado).